TIERRA Y TECNOLOGÍA Nº 58 | Autora: Ester Boixereu Vila
El geólogo Jorge Civís, recibirá este próximo sábado 23 de octubre un homenaje póstumo en el ayuntamiento de La Pobla de Segur, su localidad natal. La revista Tierra y Tecnología, el boletín digital del Ilustre Colegio oficial de Geólogos, se quiere sumar a este acto con la publicación de este artículo en el que, además de una breve semblanza, se recogen varias miradas de personas que le conocieron en distintas etapas de su vida y que, todavía hoy, le guardan un gran cariño.

Jorge era un hombre atractivo, tenía una cara angulosa, el pelo rubio, siempre bien cortado y la tez bronceada por el sol, lo que le confería un aspecto saludable. De complexión muy delgada y ágil, parecía una gacela. Su voz, aunque sonaba ligeramente rota por tantos años de fumador compulsivo, tenía una clara dicción, que ponía énfasis. De carácter extrovertido, derrochaba pasión. Dominaba como nadie el arte de la comunicación, por una parte captaba la atención con su clara dicción y sus cambios de tono, se expresaba mucho con las manos, pero también con todo el cuerpo. Por otra parte, también sabía escuchar, prestaba atención al interlocutor y hacía que se sintiera cómodo.
Reafirmaba el orgullo de ser geólogo, influyente, inspirador
Un muchacho aplicado y extrovertido
Jordi, que es como siempre le han llamado sus familiares y amigos catalanes, nació el día 11 de julio de 1948 en La Pobla de Segur, en la comarca pirenaica del Pallars Jussà, (Lleida). Su infancia transcurrió feliz en el seno de una familia numerosa y católica en la que ocupaba el quinto lugar de seis hermanos. Sus padres, Josep y Mercé, regentaban un reputado negocio familiar de panadería y pastelería.
Se escolarizó muy pronto. Así, a los tres años de edad empezó a asistir al colegio religioso femenino de la Sagrada Familia, donde estudiaban sus tres hermanas mayores, pero que también tenía una clase para niños pequeños. Allí aprendió a leer y a escribir con una tiza sobre unas pequeñas pizarras personales.
Para los niños de la época, el día de su primera Comunión era una fecha importante. El 5 de junio de 1955, como premio por haber sacado la mejor nota en la competición de “saberse el catecismo de memoria”, él y su familia se sentaron en el primer banco de la iglesia. A partir de ese día, siempre despuntó por ser de los primeros de la clase. Pero además de ser un buen estudiante, también fue un chiquillo alegre y positivo; sus amigos de la infancia recuerdan que, cuando se caía al suelo jugando, en lugar de enfadarse y quejarse, se reía.

En las Escuelas Nacionales, dónde completó su enseñanza primaria tuvo como principal maestro a su tío, el Sr. Josep Alsina, otro maestro importante fue el Sr. Negre. Era la época de la ayuda americana cuando, como complemento al desayuno, se les daba a los niños un vaso de leche y, como merienda, una porción de queso. Por la mañana, antes de entrar y por la tarde, antes de salir de clase, debían permanecer en formación y, ante la bandera, cantar el himno nacional, el Cara al Sol, y el Oriamendi.
La Pobla de Segur, una localidad de 3.000 habitantes, situada a los pies del Pirineo, no contaba en aquella época con un colegio de enseñanza media, por este motivo, los dos primeros cursos de bachillerato los preparó en una pequeña academia privada y debía examinarse «por libre» en el Instituto de Bachillerato de Lleida. Afortunadamente, en el año 1960, la Delegación Nacional de Juventudes inauguró el Colegio «Virgen de Ribera», donde pudo estudiar los cursos tercero y cuarto de bachillerato. Es en aquella época cuando empezó a aficionarse al excursionismo. Junto con sus amigos, los fines de semana emprendía salidas a los montes cercanos donde también hacía sus pinitos como espeleólogo, explorando las numerosas cuevas de las inmediaciones. Gracias a un sacerdote joven, mosén Diego Martín Portillo, se organizó un grupo excursionista que les permitió realizar travesías mucho más largas y ascensiones a las principales cumbres del Pirineo. Aunque en la academia las clases eran mixtas, ese grupo excursionista era exclusivamente masculino. Con gran entusiasmo, en el verano de 1961, hicieron la primera salida de una semana. En una época en la que el equipamiento para montañeros era muy difícil de conseguir, pidieron prestado el material a los militares del cercano campamento de Mascarell. El material consistía en unas pesadas tiendas de campaña de lona y unos sacos de dormir forrados con piel de cordero. Estas excursiones se habrían de repetir durante algunos veranos, y gracias a ellas, Jordi aprendió a descubrir y amar la grandiosa naturaleza que escondía el Pirineo. Muy probablemente gracias a estas excursiones, nació su vocación de naturalista y geólogo.
Los dos últimos cursos de bachillerato y el preuniversitario los realizó en el Instituto de Enseñanza Media de Lérida. Allí se alojó en el colegio menor San Anastasio. Para Jordi, esta época fue realmente importante. Las clases en el Instituto tenían un alto nivel de exigencia, mucho mayor que en la academia, y los alumnos debían trabajar a fondo. Además, tuvo la fortuna de contar con una serie de profesores extraordinarios, entre los que destacaba una joven profesora de matemáticas, María Rubies, probablemente uno de los profesores que más le influyó.
Durante los periodos vacacionales debía ayudar en las tareas de la panadería familiar. De todas formas, disponía de tiempo libre para que, junto a los otros compañeros de su edad, para poder dedicarse a la práctica del excursionismo y también a disfrutar de su juventud con su pandilla de amigos.

Sus compañeros de esa etapa, lo recuerdan como un muchacho inquieto, alegre, extrovertido y muy buen estudiante.

Recuerdos de su infancia en La Pobla de Segur
Jordi Farrus i Pubill
Éramos muy amigos, desde pequeños estábamos siempre juntos, tanto en la escuela como fuera. Aunque yo era mayor, nací en el 1947, entonces no había una clase por curso. Creo que tendríamos tres años cuando empezamos en el colegio de monjas de la Sagrada Familia. Aunque el colegio era de niñas, había una clase para niños hasta que hacíamos la Primera Comunión. Allí aprendimos a leer las primeras letras, y a escribir con una tiza en unas pizarras personales, de forma y tamaño similar a las actuales tablets. Recuerdo a la Madre Consuelo, también a la madre Milagrosa, joven y que tocaba el piano con mucho aire en ceremonias como los del Mes de María. Las hermanas del Jordi, mayores que nosotros, iban también al mismo colegio de monjas.
Hicimos la Primera Comunión el 5 de junio de 1955. Él y su familia en el primer banco de niños, porque iba por el orden de la competición de saber el catecismo (yo fue el séptimo). En los estudios él siempre fue el primero de la clase, aunque en el grupo había otros buenos estudiantes, como Josep Borrell y Josep Bochaca.
En las Escuelas Nacionales había tres clases de niños en la planta baja (el primer piso era para las niñas). Comenzamos con el Sr. Alsina que era tío de Jordi y padre de su primo y amigo José. Al año siguiente ampliaron a cuatro clases con un nuevo maestro para los más pequeños. Nosotros cambiamos de clase pero seguimos con el Sr. Alsina de maestro. Era la época de la ayuda estadounidense. A media mañana nos daban un vaso de leche, que llegaba en polvo, y por la tarde un trozo de queso, que llegaba en unos grandes cilindros y tenían unos moldes para cortarlo como quesitos. Cada mañana al entrar y por la tarde antes de salir nos hacían formar el pasillo y ante la bandera teníamos que cantar el Himno Nacional, el Cara al Sol de los Falangistas y el Oriamendi los requetés (Por Dios, por la Patria y el Rey lucharon nuestros padres …).
El último curso lo hicimos con el Sr. Joan Negre. El director era el Sr. Jesús Forga, que daba clase a los mayores, pero ya no asistimos a sus clases. Al comenzar el ingreso de bachillerato dejamos de ir a las Escuelas.
En mayo de 1958 nos examinamos de ingreso de Bachillerato en el Instituto de Lleida (ahora Instituto Màrius Torres), que entonces quedaba a las afueras de Lleida.
Como en La Pobla no había ninguna academia para estudiar el bachillerato, nos preparaban los maestros de las Escuelas fuera de su horario. El Sr. Alsina en su piso de casa Civís, la Sra. Luisa (esposa del Sr. Negro) en su clase de las Escuelas. El Sr. Negro y su hijo Juan en la «Academia», el local de cal Fideuer en la calle Industria esquina con la entrada en las escuelas.
Durante el curso 1960-1961 se inauguró en Casa Orteu el colegio Virgen de Ribera, de la Delegación Nacional de Juventudes. Allí hicimos 3º, 4º y Reválida de Bachillerato Elemental. El Sr. Alsina y el Sr. Negre continuaron impartiéndonos clase (fuera de horas de las Escuelas). Mn. Diego Martín Portillo nos daba clase de Religión y de Latín, también nos daba clase el Sr. Palacín (delegado de Falange en La Pobla), y vinieron maestros de fuera como el Sr. Estéfani (director del colegio) y pasaron otros como Saiz, Saez, Casasola. Allí fuimos por primera vez a la clase con chicas: Conxita Solé, Mª Ángeles Peruchet ..
En la Pobla no había ninguna entidad excursionista ni grupo scout. No recuerdo cómo fue que nos empezamos a aficionarse a hacer salidas de sábado o domingo por la mañana a lugares cercanos a la Pobla, como las ruinas del pueblo del Pui del Anell, bajo San Corneli cerca de la fuente de la O, Castillo de Orcau pasando por Montesquiu (no llegamos al castillo porque estaba demasiado lejos y teníamos que volver a comer a casa, entonces, no había teléfonos móviles para avisar). También fuimos a la cueva del Congost o de las Llenes, donde bajamos con la cuerda de la polea de la era de Josep Bochaca. Yo, que era el único previsor, llevaba una linterna, iba delante y me tuve que tirar al suelo cuando empezaron a salir murciélagos, que debían llevar años allí tan tranquilos. También fuimos a la cueva de Toralla. Allí, de todas formas, los que demostraron más interés por las piedras fueron Damián Macaya y Josep Borrell (inseparables) que se habían comprado unos martillos nuevos para la ocasión.
La primera excursión que recuerdo con Mn. Diego, y un maestro de casa Orteu, fue subir a Hortoneda desde la presa de Llania, comimos chuletas a la brasa por el camino, y volvimos por Claverol (sin carretera, por el camino tan pedregoso).
El verano de 1961 hicimos la primera salida de una semana con tiendas de campaña y sacos de dormir (las tiendas de lona, los sacos forrados por dentro de piel de cordero con la lana) que nos dejaban los militares. Fuimos con el camión que recogía la leche de las granjas en Guils del Cantó, por la pista forestal (la carretera actual del Puerto de la Cantó no estaba abierta). Allí estuvimos durmiendo en las tiendas primero y luego, como llovió, en una antigua masía deshabitada. La excursión más larga que hicimos fue hasta San Joan de L‘Erm nou (unos compañeros más revoltosos se bebieron el vino de misa del cura de un grupo scout que había allí acampado, por lo que al día siguiente no pudieron celebrar misa, según supo más tarde Mn. Diego, muy enfadado).
Además de Mn. Diego venían también algunos chicos mayores, como jefes. El más experimentado en la montaña era Josep Maria Llop Orrit, El verano de 1962 hicimos una travesía desde San Mauricio, Portarró de Espot, Estaño Llonc, Aigüestortes, Espot, y volvimos a la Pobla por Pont de Suert con el coche de línea.
En 1963, yo me fui a Barcelona a trabajar a La Caixa, a finales de junio, me quedé sin excursión, que fue una travesía hacia Francia por la banda de Bonabé. Me parece que ese año fueron hasta la cima del Canigó. A pesar de que en la clase también venían 4 o 5 chicas, a las salidas sólo íbamos chicos.
Jordi ya de jovencito tenía un carácter alegre y positivo. Recuerdo que de pequeños, si jugando caía al suelo, en vez de enfadarse y quejarse, se ponía a reír. Siempre era agradable ir con él (era como un líder, pero sin sentido de superioridad ni de dominar). Yo le había ayudado mucho a subir bandejas de pastas del obrador de la panadería en la tienda que tenían en casa del Col lector (ahora Portet), y monas de Pascua. Sus padres eran los que lleevaban Acción Católica en La Pobla, así que también le había acompañado en Navidad a llevar obsequios a las familias necesitadas que vivían cerca de la Pobla en cabañas y bordas.
La primera vez que fui consciente de lo que estudiaba exactamente fue una Semana Santa que me pidió que le acompañara sobre Claverol donde él estuvo midiendo la inclinación de las capas de la montaña.En el año 1965 llegó a la Universidad de Barcelona para estudiar el curso selectivo. La Facultad de Ciencias, en el edificio Histórico, era todavía un lugar de orden, con alumnos vestidos con traje, pelo bien cortado, chicas formales y profesores serios y mayores. Pero, a los pocos meses de haberse iniciado el curso, la agitación social se apoderó de la universidad. Las asambleas organizadas por las asociaciones estudiantiles para boicotear las elecciones sindicales del SEU, el sindicato de estudiantes oficial, de carácter falangista, alteraron el panorama de ese curso. La Universidad cerró en varias ocasiones. Aun así, Jordi pudo seguir las clases de geología de Miquel Crusafont, las cuales le fascinaron. El curso acabó con un paisaje completamente distinto a como había empezado: las asambleas, las huelgas y las manifestaciones estudiantiles habían llegado para quedarse, pero además las faldas de las chicas se hicieron más cortas, fueron desapareciendo las corbatas y Jordi había tomado la firme decisión de continuar con los estudios de geología.
La etapa universitaria en Barcelona
En el año 1965 llegó a la Universidad de Barcelona para estudiar el curso selectivo. La Facultad de Ciencias, en el edificio Histórico, era todavía un lugar de orden, con alumnos vestidos con traje, pelo bien cortado, chicas formales y profesores serios y mayores. Pero, a los pocos meses de haberse iniciado el curso, la agitación social se apoderó de la universidad. Las asambleas organizadas por las asociaciones estudiantiles para boicotear las elecciones sindicales del SEU, el sindicato de estudiantes oficial, de carácter falangista, alteraron el panorama de ese curso. La Universidad cerró en varias ocasiones. Aun así, Jordi pudo seguir las clases de geología de Miquel Crusafont, las cuales le fascinaron. El curso acabó con un paisaje completamente distinto a como había empezado: las asambleas, las huelgas y las manifestaciones estudiantiles habían llegado para quedarse, pero además las faldas de las chicas se hicieron más cortas, fueron desapareciendo las corbatas y Jordi había tomado la firme decisión de continuar con los estudios de geología.
Los años de Licenciatura en Barcelona
Dr. Andrés Pocoví (U. de Zaragoza)
Jorge Civis, Jordi, se incorporó a los estudios de Ciencias Geológicas en 1966 para cursar segundo (el primer curso de la Facultad era el “Selectivo Común” de Ciencias) con la que sería la 12ª promoción de Licenciados en Ciencias (Sección de Geológicas) transcurrido el resto de los agitados años 60.
Las presentaciones y los posicionamientos personales entre condiscípulos no fueron excesivamente complicados pese a que el total de matriculados superaba la veintena (número considerablemente elevado para lo que era usual en Geológicas, aunque ya existía el precedente da la promoción anterior, “también bastante numerosa”). A los pocos días todos conocíamos lo básico sobre nuestra procedencia y andanzas más allá de lo que constaba en la lista de teléfonos de contacto, que había que elaborar rápidamente a efectos de convocatorias para actividades (académicas o no), exceptuando los casos del facultativo de minas y el funcionario, que eran algo reservados. Por cierto, de éste último, bastante antes de acabar el curso ya se supo que era policía y estaba de servicio.
Jordi era comunicativo, transparente en todo lo concerniente a su entorno personal. Además de bien parecido (rubio, risueño, etc.) era algo más pulcro que lo que era corriente entre colegas. También era afable y cariñoso con todo el mundo y particularmente atento con las colegas. Su voz (timbre y entonación) era un componente importante de esta afabilidad. Aun con todo ello no era dado a tomar iniciativas de protagonismo o liderazgo.
El ambiente de la clase (de nuestra promoción) y del sistema educativo era considerablemente individualista, poco proclive al trabajo en equipo, pero de una forma un tanto espontánea y para cada circunstancia, nos distribuíamos encargos para optimizar recursos, especialmente en lo concerniente a recopilación de material (bibliografía, fotos, mapas…) para los numerosos informes o memorias (individuales) de campo o para conseguir el material de laboratorio que tenían que aportar los estudiantes (materiales que podían ir desde distintos tipos de papel hasta centollos para las prácticas de zoología). En ello Jordi desplegaba sus capacidades organizativas para distribuir las tareas según disponibilidades.
Por su condición de hijo de La Pobla de Segur llevaba por delante un cierto conocimiento del entorno pirenaico y, aunque nunca se las dio de “enteradillo” en presencia del profesor (generalmente el Dr. J. Rosell), en las excursiones pirenaicas fue el referente/consultor imprescindible para elaborar las correspondientes memorias individuales. Digamos de paso que las dependencias del entorno del horno del Sr. Civis -padre- acogieron a los estudiantes para pernoctar en ocasión de las prácticas en el entorno.
También el piso de Sarrià (piso compartido con otros estudiantes, entre ellos el hermano de Jordi, también muy bien parecido), que en realidad era una planta baja con pequeño jardín donde la tortuga a veces exhibía manifiestos “antisistema”, era lugar de acogida para sesiones de trabajo de colegas y para gente de paso.
La polarización paleontológica de Jordi no fue muy manifiesta en el transcurso de la licenciatura, puesto que fue muy buen estudiante en todas las materias, incluso en las que tradicionalmente se daban un poco de lado entre geólogos, como era la Botánica, pero indudablemente los materiales obtenidos en los levigados de micro y la incorporación a la UB de los profesores J. de Porta y N. Solé fueron decisivos para encauzar su carrera.
Quiero añadir que los estudiantes que tuvimos la suerte de zafarnos de conflictos jurídicos propios de la época y no tuvimos que vernos en ficha policial, en el TOP o en La Modelo, no perdimos prórroga y completada la licenciatura tuvimos un paréntesis de algo más de un año en África para reflexionar sobre nuestro futuro, que en el caso de Jordi transcurrió haciendo de artillero en el Monte Hacho. Al regreso, vuelta a la tesis y rumbo a Salamanca, pero esto es otro capítulo.
El profesor Jaume de Porta acababa de regresar a Barcelona en el año 1968, después de haber realizado una estancia de diez años en Colombia. Jorge inició una tesina sobre los foraminíferos del Plioceno del Valle del Llobregat bajo su tutela, y se especializó, de este modo, en micropaleontología. De Porta habría de ser su mentor y una de las personas que, sin duda alguna, más le influyeron en su trayectoria científica.
Un profesor dinámico y motivador
Sus comienzos profesionales se desarrollaron impartiendo clases de enseñanza media en un colegio de Barcelona al finalizar la carrera. La labor docente fue una actividad a la que se dedicó con entusiasmo a lo largo de toda su vida. También en esa época, inició su actividad investigadora con los primeros trabajos para realizar su tesina. Poco después, consiguió la plaza de profesor ayudante en la Universidad de Barcelona. Sin embargo, al incorporarse al servicio militar, con destino en Ceuta, tuvo que renunciar a dicha plaza.
En el año 1971, el profesor Jaume de Porta obtuvo la cátedra de Paleontología en la Universidad de Salamanca, y le ofreció a Jorge la posibilidad de acompañarle. Jorge consiguió una Beca de Formación de Personal Investigador del Ministerio de Educación y Ciencia, para realizar su tesis doctoral y una plaza de Profesor Ayudante de clases prácticas en la Universidad Salamanca.
Cuando Jorge llegó a Salamanca, en el año 1972, se encontró con una Facultad de Ciencias nueva y en plena expansión, la primera promoción de licenciados en Ciencias Geológicas acababa de egresar, sólo un año antes la de Biológicas; después llegarían las promociones de Físicas y Matemáticas.
En el departamento de paleontología coincidió con Maruja Valle, una joven bióloga que estaba interesada en la Palinología. Pronto se hicieron novios y se casaron en el mes de marzo de 1973. Maruja se convirtió desde entonces su inseparable compañera durante todos estos años, y la madre de sus dos hijos, Marta y Jorge (figura 5).
Defendió su tesis «Estudio de los foraminíferos del Plioceno del NE de España» en el año 1977. Posteriormente, fue Profesor Adjunto de Paleontología y en 1981 obtuvo la Plaza de Profesor Agregado de Paleontología (Micropaleontología) de la Universidad del País Vasco. Pese a la brevedad de su estancia en Bilbao, consiguió renovar la docencia de la paleontología en dicha facultad, dejando un grato recuerdo tanto entre los estudiantes como los profesores.
Ese mismo año, Jaume de Porta fue nombrado Catedrático de la Universidad de Barcelona, y Jorge se presentó a la plaza que quedó vacante en Salamanca. El 22 de diciembre, cuando tenía tan sólo 33 años de edad, tomó posesión de la cátedra de Paleontología, convirtiéndose así en el catedrático más joven de la universidad española.
Definitivamente, Jorge fue un gran profesor, a su vocación docente, se unía su dinamismo, entrega y grandes dotes comunicativas. Se esforzó en organizar campamentos para los estudiantes, de modo que pudieran acercarse a la geología y aprendieran la práctica de la metodología geológica. Además de campamentos en distintos lugares de la geografía española, supo acercar la geología de La Pobla a los estudiantes de la Universidad de Salamanca, tanto a los de Biología, como los de Geología, ya que organizó los campamentos de Geología en La Pobla, un lugar con características excepcionales para el aprendizaje de la geología.
Cabe destacar que con el mismo empeño que dedicó a la formación de geólogos, siempre tuvo un gran interés en la Geología adquiriera también un desarrollo profesional, de modo que los conocimientos adquiridos en la facultad por los estudiantes pudieran ser transferidos a la sociedad con el ejercicio de la profesión. Así, cuando en 1978 se creó el Colegio de Geólogos, se unió a él como miembro activo desde sus inicios.
Jorge, a pesar de haberse afincado en Salamanca, continuó durante toda su vida manteniendo estrechos vínculos con La Pobla, donde conservaba una vivienda, pero, sobre todo, muchos familiares y amigos. Además, en cualquier ocasión, aprovechaba para ensalzar las bondades del Pallars, tanto gastronómicas (era un ávido consumidor de xolís) como paisajísticas, y desde luego, geológicas. Aprovechó siempre sus vacaciones para realizar trabajos de investigación en el campo, pero también para compartir sus conocimientos con sus vecinos, y de este modo impartió conferencias, organizó cursillos de geología y exposiciones paleontológicas.
El profesor Jorge Civis no era como los demás
Dra. Zaida Ortega Diago, Investigadora Postdoctoral de la Universidade Federal de Mato Grosso do Sul (Brasil)
David González del Pozo, Técnico Investigador en Agroecología para el sector privado en Alemania
En segundo de carrera – que es cuando daba sus clases de Paleontología en Biológicas – tenemos que reconocer que nuestras inquietudes del momento nos llevaban más a disfrutar el ambiente nocturno y después recopilar apuntes para preparar los exámenes que a asistir a clase día a día.
Sin embargo, la energía debida a los 5 cafés antes de empezar la mañana (además de su energía natural), y la forma de transmitir de Civis nos enamoró desde la primera clase, pese a que eran siempre a primera hora de la mañana. Jorge Civis explicaba la Paleontología de una forma muy atractiva, comprensible y divertida, haciéndonos sentir como detectives, intentando descifrar los secretos de la naturaleza pasada de unos estratos a través de los pequeños foraminíferos o los radiolarios.
Nosotros fuimos al primer campamento de Paleontología de Pirineos (cerca de su querido pueblo, La Pobla de Segur) en 2002. Allí, en el campo, era un hombre incansable, con más energía que muchos alumnos para subir montañas, buscar fósiles sobre los que explicar geología y evolución en directo, y, al llegar al pueblo, todavía tener chispa para movilizar a todos para ir a la verbena a cantar con sus amigos de La Pobla y contarnos cuentos (el del famoso patufet, ¡cómo olvidarlo!).
En definitiva, era un hombre excepcional que ha dejado una gran huella en muchas generaciones de biólogos de la Universidad de Salamanca.
Un profesor motivador y dinámico
María Isabel Reguera García. Doctora en Geología por la Universidad de Salamanca. Técnico Especializado en el CN Instituto Geológico y Minero de España (CSIC)
Hace algo más de 20 años que Jorge fue mi profesor de “Paleo” en 3º de Ciencias Geológicas en la USAL, por lo que el paso del tiempo ha borrado muchos de los recuerdos de aquella época. No obstante, sí recuerdo el primer día de clase como si fuera ayer, Jorge entró en el aula, con una americana gris y nos saludó con su voz rasgada por el tabaco y el café. Recuerdo que me pareció una persona cercana pero que iba a ser difícil de torear, no en vano los alumnos de Biológicas le llamaban “el SIMCA”, en referencia a esa popular marca de coches francesa pero que en este caso venía al pelo como abreviatura para “simpático cabrón”. Fue el mismo Jorge quien nos explicó dicho apelativo de manera divertida y cariñosa, del mismo modo en que explicaba su asignatura. Todavía recuerdo las ganas de aprender, de saber más sobre la “Paleo”, y el entusiasmo por asistir a sus clases. Jorge sabía transmitir de una manera especial, diferente y, como los grandes sabios, hablaba de su ciencia con humildad sin buscar más allá y motivaba sólo con su ilusión.
Recuerdo el campamento de Huelva, asociado a la asignatura, como uno de los más divertidos de la carrera pese a las largas jornadas cartografiando bajo un sol de justicia, las cuales se veían recompensadas por una caja de fresas al finalizar el día. Recuerdo su sonrisa y también sus enfados porque no prestábamos atención o porque no habíamos dado todo de nosotros mismos, pues como buen profesor exigía a sus alumnos lo que él daba. Puede que de ese sentimiento que abrigué durante sus clases viniera la decisión sobre mi especialidad pues, como Jorge, soy micropaleontóloga “experta” en foraminíferos.
Años después, siendo ya parte del personal del IGME, me comunicaron que el nuevo director de la institución iba a ser él. Eso derivó en diversas bromas y algunas chanzas sobre mi posible ascenso meteórico a la cima del organismo (los españoles somos así…) y que yo me tomaba a bien pues sólo deseaba encontrarme con mi querido profesor. Recuerdo el día que entró en mi despacho, por aquel entonces en la sede de Tres Cantos, y cómo nos alegramos de vernos pues yo no sabía que estaba de visita ese día y él no sabía que yo era una de “sus nuevas empleadas”. El calor de ese abrazo es algo que no podré olvidar, pues Jorge era así, cercano y entregado.
A día de hoy, en mi despacho de la segunda planta del ala de Cristóbal Bordiú, hay un recuerdo muy especial de Jorge, su última lupa, instrumento que, igual que le sirvió a él, espero que me sirva en mis futuras investigaciones.
Un excelente micropaleontólogo
Ciertamente, la trayectoria investigadora de Jorge Civís fue muy dilatada, con un buen número de contribuciones de calidad, con cinco tramos de investigación (sexenios) reconocidos, y premio de investigación a la excelencia científica “María de Maeztu” de la Universidad de Salamanca. A lo largo de su carrera, dirigió 14 Tesis Doctorales, varios de sus doctorandos han alcanzado, después, niveles de excelencia investigadora, algo de lo que siempre se enorgulleció, presumía, como buen profesor, de que sus estudiantes le superasen.
Su investigación fundamental se desarrolló sobre el estudio de microfósiles: Foraminíferos y Ostrácodos, y en distintos temas relacionados con la eventoestratigrafía, paleoecología y ecoestratigrafía, referidos a los últimos 25 millones de años de la Historia de la Vida. Las zonas de campo donde trabajó, dirigiendo equipos internacionales pluridisciplinares, fueron sobre todo del Dominio Atlántico desde Lisboa, Algarve, Cuenca del Guadalquivir, Marruecos y Sahara Occidental, incluyendo Canarias y Cabo Verde. También trabajó sobre los microfósiles del Neógeno de Cataluña, de la Cuenca del Duero, y en el límite Cretácico/Terciario del Prepirineo Central (Cuencas de Tremp y de Ager). Fue autor de más de 150 publicaciones: tanto en revistas internacionales incluidas en el SCI, con más de 1000 citas; como capítulos de libros, otras revistas internacionales, y revistas nacionales. Presentó un gran número de comunicaciones a Congresos Internacionales y Nacionales. Fue presidente del Comité Ejecutivo del III Congreso Geológico de España y del VIII Congreso Latinoamericano de Geología; de las IV y de las XVIII Jornadas de la Sociedad Española de Paleontología, del 4th Congress of the Regional Committee on Atlantic Neogene Stratigraphy de Buenos Aires (Argentina), entre otras. Fue el Comisario de la Exposición “Planeta Tierra” organizada por el IGME. Actuó como editor de libros de resúmenes de congresos nacionales e internacionales y autor de guías de campo. En su labor investigadora destacó por su participación, desde 1983, en 17 proyectos nacionales, en los cuales en ocho fue el Investigador Principal, y en cinco proyectos Internacionales.

Por otra parte, cabe destacar que, a lo largo de su carrera, consiguió liderar las más importantes asociaciones de científicos de su especialidad, lo que demuestra el reconocimiento de sus colegas. Así, fue Presidente del Regional Committe of Atlantic Neogene Stratigraphy (International Union of Geological Sciences); Presidente de la Sociedad Geológica de España; vicepresidente de la Sociedad Geológica de Francia; Presidente de la Asociación Europea de Sociedades Geológicas, así como miembro del Comité Asesor Científico del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana.
Presidente de la Sociedad Geológica de España
La Sociedad Geológica de España (SGE) fue fundada en 1985. En su gestación participaron más de 250 miembros fundadores, entre los que se encontraba Jorge, los cuales consideraron la importancia de crear una asociación que englobara todos los aspectos de la Geología, que la promoviese y la defendiera en todos los ámbitos de la sociedad. Su compromiso con ella fue tan firme que le llevó a ser presidente de en dos ocasiones: la primera entre los años 1990-1992 y la segunda entre 1997-2001.
Bajo su dirección tuvo lugar el traslado de la sede de la sociedad a la Universidad de Salamanca. Aunque probablemente su mayor logro fue la organización del III Congreso Geológico de España y VIII Congreso Latinoamericano de Geología en el año 1992, en Salamanca, siendo el Presidente del Comité Ejecutivo, convirtiéndose en la persona clave en la organización y el éxito del evento.
También fue Presidente del Comité Ejecutivo del MAEGS,11.- International Congress of Association of European Geological Societies (1991), vicepresidente del V Congreso Geológico de España, del 1º Word Geologist Professional Meeting (Alicante, 2000) y vicepresidente de la Asociación Europea de Sociedades Geológicas.
Director del Instituto Geológico y Minero de España
No obstante, fue en el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) donde Jorge alcanzó el cargo de mayor relevancia de su carrera profesional. En 2012, cuando tenía sesenta y cuatro años, decidió aceptar el reto que le ofreció la entonces Secretaria de Estado, Carmen Vela, quien le propuso ser el Director del Centro. A lo largo de los cinco años se hizo cargo de la dirección de la institución, a la que le dedicó toda su energía y esfuerzo. Entre sus muchos logros como Director del IGME, los más relevantes fueron:
- La puesta en marcha del proyecto PLANAGEO (Plan Nacional de Geología de Angola). El IGME, junto con el LNEG (servicio geológico portugués), y la empresa española IMPULSO en consorcio, tras acudir en libre competencia a la licitación internacional del proyecto, consiguió la concesión de una de las tres áreas en las que se dividió el estudio a desarrollar en el país africano. El complejo trabajo tenía como objetivo principal el dotar a Angola de una infraestructura geológica y minera. Para la institución, la negociación con el resto de socios supuso un gran reto, ya que las etapas iniciales: concesión del proyecto, puesta en marcha de los vuelos geofísicos aeroportados y organización de los equipos en campo, resultaron muy complejas. El impulso de Jorge sirvió para salvar, en no pocas ocasiones, situaciones críticas o nunca experimentadas en la complicada labor de arrancar un proyecto de tales dimensiones.
- El notable esfuerzo en la internacionalización del IGME. De este modo, su paso supuso una mejora de las relaciones internacionales, que se plasmaron en el aumento de la actividad en la asociación europea de servicios geológicos (EuroGeoSurveys) y la iberoamericana (ASGMI). Su implicación en el tema le llevó a formar parte de las juntas directivas de ambas asociaciones.
- Impulsó las relaciones institucionales con otras entidades relacionadas con las Ciencias de la Tierra brindando el apoyo del IGME a la celebración de congresos o jornadas. En este sentido, volvió a poner en marcha la Comisión Nacional de Geología.
- Bajo su dirección, el IGME realizó la publicación del Mapa Geológico de España y Portugal a escala 1:1.000.000, que incluyó importantes novedades frente a versiones anteriores de este documento base del conocimiento geológico del país, como fue la inclusión de la cartografía geológica de la plataforma continental marina y de los archipiélagos de Azores y Madeira.
Finalmente, no se puede olvidar su interés en potenciar la divulgación de la geología, tanto a través del Museo Geominero como con el apoyo económico, por parte del IGME, al Geolodía que de este modo logró consolidarse como una de las iniciativas de divulgación científicas más exitosas a nivel nacional. En este sentido, gracias a su interés, se logró organizar la exposición “Hispaniae Cartographica, La representación geológica de España a través de la Historia”, sobre la Historia de la Cartografía Geológica en España. Dicha exposición se puede considerar como la más completa de estas características que se haya realizado hasta la fecha. La muestra se expuso durante los años 2015 y 2016 en dos sedes, primero en el Alcázar de Segovia, y después en el Centro Nacional de la Evolución Humana de Burgos.

De todas formas, el desempeño de sus funciones como Director del IGME, no le impidieron continuar con sus tareas como investigador. A tal efecto disponía de una lupa binocular y de un microscopio en una mesa junto a su despacho, herramientas que le permitían seguir avanzando en sus trabajos de investigación.
Al cesar como Director del IGME, quiso tomar un año sabático para continuar dedicándose a la investigación paleontológica, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, junto a la profesora Caridad Zazo.
Desgraciadamente, el 8 de noviembre de 2017, a primera hora de la mañana, mientras se dirigía al Museo de Ciencias Naturales en su segundo día tras haberse incorporado en el mismo, un infarto de miocardio acabó con su vida de forma inesperada y repentina.
Desde ese día, se han sucedido los homenajes póstumos, entre los que cabe destacar el que recibió por parte del ICOG, que le nombró colegiado de honor durante la celebración de Navidad en el mes de diciembre de 2017. Por otra parte, la Sociedad Geológica de España, en el marco de su 64 sesión científica celebrada en la Escuela Politécnica Superior de Ávila (Universidad de Salamanca), el 1 de julio de 2018, le rindió un cálido homenaje. En cuanto al IGME, la revista decana en Ciencias de la Tierra, el Boletín Geológico y Minero, que edita esta entidad, estableció, en 2018, convocar los premios anuales “Jorge Civís” al mejor trabajo fin de master defendido durante el año anterior, en cualquiera de los ámbitos de las Ciencias de la Tierra. Estos premios llevan su nombre en recuerdo a su compromiso en la promoción de la cultura científica en general, a la geología en particular y por el apoyo que siempre prestó a la edición de esta revista.
Este sábado 23 de octubre, en fechas cercanas al cuarto aniversario de su fallecimiento, Jordi Civís i Llovera, recibirá un homenaje en el Ayuntamiento de La Pobla de Segur, durante el cual se le nombrará Hijo Predilecto de la localidad.
El valor de su contribución: un científico honesto, generoso y amable
La perspectiva que da el tiempo transcurrido desde su fallecimiento, permiten valorar su trayectoria vital y su legado, tal como hemos intentado hacer.
Sin ninguna duda alguna Jorge fue, ante todo, un profesor extraordinario, sin ninguna duda sus férrea vocación docente, sus extraordinarias dotes comunicativas, y capacidad intelectual hicieron de él un profesor inspirador que reafirmaba entre sus alumnos el orgullo de ser geólogo.
Como científico, tuvo un recorrido ejemplar. Sus colegas le recuerdan por su talante abierto, con el que se podía siempre discutir los resultados de los trabajos, y que estaba siempre dispuesto a establecer cualquier tipo de colaboraciones.
Para finalizar, es importante destacar que todos los que tuvimos la fortuna de tratarle, coinciden en considerar que Jorge fue siempre una persona muy cercana, amable y abierta, cuya mayor virtud, sin ninguna duda, fue tratar muy bien a todo el mundo, sin hacer distinción de su posición académica o social. Era un caballero, que tenía la infrecuente cualidad de conseguir, gracias a su franqueza, que su interlocutor se sintiera cómodo cuando hablaba con él, tanto si era un alumno como un importante empresario. Como se ha dicho, sus cualidades humanas: honestidad, generosidad y amabilidad hacen que su figura sea recordada con cariño.
Agradecimientos
Queremos dar las gracias a Jordi Farrús Pubill, Josep Bochaca Tohà, Andrés Pocoví, José Ángel Gonzalez Delgado, Caridad Zazo, Ana María Alonso Zarza, José Manuel Baltuille Martín, Zaida ortega, David González del Pozo y a Isabel Reguera, por las aportaciones biográficas y las revelaciones de distintos aspectos sobre su vida que han permitido la realización de este trabajo.
Bibliografía
Galí, S. 2003. Una crònica de cinquanta cursos. En: Montserrat Liesa (ED.) Cinquanta anys de geología a la Universitat de Barcelona. Facultat de Geología. Universitat de Barcelona. 284 pags.
Rodriguez Clemente, R. 2003. Del 1965 al 1979 Anys de lluita. En: Montserrat Liesa (ED.) Cinquanta anys de geología a la Universitat de Barcelona. Facultat de Geología. Universitat de Barcelona. 284 pags.
Sánchez Vilanova, Ll. 1999. Dr Jordi Civís i Llovera. Geòleg. Associació Cultural Comú de Particulars. Imprenta Casa Torres. 12 paginas.