Arroyo de la Reguera, en San Miguel de las Dueñas (León), conocido popularmente al parecer como el "Río Bravo"
Rogelio Meléndez Tercero

TIERRA Y TECNOLOGÍA Nº 60 | Autor: Rogelio Meléndez Tercero. Geólogo. Colegiado nº 601


Cuando hace casi medio siglo yo estudiaba hidrogeología, es decir la rama de las ciencias geológicas que se ocupa, entre otros menesteres, de buscar agua subterránea, no imaginé que décadas después asistiría con asombro y estupor a contemplar como en amplios sectores de la sociedad se sigue buscando agua al igual que se hacía en la Edad Media, es decir acudiendo a creencias en vez de al análisis físico-matemático de nuestro mundo. Fue años después de obtener el título de licenciado en Ciencias Geológicas, cuando me percaté de que esas prácticas eran totalmente contrarias al análisis racional y científico de nuestro mundo.

La búsqueda del agua es una labor tan vieja como la Humanidad y la utilización de “varitas mágicas”, (que utilizan los zahoríes) para encontrarla es una “técnica” que ya se practicaba hace miles de años y que, curiosamente, aún se sigue utilizando y con profusión. Es un método de búsqueda carente de la más mínima credibilidad científica. He utilizado deliberadamente la expresión “varita mágica” porque, en efecto, desde una perspectiva racional y científica, suponer que los métodos de los zahoríes y sus teorías sobre la circulación del agua en el subsuelo son correctas, es como decir que el río Duero está en Rusia.

El análisis científico (es decir con base física, matemática y geológica principalmente) del proceso de acumulación, circulación y eventual extracción de agua del subsuelo forma parte de una disciplina más de las llamadas Ciencias de la Tierra: la HIDROGEOLOGÍA, que se imparte en las principales universidades del mundo desarrollado. Ahora bien, es preciso tener muy en cuenta que serían necesarios muchísimos artículos como este para poder explicar al público en general los contenidos de un curso o un cursillo de Hidrogeología y además, para entender esas explicaciones es absolutamente necesario que el lector posea ciertos conocimientos previos de física, matemáticas y geología. El tema es complejo. Por ello me limitaré a decir que actualmente hay muchos modos de tener acceso a libros, apuntes, artículos… que nos hablan del modo racional y científico de buscar agua bajo el suelo. También añadiré, que como en otras parcelas del conocimiento humano, ese caudal de conocimientos que hoy se pueden ver en los libros y apuntes citados, es resultado de múltiples estudios, análisis e investigaciones que, sobre todo a partir del siglo XVII, han realizado personajes considerados en todo el mundo desarrollado, como investigadores de reconocido prestigio Por ello, siguen aún siendo célebres muchos años después de haberse conocido sus estudios. Así, cabría citar a Bernoulli, Laplace, Halley, Mariotte, Perrault, Darcy, Dupuit, Thiem, Theis, Jacob y Thornthwaite, entre otros muchos.

Lo que sucede es que los zahoríes y quienes creen en sus aciertos, por norma general, ignoran por completo las razones que estos y otros muchos investigadores han expuesto. Por ello, no pueden comparar entre la explicación científica y las creencias. Al final y como en otros casos, nos hallamos ante un problema de falta de conocimientos.

 Mi asombro es grande cuando me percato de que son muchas las personas que aún se fían a pies juntillas de lo que -con la mejor intención del mundo- les cuentan los zahoríes. Para entender las nociones básicas de un curso de Hidrogeología, se necesitan unos cocimientos físico-matemáticos de enseñanza secundaria (de carácter científico-técnico, eso sí), e incluso un poco superior. Estos conocimientos, así como otros de geología (porosidad, permeabilidad, gradiente hidráulico…), son totalmente desconocidos para una grandísima parte de la sociedad y aquí radica, insisto, una parte del problema. No se puede explicar en unos minutos como se busca el agua de modo científico. Es como si se pretendiese explicar en unos minutos como el posible enviar una nave a la Luna, por ejemplo.

Desde hace algunos años, cuando me di cuenta de la frecuencia con la que se recurre a ese método de la varita mágica, me he dedicado a intentar comprender como es posible, que un método de búsqueda del agua, que parte de unos supuestos y unos principios que son totalmente opuestos a los que se enseñan en cualquier centro de enseñanza del mundo desarrollado, sea tan popular y goce de tanto crédito.

CAUSAS DE UNA SITUACIÓN INSÓLITA

Las causas de esta situación tan insólita son entre otras las siguiente:

  • A) La teoría de los zahoríes es muy sencilla y por ello fácil de entender. Se limita a decir que el agua circula por el interior de la tierra del mismo modo que lo hace por el exterior, es decir siguiendo unos cauces bien definidos y a modo de venas o tuberías de agua. Sin embargo, la realidad científica es totalmente distinta. La circulación subterránea del agua es muy diferente de la superficial y mucho más complicada. Esto supone que es imposible explicarla de modo compresible en pocas palabras. Es lo que ya señalé en los párrafos anteriores.
  • B) La teoría de los zahoríes parece lógica y creíble pues está bien claro como circula el agua por la superficie. No obstante, las apariencias engañan, también a simple vista parece que es el Sol el que se mueve y no la Tierra la que está rotando sobre si. Incluso y como he dicho hay que defiende que la Tierra, es plana porque a simple vista así lo parece. El agua en el interior del terreno, ni se acumula ni circula como lo hace en la superficie.
  • C) Aparentemente los zahoríes aciertan muchas veces. Sin embargo, los aciertos se deben a una simple cuestión de probabilidades. El agua está en general empapando el subsuelo (en los poros, huecos y fisuras del mismo) y la probabilidad matemática de encontrarla, aumenta en general siempre con la profundidad.
  • D) No se hacen controles de modo adecuado para comprobar el grado de acierto de las “predicciones” de los zahoríes, es decir de la profundidad exacta a la que se encuentra el terreno con agua o de los caudales obtenidos; ni siquiera se repara en que en general los sondeos desde la superficie del terreno se desvían a un lado u otro y por ello la zona del sondeo que encuentra agua puede estar desplazada varios metros de la vertical de donde se inicia en superficie.
  • E) Muchas personas no conocen determinados fenómenos como el efecto IDEOMOTOR, que ya han sido estudiados desde el siglo XIX y que explican que quienes mueven las varillas y los péndulos de los zahoríes son los que los utilizan, aunque eso si lo hacen de modo inconsciente. Se trata de un fenómeno similar al de la conocida TABLA OUIJA o el llamado “juego de la copa”. Los zahoríes están convencidos de que misteriosas energías de las corrientes de agua mueven las varillas; pero son ellos mismos, de modo inconsciente, quienes lo hacen. Es un fenómeno de autoengaño ya conocido y estudio ¡desde hace más de un siglo!

Sea como sea, sobre esta cuestión quedan muchos aspectos pendientes de aclarar, pero es imposible en un artículo corto como este. Hay que señalar que el análisis racional y científico de este problema: la búsqueda de agua en subsuelo implica la realización de estudios (incluyendo sondeos de investigación), cuyo coste no siempre es asumible. Los ingenieros y geólogos no jugamos a ser adivinos; trabajamos y calculamos a partir de datos y datos generalmente matemáticos. No siempre es fácil obtenerlos. Así pues, a veces puede ser una salida hacer un pozo o sondeo y confiar en la suerte. Muchas veces es favorable. Esto se ha hecho sin duda infinidad de ves a lo largo de la historia. En esta tesitura lo mismo es confiar en un zahorí, en una bruja, en alguien que adivine mediante naipes o en cualquier otro método que al buscador de agua se le ocurra, por ejemplo, el vuelo del primer pájaro con el que se encuentre.

Desde hace muchos años, me he dedicado febrilmente a explicar a la sociedad, lo equivocado de esos métodos…aunque aparentemente puedan parecer lógicos y acertados. Hay que insistir en lo de aparentemente, ya que todas las pseudociencias lo son. El caso de los terraplanistas es uno de los más recientes. Este es el principal motivo que me lleva a escribir este y otros muchos artículos similares. Es en mi opinión, un deber moral tratar de evitar que informaciones falsas sirvan para manipular a la sociedad.