Desde finales del año 2007 hasta hoy, abril de 2008, la necesidad de agua para abastecimiento para fines urbanos es una cuestión de polémica en la Cuenca que más ha padecido las miradas numerosas Comunidades autónomas, la Cuenca del Ebro.

El primer caso es el proyecto Gran Scala, que parece estudiarse en el entorno de Los Monegros. En el Periódico de Aragón del 1 de diciembre de 2007 se indica que Gran Scala consumirá menos agua que si fuera tierra de regadío, estimándose una demanda urbana entre los 2,5 y los 5 hectómetros anuales. Algunas fuentes, según el articulo citado, consideran que la instalación del macrocomplejo en Los Monegros podría convertirse en un impulso para el desarrollo de los sistemas de regadío de la zona. Con ello está previsto abastecer a contará con 32 hoteles, casino, cinco zonas verdes, varios campos de golf, un hipódromo, un gran centro de convenciones y una plaza de toros. Albergará a unas 100.000 personas, el doble que la población de la ciudad de Huesca . Sin embargo, el consumo de la ciudad de Zaragoza es de 5 hm3/anuales, por lo que la demanda superaría a la de la ciudad. Este proyecto, apoyado por diversas Administraciones, por lo que supone económicamente, es cuestionado en su concepto social y ecológico por diversos colectivos, los cuales muestran su disconformidad en numerosos blogs localizables por google, recogiendo incluso en uno de ellos firmas losmonegrosnosevenden.blogspot.com.

El segundo caso empezó a aparecer en los medios en el mes de marzo, ante el descenso de precipitaciones y de volumen embalsado en los embalses catalanes, al ver peligrar el abastecimiento a la ciudad de Barcelona. Se planteó captar agua de la cuenca del Ebro, primeramente desde el Segre y en la actualidad desde el mini-trasvase. Se precisan 50 hm3/anuales que, según publica El País, hoy (16/4/08) correspondería a las aguas que pierden las acequias del Ebro. Gobiernos autonómicos como el valenciano o el murciano han mostrado su malestar; otro de los gobiernos autonómicos que no se siente satisfecho es el Gobierno de Aragón ya que su Estatuto rechaza cualquier trasvase en el Ebro.

Estos dos ejemplos llevan a una reflexión: aunque no se trata del mismo volumen, en el primer caso la polémica ha quedado circunscrita a la región afectada, no volviendo a aparecer en medios nacionales; sin embargo, cuando se trata de paliar un grave problema de abastecimiento a otra Comunidad Autónoma, esta sí tiene repercusión, aunque no se dan alternativas claras de solución para la crisis hídrica. Ello muestra la difícil papeleta de la gestión de las aguas y que se hace preciso una planificación a largo plazo, realista en cuanto a la climatología venidera, a los recursos hídricos existentes y a los usos que pueden plantearse en un país, que posiblemente, en unos años, será más árido. Y será fundamental en ello la integración de las aguas subterráneas en los sistemas de gestión.