Tribuna publicada el 11.05.2018 en El Mundo: La geología preventiva es fundamental para prevenir y limitar el efecto de inundaciones como las producidas en el levante de Mallorca en la madrugada de ayer. El riesgo de San Llorenç des Cardassar, donde se han producido los mayores daños humanos, era bien conocido y dispone de mapas de peligrosidad por inundaciones del Plan de gestión del riesgo de inundación de la Demarcación Hidrográfica de las Islas Baleares (2016). Es evidente que no se han implementado las medidas de precaución y advertencia necesarias en este caso.
No se puede jugar a la ruleta rusa con los arroyos canalizados en los pueblos y ciudades de España
Las inundaciones son el riesgo geológico con mayor capacidad destructiva en España por delante de terremotos, volcanes o deslizamientos, con un coste medio anual de 857 millones de euros. Por ese motivo es necesario la aplicación estricta del contenido de los mapas si se dispone de ellos, tanto en los planes urbanísticos como en los de gestión de emergencias de todos los municipios que puedan sufrir eventos de este tipo.
No se puede jugar a la ruleta rusa con los arroyos canalizados en los pueblos y ciudades de España, cuyo riesgo se ha establecido -si es que se ha hecho- para períodos de retorno de la avenida de 100 y 500 años. Incluso si se usa la avenida con período de retorno de 1.000 años, dado que hay 8.000 municipios en España, cada año ocho podrían esperar tener un desastre.
Hay que diseñar las canalizaciones que atraviesan los pueblos para el evento máximo posible, para garantizar que nunca se vaya a inundar ninguna vivienda de ningún pueblo de España. Y para ello es imprescindible estudiar el registro geológico que nos da una perspectiva de 10.000 años.
Todas las administraciones deberían prestar más atención a las medidas preventivas
Pero para las ciudades y pueblos que ya están donde están, es decir en zona de riesgo alto, hay que adaptar los usos del suelo al peligro al que están sometidos y hay multitud de medidas que se pueden tomar, como poner las calles en paralelo al flujo del río para evitar embalses; no permitir viviendas ni el almacenamiento de productos tóxicos o peligrosos ni verjas en las ventanas de las plantas bajas o que existan accesos por escalera a las plantas superiores desde la primera planta para poder subir a zonas altas de la vivienda. Todas las administraciones deberían prestar más atención a las medidas preventivas que podrían salvar vidas y evitar elevados costes materiales y económicos.