Emilio Elízaga Muñoz, in memóriam (1992-2012)

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Tierra y Tecnología nº 42 | El 5 de septiembre de 1992 falleció en Madrid Emilio Elízaga Muñoz, geólogo del Instituto Geológico y Minero de España, y de cuya Oficina Regional de Valencia era, a la sazón, director.

Con este motivo, y al cumplirse veinte años de esa fecha, se decidió llevar a cabo un pequeño, pero sentido homenaje por parte de sus amigos y compañeros más cercanos, en la sede del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos en Madrid.

Al mismo asistieron en torno a una treintena de personas y se recibieron más de medio centenar de adhesiones provenientes de rectores, catedráticos y profesores de diversas universidades, así como de diversos ministerios y organismos oficiales, además del IGME, lógicamente.

En dicho acto, se leyeron dos escritos, uno redactado al efecto por Ángel García Cortés, como compañero del Instituto Geológico, y el otro obra de José Antonio Águeda Villar y de Jaime Palacio Suárez-Valgrande, en sus calidades de profesor y compañero de promoción, respectivamente, y amigos de Emilio, todos ellos.

Asimismo, se proyectó una de las películas que en su día produjo y supervisó, sobre patrimonio y puntos de interés geológico de la cordillera Cantábrica.

Biografía

Emilio Elízaga nació en Madrid el 22 de junio de 1945 y cursó la licenciatura en Ciencias Geológicas, en la Universidad Complutense (1966-71).

Durante los veinte años que, hasta su fallecimiento, estuvo dedicado a la Cartografía Geológica (Plan MAGNA), Emilio supervisó sesenta y cuatro hojas a escala 1:50.000, y nueve a escala 1:25.000, siendo coautor de once de ellas, así como responsable, e igualmente coautor, de los apartados de estratigrafía y sedimentología de las memorias correspondientes.

Al campo de la Geología Ambiental, de la que fue pionero en España, le dedicó gran parte de su tiempo. Lo atestiguan, no sólo sus ciento veintiuna publicaciones de tipo científico, sino también la multitud de conferencias y cursos impartidos, artículos y libros de divulgación, su dedicación personal a grupos de trabajo multidisciplinares y las labores de dirección en las diversas áreas de la Geología Ambiental y la Ordenación del Territorio.

Fue el principal impulsor del Grupo Español correspondiente, y posteriormente fundador de la Sociedad Española de Geología Ambiental y Ordenación del Territorio (SEGAOT), en la que ostentó, durante años, el cargo de secretario general. Igualmente, fue pionero e impulsor en España del desarrollo y ejecución del inventariado, catalogación, divulgación y protección del patrimonio geológico, y aunque los referidos trabajos ya dan fe suficiente de la valía personal de Emilio y de su notable dedicación a las labores que tuvo encomendadas, es en los campos de actividad relacionados con el patrimonio geológico, donde destaca como un auténtico pionero a escala nacional.

Él inició el Inventariado y Catalogación de los Puntos de Interés Geológico y Minero de España, e intervino, y fue pieza clave, en el desarrollo de su metodología, divulgación y protección.

Quince años después de su muerte, se creó en el IGME el Área de Patrimonio Geológico y Minero, y en este homenaje, al que se está haciendo referencia, se ha propuesto por parte del actual director de la misma «que emulando a algunas cátedras universitarias con subvención privada, merecería denominarse ‘Área Emilio Elízaga’».

Breve semblanza de Emilio Elízaga Muñoz

Cuando ingresé en el Instituto Geológico y Minero de España, a mediados del año 1981, tuve pronto la oportunidad de comprobar las magníficas cualidades humanas de Emilio Elízaga. Su nombre perdurará en el recuerdo de todos cuantos lo conocimos y tratamos, como un profesional competente, un compañero ejemplar y un amigo leal.

Era la época probablemente más gloriosa del IGME, con grandes programas nacionales de infraestructura geológica y minera, como el Plan Nacional de Investigación Minera, el Plan MAGNA de cartografía geológica a escala 1:50.000, el Plan Nacional de Abastecimiento de Aguas a Núcleos Urbanos, el Programa Nacional de Investigación de Aguas Subterráneas, el Programa de Investigación de Fondos Marinos, o los programas para la ejecución de cartografías temáticas: hidrogeológica, geotécnica, metalogenética, de rocas y minerales industriales, etc.

Pero como contrapunto de esta envidiable actividad, la situación interna del Instituto estaba en cierto modo enrarecida por tensiones laborales, inicialmente solapadas pero que fueron aflorando con rapidez. A la entonces tirantez entre ingenieros de minas y geólogos, felizmente hoy superada, se añadían las diferentes situaciones y problemáticas que correspondían a colectivos diversos de contratados laborales y contratados administrativos, unos interinos, otros fijos, otros eventuales. Emilio, aunque padeció como otros muchos este tipo de desigualdades, supo granjearse el respeto y la simpatía de unos y otros.

Defendía sus opiniones con firmeza pero de forma afable, “salpimentando” sus afirmaciones con característicos toques de humor. Le caracterizaban su concepción divertida de la vida, su bonhomía y esa aureola de humo de su pipa, que siempre le acompañaban, tanto durante el trabajo en Ríos Rosas (sede del IGME), como en el campo o en alguna cervecería donde gustaba sentar tertulia de tarde en tarde, una vez concluida la jornada laboral.

No era pues de extrañar que los jóvenes que, como yo, nos acercábamos a él para consultarle, sintiéramos una mezcla de admiración, simpatía y respeto, que inducía a dejarnos guiar por sus conocimientos. Éstos, que eran muchos, se aplicaron en primer lugar a la dirección y supervisión de numerosas hojas del Plan MAGNA, desde el mismo lanzamiento del Plan en los albores de los años setenta del siglo XX. Las primeras hojas que supervisó fueron las de Villanueva de la Fuente, Robledo y Pozo-Cañada, en Albacete y límite de Ciudad Real, finalizadas en 1974. Su implicación en la supervisión de las hojas se hizo notar desde el principio, ya que figura también como autor de la cartografía en la hoja de Pozo-Cañada.

eelizaga02Durante los veinte años que, hasta su fallecimiento, estuvo dedicado al Plan MAGNA, Emilio supervisó muchas de las hojas a distintas escalas, siendo coautor de algunas de ellas. A ello hay que sumar que realizó o participó en la realización del mapa geomorfológico en otras tres hojas 1:50.000, de los capítulos de neotectónica en ocho, y del informe de lugares o puntos de interés geológico en otras quince hojas.

Fueron también variadas las regiones donde se centraron sus cartografías y las hojas por el dirigidas: la zona Prebética (veintitrés hojas), la cuenca del Duero (veintiuna hojas), La Mancha y cobertera tabular de la Meseta (catorce hojas), Menorca (nueve hojas 25.000), la cordillera Cantábrica (ocho hojas), la Depresión Intermedia (siete hojas) y la cordillera Ibérica (tres hojas).

En su última etapa de actividad cartográfica colaboró con José Baena en el mapa geológico de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, publicado en 1989.

Es de destacar también que su carácter inquieto, abierto y colaborador le llevó, en los últimos años de su vida, a participar como autor en proyectos de carácter más aplicado, como el estudio sobre el impacto económico y social de los riesgos geológicos en España, que llevó a cabo en 1988 junto con Francisco Ayala Carcedo; también en proyectos de investigación hidrogeológica, como los estudios hidrogeológicos complementarios para el emplazamiento de la central nuclear de Ascó (1990), el análisis de los aprovechamientos de aguas subterráneas en el subsistema acuífero de Vinaroz-Peñíscola (1991), el estudio hidrogeofísico del acuífero profundo de la ribera baja de la provincia de Valencia (1990), o el estudio hidrogeológico para la mejora del abastecimiento urbano a Villanueva de Castellón (1991); y, finalmente, en proyectos de investigación minera como la investigación de diatomitas en el sur de Albacete, publicado en 1993, un año después de su muerte.

Para valorar convenientemente su mérito, hay que situarse en el contexto de 1978, cuando el IGME era un organismo autónomo dependiente del Ministerio de Industria, por lo que sus objetivos estaban centrados en el mejor aprovechamiento de los recursos minerales e hídrogeológicos. En este ambiente productivista, Emilio supo convencer al jefe de la División de Geología, Manuel Alvarado, y al director del IGME, Adriano García-Loygorri, del beneficio de conservar los recursos geológicos con interés científico, didáctico y turístico, y de la conveniencia de lanzar un programa de inventario del patrimonio geológico.

La experiencia de Emilio en sus trabajos de cartografía MAGNA le llevó a desarrollar este programa de inventario en las regiones que le eran más conocidas: entre 1979 y 1981, el inventario de la cordillera Cantábrica, que se extendió a Galicia, entre los años 1980 y 1981, el de los sectores orientales de la Ibérica y Prebético, entre 1982 y 1984, y el de la isla de Menorca entre 1985 y 1986.

Poco más de un año antes de su muerte, tuve la suerte de presentar una comunicación con Emilio y Ernesto Gallego al primer Simposio Internacional sobre la Protección del Patrimonio Geológico, celebrado en Digne (Francia) en junio de 1991. Allí, Emilio y yo tuvimos el honor de firmar, como únicos asistentes españoles, la Declaración Internacional de los Derechos de la Memoria de la Tierra, en cuya elaboración participamos. Guardo un agradabilísimo recuerdo de estos días de estrecha convivencia con Emilio, que me permitieron disfrutar de su extraordinaria personalidad y marcaron sin duda, a partir de entonces, gran parte de mi actividad profesional y, por ende, de la propia actividad del IGME en patrimonio geológico.

eelizaga03Sus últimos trabajos en este campo, ya con carácter póstumo, fueron un informe interno del IGME, dirigido por quien escribe estas líneas, sobre el concepto, situación actual de las investigaciones y perspectivas de futuro del patrimonio geológico, finalizado en 1993, y en el que participaron, además, Jaime Palacio, Antonio Cendrero, Ernesto Gallego, Jorge Morales y Javier Pedraza; así como la publicación a la que dio lugar este informe en 1996, titulada El patrimonio Geológico. Bases para su valoración, protección, conservación y utilización y realizada por el Ministerio de Obras Públicas, primera entidad de la Administración General del Estado y ajena al IGME, que se sensibilizaba por esta temática.

Muchos otros compañeros de Emilio en el IGME, quienes tuvieron con él una más prolongada convivencia, podrían haber redactado estas breves líneas. Pienso en Pedro Ruiz, Carmen Antón-Pacheco, Vicente Gabaldón, Alfredo Pérez-González, Cecilio Quesada o Roberto Rodríguez. Entiendo que mi elección ha sido debida a que, en la medida de mis posibilidades, recogí su legado e intenté que no se perdiera en el IGME el impulso que supo crear y mantener en defensa del patrimonio geológico español. Quince años después de su muerte, se creó en el IGME el Área de Patrimonio Geológico y Minero, la cual, emulando a algunas cátedras universitarias con subvención privada, merecería denominarse “Área Emilio Elízaga”. En este vigésimo aniversario de su fallecimiento, vaya para él todo nuestro agradecimiento y el más emotivo de nuestros recuerdos.

Ángel García Cortés

Madrid 2012

Emilio Elízaga Muñoz: el geólogo y su obra (1945-1992)

Estas líneas constituyen el pequeño homenaje que José Antonio Águeda Villar y Jaime Palacio Suárez-Valgrande queremos tributar a la figura del que fuera alumno, compañero y, por encima de todo, muy querido amigo, Emilio Elízaga Muñoz (Morton), con motivo del vigésimo aniversario de su fallecimiento.

Su vida breve, pero intensa, había respondido a sus deseos, escribió artículos y libros de interés permanente, realizó y dirigió la elaboración de mapas geológicos de muy buena ejecución, investigó en los lugares más apartados de la geología española, y fue pionero en España de estudios geoambientales.

Su obra, aunque interrumpida prematuramente, es hoy una realidad palpable, una extensa relación de trabajos y títulos avalan su trayectoria profesional y científica.

Si resulta difícil encontrar las palabras adecuadas para iniciar cualquier escrito, más lo es para nosotros expresar unas ideas válidas sobre la personalidad humana y científica de un amigo desaparecido. Con la obligada reflexión que proporciona el tiempo ya transcurrido, pero con el recuerdo latente de su persona, no quisiéramos que el afecto que hemos sentido por Emilio Elízaga alterara la valoración de su vida y obra.

Durante su estancia en la Universidad, conoció personas y vivió un ambiente, el de la Sección de Geológicas de la entonces Facultad de Ciencias, que iban a marcar definitivamente su vida. Su compromiso por la conquista de las libertades, su honestidad personal y su gran generosidad eran sus cualidades más significativas.

De esta etapa de su vida no podemos menos que recordar los más de veinticinco años de amistad y relación ininterrumpida que nos unieron.

En mi caso, fue en 1968, en mis primeros años como docente, cuando conocí a Emilio en la asignatura de Cartografía Geológica. Desde entonces tuve la satisfacción de contar con éI como amigo y compañero. Por mi parte conectamos desde el primer día de carrera, dos años antes, en el famoso “Pisito” (Facultad de Medicina), siendo un extraordinario compañero, y el autor y responsable del alias por el que se me conoce entre amigos y colegas profesionales.

Su vida

Al finalizar la licenciatura (1971), Elízaga ejerció inicialmente su actividad profesional en la empresa de Ingeniería ESTEYCO (1971-1974) donde realizó sus primeros trabajos de Cartografía Geológica aplicada a las Obras Públicas, con los famosos y envidiados proyectos, dentro de la profesión en aquellos tiempos, de: “Estudios Previos de Terrenos”, del Ministerio de Obras Públicas.

En 1974, se incorpora al Instituto Geológico y Minero de España donde realmente desarrollaría su corta pero fructífera vida profesional. Desde sus inicios como geólogo del IGME, escogió como líneas profesionales y de investigación sus dos obsesiones: el Mapa Geológico (como único método de representar el resultado de los procesos geológicos), y el análisis estratigráfico y sedimentológico, como claves de interpretación y reconstrucción de ambientes sedimentarios.

eelizaga04La competencia y entusiasmo que le caracterizaban se tradujeron en la realización, dirección y supervisión, de más de setenta y dos hojas del Mapa Geológico de España a escala 1:50.000 y 1:25.000 (MAGNA).

A pesar de su dedicación, por imperativos profesionales, a la Cartografía Geológica, supo compaginar esta especialización con el interés por eI conocimiento de los procesos sedimentarios, su dinámica y significado. Esta faceta queda plasmada en los capítulos correspondientes de Estratigrafía y Sedimentología de las memorias de las hojas del MAGNA ya citadas, así como en los diversos trabajos de investigación publicados, y en la realización de su tesis doctoral, Análisis de facies sedimentarias y petrología, de los depósitos lacustres de edad Neógeno Superior, Zona Prebética, Albacete (España).

Su actividad, siempre abierta y expectante, ante nuevos campos de investigación le lleva a trabajar, desarrollar y promover una nueva especialidad: la Geología Ambiental, y especialmente en lo que hace referencia a la influencia de los procesos geológicos sobre el hombre y la de éste sobre el ambiente. En este campo, Emilio Elízaga fue principal impulsor del Grupo Español correspondiente y, posteriormente, fundador de la Sociedad Española de Geología Ambiental y Ordenación del Territorio (SEGAOT), de la que fue durante años el secretario general. Fue igualmente pionero, e impulsor en España, del desarrollo y ejecución del inventariado, catalogación, divulgación y protección del patrimonio geológico.

Su obra

El legado científico que deja Emilio Elízaga es extenso e incluye las distintas especialidades que cultivó a lo largo de su breve, pero intensa, vida profesional y científica. La relación bibliográfica supera las cien publicaciones, comprendiendo: memorias y hojas geológicas, libros, monografías, guías de campo, artículos de investigación, etc.

En su obra se pueden distinguir cuatro apartados temáticos:

  • Geología Aplicada a las Obras Públicas (1972-73). Estudios previos de terrenos para vías de comunicación (futuros tramos de autovías y autopistas).
  • Cartografía Geológica (1974-1986). Dirección y realización de setenta y dos hojas del Mapa Geológico Nacional (MAGNA) a escalas 1:50.000 y 1:25.000, mapas y memorias.
  • Estratigrafía y Sedimentologia (1975-92). La dedicación a estos campos es un exponente más de la personalidad y afán de superación científica de Emilio Elízaga. Además de las aportaciones científicas recogidas en las hojas MAGNA, es de destacar su aportación al conocimiento de las facies y ambientes sedimentarios continentales que se plasma en su tesis doctoral y en diecisiete publicaciones en revistas españolas y extranjeras.
  • Geología Ambiental y Patrimonio (1978-92). Como ejemplo ilustrativo de su inquietud científica y de su personalidad, hemos dejado para el final la reseña de los trabajos correspondientes a Geología Ambiental, especialidad que comenzó a cultivar en el año 1978. Su atención a los problemas geoambientales no la plantea como una afición más, sino como una obligación de colaborar en un nuevo campo de investigación aplicada, en este caso, al servicio de una mayor calidad de vida.

A esta tarea, de la cual fue pionero en España, dedicó gran parte de su tiempo. Lo atestiguan no sólo sus publicaciones de tipo científico, sino también la multitud de conferencias y cursos impartidos, artículos y libros de divulgación, su dedicación personal a grupos de trabajo multidisciplinares y las labores de dirección en los diversos campos de la Geología Ambiental y la Ordenación del Territorio.

Merece especial mención, por su importancia y peso específico, más de treinta años después, el resultado de su lucha permanente por el desarrollo, divulgación y reconocimiento de algo que hoy en día está ya fuera de toda duda, tanto por su valor innegable como por el grado de aceptación social: el patrimonio geológico en España.

Fue él quien inició el Inventariado y Catalogación de los Puntos de Interés Geológico y Minero de España. Intervino en el desarrollo de su metodología, divulgación y protección. Luchó y consiguió, hace más de treinta años, la edición de guías divulgativas (Cantabria, Asturias y Galicia), e incluso llegó a promover e intervenir en la realización de las dos primeras y únicas películas serias (por formato, guión y dirección) que se han llevado a cabo en España, sobre patrimonio geológico y los puntos de interés geológico singular.

Él y los que trabajamos con él supimos de la incomprensión, e incluso del desprecio científico que padeció esta actividad, que él siguió defendiendo a capa y espada, a pesar de ser menospreciada y tildada de “geoturismo”, por no recordar otros calificativos tan injustos y despectivos como desacertados, vista la realidad actual.

¡Quién le iba a decir a Emilio Elízaga Muñoz que el Instituto Geológico y Minero de España llegaría a tener en su estructura un área específica de Patrimonio Geológico! Pero igualmente, ¿quién se atreve a afirmar que sin él, sin su esfuerzo, las cosas serían así en la actualidad?

Con harta frecuencia al escribir esta reseña, hemos tenido la sensación de estar realizando una mera exposición de la labor personal científica de Emilio Elízaga; si así ha sido, la causa es haber tenido que frenar nuestros pensamientos para evitar que los sentimientos de amistad pudieran invalidar lo auténtico de su obra. Esperamos, por otra parte, que ninguna posible subjetividad cometida empañe la obra de un hombre que, por el número y variedad temática de sus trabajos, calidad científica y, sobre todo, por el número de colegas-amigos que tuvo, se había labrado un prestigio en la comunidad geológica, a pesar de morir a una edad en la que más podía esperarse de su afán creador y capacidad de trabajo.

No quisiéramos terminar este breve perfil humano y profesional de Elízaga, sin destacar alguna de sus facetas, a nuestro entender, más importantes de su personalidad. No había en él ese aspecto externo que, a veces, da notoriedad a las personas, o ese efecto psicológico que mueve y convence por su elocuencia. Poseía una personalidad generosa que elevaba a los demás, su relación era siempre de colaboración desinteresada; no sólo ofrecía sus ideas y conocimientos, sino también su amistad, esa virtud que él profesaba en gran medida.

Esta personalidad vigorosa y creativa la mantuvo hasta el final, animando a sus amigos y compañeros, e incluso haciendo planes para un futuro que él sabía que le estaba vedado. La dignidad y entereza con que soportó su enfermedad y la lucidez de que hacía gala, fueron su última lección para todos aquellos que tuvimos con Emilio una relación de amistad personal y afecto familiar.

José Antonio Águeda Villar

Jaime Palacio Suárez-Valgrande

Madrid, 5 de septiembre de 2012