El pasado 16 de febrero se celebró el geoforo ‘Uso de drones para el estudio y difusión de la geología’ en la sede del ICOG en Madrid. Ester Boixereu, coordinadora de las tertulias del geoforo, presentó al invitado de la tarde, Javier Fernández Lozano, doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad de Utrecht  y experto en cartografía, teledetección y láser 3D, así como técnico en cartografía y fotogrametría por la Universidad Politécnica de Madrid. Fernández Lozano cuenta con el título de piloto de drones por el European Aviation College de Salamanca y es operador certificado de aeronaves no tripuladas por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea.

En su disertación, Javier Fernández hizo un repaso a la historia del uso de las aeronaves no tripuladas en aplicaciones geológicas. Una trayectoria que se remonta a finales del siglo XIX y que está íntimamente ligada a la evolución de las técnicas de fotografía aérea. En la actualidad, la fotogrametría está viviendo toda una revolución tecnológica con la aparición del LIDAR, que permite elaborar modelos tridimensionales de alta precisión eliminando elementos superfluos en la superficie (vegetación, construcciones humanas, etc.).

Esta técnica, que hasta ahora se venía realizando desde aviones y helicópteros, está empezando a ser utilizada en aeronaves no tripuladas (drones) con sus consiguientes ventajas: menor coste, mayor maniobrabilidad y posibilidad de acceder a lugares muy remotos. “Es muy importante tener en cuenta los puntos de control y realizar una rectificación posterior para que la cartografía digital que realizamos sea totalmente precisa”, explicó Fernández Lozano. Esto es especialmente importante en aplicaciones para el estudio de riesgos naturales, ya que pequeñas desviaciones en la cartografía pueden poner en riesgo infraestructuras y personas.

Además del estudio del terreno para la elaboración de modelos tridimiensionales, los drones se pueden utilizar en muchas otras aplicaciones relacionadas con la geología, según relató el experto. Así, se están utilizando aparatos de este tipo en estudios tectónicos para determinar las direcciones de posibles deslizamientos del terreno. “En geotermina y riesgos geológicos, el uso de drones permite hacer un estudio detallado del terreno en muy poco tiempo y con un coste muy asequible”, añadió Javier Fernández. También se pueden equipar los drones con diferentes tipos de sensores capaces de detectar, por ejemplo, niveles de radiactividad (como se está haciendo en la central nuclear de Fukushima, en Japón) o diferentes tipos de radiaciones de minerales presentes en el terreno para aplicaciones de minería.

Este experto puso como ejemplo el estudio que ha realizado la Universidad de Salamanca sobre las minas romanas del Valle del Eria, un conjunto de antiguos yacimientos de oro actualmente abandonados y que constituyen la base del proyecto del Geoparque Valle del Eria.

Además, Javier Fernández Lozano destacó el impacto económico que el uso de drones tendrá en el futuro. Según datos de AUSVI (Asociación Internacional de Vehículos No Tripulados), este sector moverá en los próximos años 45.000 millones de dólares sólo en aplicaciones relacionadas con infraestructuras, a los que hay que sumar otros 4.500 millones en aplicaciones vinculadas a la minería.