Uno de los pocos temas que parecen poner de acuerdo al grueso de la sociedad europea de un tiempo a esta parte es la desconfianza ante las negociaciones de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, en inglés) entre EE.UU y la Unión Europea (UE). Dicha contestación social ha permeabilizado a la clase política, fundamentalmente, en Alemania, Francia, Holanda, con horizonte electoral próximo, que se oponen a continuar con las conversaciones, al menos en las presentes condiciones. El ‘Brexit’ y sus efectos tampoco ayudan. El Reino Unido es uno de los principales impulsores del tratado desde el comienzo y con su salida de la UE, aún por concretar, añade incertidumbre sobre el futuro europeo. Tal es la división en el viejo continente que, recientemente, doce países, entre ellos, España, Italia e incluso, el Reino Unido, instaban a la comisaria de Comercio de la Comisión Europea (CE), Cecilia Malmström, a liderar el cierre del acuerdo. Mientras, la CE, que actúa bajo el mandato otorgado por el Consejo de la UE y las recomendaciones de la Eurocámara, admite dificultades en muchas áreas —entre ellas, los servicios profesionales, por su complejidad— según explica Ignacio García Bercero, jefe negociador de la UE que junto con su homólogo americano, Dan Mullaney, encabezan el trabajo técnico desde el inicio.
La Eurocámara admite dificultades en muchas áreas, entre ellas, los servicios profesionales
Cuestiones de mayor polémica
Después de catorce rondas negociadoras, que comenzaron en julio del 2013, hay determinados asuntos cuyo bloqueo es arduo de solventar. Concretamente, se abordan veintisiete capítulos entre los cuáles, se encuentran dos de los que generan más división. Sobre los tribunales de arbitraje para conflictos entre inversores y Estados, la UE presentaba hace un año un nuevo diseño, Investment Court System (ICS) en sustitución del mecanismo ISDS. Este tribunal tendría dos salas: primera instancia y apelación, y se constituiría con quince miembros nombrados públicamente entre ambas partes. No obstante, los jueces no serían necesariamente de carrera y podrían ejercer en el ámbito privado. Y en el capítulo acerca del acceso a los mercados de contratación pública se halla una clara asimetría debido a que EE.UU., por su regulación interna, no facilitaría a las empresas de la UE acceder libremente a sus concursos públicos. Otra demanda insistente y transversal de la sociedad europea es preservar la autonomía de los gobiernos en materia de derechos y servicios públicos como la sanidad y la educación.
Procedimiento de armonización asignado para las profesiones
Con el TTIP aprobado, EE.UU, no podría vincular obligatoriamente a todos sus estados, lo que afectaría también a la movilidad de los profesionales europeos
En relación al impacto del TTIP en los servicios y, en detalle, sobre el subsector de servicios profesionales, el Ministerio de Economía y Competitividad (MEC) señaló que la fórmula de armonización en los acuerdos comerciales, como el TTIP, es el reconocimiento mutuo de cualificaciones profesionales. Así lo enunció Antonio José Fernández-Martos, director general de Comercio Internacional y de Inversiones del MEC, en la sesión de noviembre del 2015 que organizó Unión Profesional (UP). Además, describió que la articulación de este reconocimiento se realizaría mediante un comité conformado por las profesiones a ambos lados del Atlántico «sobre la base de un informe que elaboran las profesiones que consideran que hay un interés en cerrar un acuerdo de este tipo». Más, aún con el TTIP aprobado, EE.UU, no podría vincular obligatoriamente a todos sus estados, lo que afectaría también a la movilidad de los profesionales europeos.
Recomendaciones de las profesiones liberales europeas
Por otro lado, las profesiones liberales europeas reunidas en el Consejo Europeo de las Profesionales Liberales (CEPLIS) del que Unión Profesional forma parte y coordina actualmente el grupo de trabajo sobre los tratados de libre comercio, acordó en mayo una serie de recomendaciones para el curso negociador: garantizar que el TTIP no afectará al modelo de ejercicio profesional en la UE. Esto es, preservar las legislaciones nacionales de las profesiones y facilitar el comercio transfronterizo de servicios; establecer el reconocimiento mutuo con los mayores estándares de control y seguridad, así como aclarar la cualificación que da acceso al ejercicio de una profesión liberal; otorgar un mayor papel en las negociaciones a las organizaciones profesionales europeas. Se mejorarían los canales de interlocución con las autoridades y entre las profesiones europeas y americanas; dotar de mayor independencia y transparencia al mecanismo ICS. Es decir, un tribunal de arbitraje más objetivo y con atención sobre las particularidades de las profesiones; apartar de la negociación aquellos servicios financiados con presupuesto público. Se mantendría la independencia de los gobiernos sin perder de vista las situaciones en las que las profesiones son proveedores de servicios públicos; y, por último, facilitar el acceso a la contratación pública de EE.UU. a las empresas de servicios profesionales europeas.
Perspectivas de finalización
El límite previsto para rubricar el acuerdo antes del final del mandato del presidente estadounidense, Obama, en enero del 2017, parece hoy más lejos de alcanzar.
El límite previsto para rubricar el acuerdo antes del final del mandato del presidente estadounidense, Obama, en enero del 2017, parece hoy más lejos de alcanzar. Lo reconoció Peter Ziga, ministro de Comercio eslovaco, en la reunión que presidió con sus homólogos europeos sobre este asunto el 23 de septiembre. Si bien, no sería descartable un pacto de mínimos antes de esa fecha. Entretanto, la 15ª ronda, entre el 3 y el 7 de octubre en EE.UU. continuará con las conversaciones, cuyo rumbo político será revisado de nuevo el 20 y el 21 del mismo mes por los jefes de Estado y Gobierno europeos. En este sentido, Malmström apuntó que si no se cerrara el compromiso con la administración Obama se produciría una «pausa natural» en las negociaciones y probablemente no se retomarían hasta mediados del 2017. Sin embargo, el rechazo y las reticencias mostradas sobre el TTIP por los candidatos a la Casa Blanca hacen difícil aventurar un cierre plausible del tratado.
Antecedentes
El fracaso de la Organización Mundial del Comercio para desarrollar un espacio de libre comercio a mayor escala y evitar el desplazamiento del peso económico hacia la cuenca del Pacífico, en detrimento de la UE y EE.UU, que suponen casi el 50% del PIB mundial, son algunos de los factores que originaron el impulso del TTIP. El Grupo de trabajo de alto nivel para el crecimiento y el empleo, creado por Bruselas y Washington, presentó un informe recomendatorio en el 2011 con la finalidad de liberalizar el comercio a ambos lados del Atlántico. Entre sus objetivos, eliminar y reducir las barreras arancelarias y no arancelarias, y mejorar la compatibilidad de los reglamentos y la cooperación regulatoria en temas de interés común.