Creíble, sin necesidad de ser fiable

0
2254

Tierra y Tecnología nº 44 | Texto | Juan de Dios García Martínez |“En la Nochebuena de 1858, cayó sobre Molina de Segura un gigantesco meteorito. Cuenta la leyenda que, desde entonces, el cráter emite una misteriosa radiación que ha hecho germinar, ciento cincuenta años después, una generación de escritores como nunca se había visto en toda la comarca.”

La anterior información puede dividirse en lo que son hechos constatables y lo que es, por ahora, un simple suponer o un atrevido barrunto.

Así, es fácil ponerse de acuerdo en que, en la Nochebuena de 1858, cayó sobre Molina de Segura un gigantesco meteorito y que los técnicos que se encargan de controlar estas cosas lo catalogan como el más grande caído y registrado en España. Basta ir al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y allí está el gran meteorito, en lugar destacado, con la leyenda de su procedencia. La visita es aconsejable, sobre todo para jóvenes estudiantes y para jubilados viajeros, para comprobar que algunos meteoritos no sólo son señales en el cielo, sino que algunos dejan señales en el suelo y, unos pocos de ellos, además, dejan buena parte de su núcleo tirado por tierra.

[quote]Creer en algo, la mayoría de las veces, hace referencia a proposiciones nada fiables. Es más, hay quien defiende que, muchas veces, creemos antes una mentira (extremo inalcanzable de la no fiabilidad) que una verdad (extremo inalcanzable
de la fiabilidad)[/quote]

Es igualmente fácil comprobar que, ciento cincuenta años después, ha germinado una generación de notables escritores capaces de ganar premios literarios, de mantenerse activos y en relación unos con otros, a pesar de las dificultades que ofrece tan difícil oficio y tan necesitado de ser reinventado.

En cuanto al barrunto de que la germinación de un notable colectivo de escritores tenga por causa la misteriosa radiación, cabe decir que es creíble aunque la falta de evidencias comprobables aconseja calificarlo de creíble pero, por el momento, no fiable. Sin embargo, no por ello hay que convertir dicha hipótesis en no creíble, por increíble que parezca.

Creer en algo, la mayoría de las veces, hace referencia a proposiciones nada fiables. Es más, hay quien defiende que, muchas veces, creemos antes una mentira (extremo inalcanzable de la no fiabilidad) que una verdad (extremo inalcanzable de la fiabilidad) y, sin embargo, nadie se escandaliza por ello, más bien, dicha práctica a muchos ayuda a dormir tranquilos y a pasar por la vida “endormiscaos”.

Como muestra bastan unos pocos ejemplos:

  1. Es bien conocido que hasta que hace acto de presencia en nuestra sociedad la Teoría de la Relatividad, la velocidad de la luz era instantánea, lo que equivalía a decir “infinita”. Eso de que la luz tarda en llegar unos ocho minutos del Sol a la Tierra, no siempre formó parte del credo de los humanos. La creencia dominante era bien distinta: la luz va a la velocidad del pensamiento, es decir, de la Tierra a la Luna, en un abrir y cerrar de ojos.
  2. Hasta que no es aceptada la Teoría de la Evolución, los seres vivos y, por supuesto, el Universo entero, lo hizo un Dios creador en siete días. Vaya usted a saber qué entendían por días los “verbalizadores” del Génesis.
  3. Hasta que Nicolás Copérnico no se juega su prestigio y Galileo Galilei la “vida” por defender que la Tierra daba vueltas alrededor del Sol, la Tierra era el centro del Universo. Hasta Claudio Ptolomeo inventó en el siglo II de nuestra era, bajo esa hipótesis, un complejo sistema matemático para predecir, con suficiente precisión, la posición relativa de los planetas alrededor del Sol.
  4. Todavía la mayoría de personas buscan creer en verdades irrefutables. Por eso, en la práctica, los medios de comunicación han procurado, como diría Agustín García Calvo, convertir al pensamiento científico en el contenido de una nueva teología basada en interpretaciones interesadas de la ciencia.
  5. Se está lejos de aceptar como criterio de credibilidad el que “basta con que nuestras creencias, aparte de creíbles, sean, no ya verdaderas, sino, simplemente fiables”. Si se aceptara este criterio de credibilidad se estaría actuando científicamente ya que ésa es, en realidad, la única pretensión de la ciencia. Aunque todavía a la mayoría de la gente le suene extraño, en ciencia no hay verdad, tan sólo hay proposiciones más o menos fiables en continuo cuestionamiento y reformulación en función de la experiencia. Creer en la provisionalidad de nuestro saber debería ser nuestra primera creencia ya que, además, es la más fiable de todas, puesto que nos hace dudar de aquél que califique a una proposición como verdadera. Quien tal cosas diga, no sabe lo que está diciendo. Incluso, la verdad matemática no existe, ya que toda demostración se apoya, inevitablemente siempre, en unos axiomas indemostrables (Principio de Incompletud de Gödel).

Por tanto, teniendo en cuenta las anteriores puntualizaciones, me apunto a la hipótesis de que ciertos hechos de la historia de Molina de Segura, sobre todo relacionados con la música, la literatura, las artes escénicas, el trabajo en común y ciertos juegos juveniles, se deben a la “misteriosa radiación del meteorito”. Ahora bien, lo que me parece demasiado restrictivo es localizar el efecto de la radiación (misteriosa, por supuesto), a un período de tiempo tan posterior al momento en que se produjo la caída del gran meteorito. Tampoco conviene restringir el radio de acción al municipio de Molina. Está bien cuando se habla de comarca o zona. Cabe pensar que la credibilidad de “este suponer” (tan creativamente ya formulado) se incrementará si se aportan hechos notables, más próximos al inicio del gran evento e, incluso, a municipios colindantes. Es la única forma de ver la relación causa/efecto como un proceso a lo largo del cual se van creando las condiciones necesarias para la gran eclosión de escritores. No obstante, a pesar del innegable éxito literario actual, conviene mantener la expectativa de que lo mejor, todavía está por llegar.

[quote]Es como si decidiéramos poner en circulación explicaciones que sabemos que son poco o nada fiables con la sana intención de que convivan con otras muchas creencias menos fiables todavía, pero arraigadas entre la gente[/quote]

Creo que se pueden aportar unos cuantos rastros a seguir partiendo de la firme convicción de la credibilidad de la hipótesis, dado que es “justo y necesario” introducir en el mundo de las creencias, hipótesis no comprobables pero capaces de competir con otras creencias menos fiables que la de la misteriosa radiación del meteorito, pero nunca cuestionadas. Es como si decidiéramos poner en circulación explicaciones que sabemos que son poco o nada fiables con la sana intención de que convivan con otras muchas creencias menos fiables todavía, pero arraigadas entre la gente. La ventaja de nuestro comportamiento es que, en nuestro caso, a nadie se le va a pedir que dé la vida por defenderlas. Se trata del juego de comenzar a distinguir entre lo más o menos fiable (evitando calificarlo de verdadero) y lo simplemente creíble, aunque sea muy poco fiable.

Entiendo que es a los miembros (término que, por supuesto incluye, sin afán de insultar, a las “miembras”) de la Muy Noble y Muy Leal Orden del Gran Meteorito, protagonistas direct@s de ese hecho tan singular, a l@s que corresponde buscar el rastro que permita enlazar “radiación” con “escribanía”.

No obstante, para mostrar mi compromiso con la hipótesis de la misteriosa radiación, recojo a continuación algunos apuntes y alguna sugerencia que permita hacer crecer este tipo de creencias, por las que nadie se debe jugar la vida, aunque, eso sí, pueden ayudar a vivirla.

Propongo, a la reflexión de los más duchos en misteriosas radiaciones, varios casos notables dignos de explicación.

Desde mis setenta años, las experiencias vividas directamente, más reseñables y necesitadas de explicación, son las siguientes:

  1. ¿De dónde viene nuestra afición a la música de banda y de coros? ¿Cómo se hace un virtuoso del acordeón como el gran Ricardo? ¿Qué papel juega ese pasado en la actual floreciente formación de jóvenes en las diferentes facetas de la música?
  2. ¿Qué milagro hace posible la aparición y cultivo de los villancicos que todos conocíamos de niños, asociados a Juan (Sandoval), el sacristán?
  3. ¿Qué varita mágica hace que Francisco Fernández escriba la zarzuela titulada La Virgen del Río, que José Sandoval le ponga música y que el gran Eduardo Sandoval (otro de la inagotable saga de los “Sandovales”) la cantara con una gracia y fuerza inimitables?
  4. ¿Cómo explicar la existencia del festival de teatro más antiguo de España?
  5. ¿Cómo proyectar sobre el presente la existencia de personajes muy puntuales a los que se les debe ya sea la representación de autos sacramentales (de Reyes Magos y Semana Santa) ya sea el cultivo de la poesía panocha? ¿Cómo se produce la aparición de Juan Antonio Vicente Espallardo, abuelo de los Pititas y Vidales o de Esmeraldo Cano Garres (Juan Periquio Moscareta)?
  6. ¿Qué decir de los llamados “cultivos de primor”, con especial importancia de la cebolla y de los pimientos, en la variedad de ñoras? ¿Y de las prácticas de trabajo en común: el embrace de la cebolla, el desperfolle (con el importante y divertido papel de las panochas “colorás”) y el abrir pimientos en las eras de Emilio o en zarzos? La descripción de cada uno de estos trabajos constituye una de las mejores muestras de creatividad colectiva no sujeta, por tanto, a escuelas ni dictados.
  7. ¿Cómo llegan a nosotros (y por qué desaparecen) los juegos de niños (y de no tan niños) como los rompes, hacer giles, el mate, el arrimar, pero, sobre todos, el beli?
  8. ¿Cómo entender el singular hecho de que el maestro Férez, natural del cercano municipio de Alcantarilla, descubriera una reformulación de la condición necesaria de número primo que facilita no sólo su demostración matemática, sino también el descubrimiento y demostración de la condición suficiente?

Tal variedad de actividades, seguramente, sólo puede explicarse por la acción de una “misteriosa radiación”, y por ello de naturaleza desconocida que, de forma paulatina, ha ido creando las condiciones que han hecho posible “la germinación de una generación de escritores como nunca se había visto en toda la comarca”.

El que esa radiación sea la confluencia con otras muchas radiaciones procedentes de dentro y fuera de la Tierra y que tales radiaciones se hayan visto ayudadas por el vivir de cada cual, es lo más probable, pero, entretanto, vivamos el presente creyendo en imposibles, pero de ese tipo de imposibles que nadie pretende que sean tomados como verdades (es decir, como proposiciones de fiabilidad infinita y eterna).

Conviene recordar que, de ese tipo de verdades, sólo son aquellas como “Yo soy el que soy” de la Biblia o “Lo que es lo que es, es lo que es lo que es” de Parménides de Elea. Es evidente que son simples tautologías caracterizadas porque el sujeto es a la vez su predicado con lo que no se añade nada nuevo a lo que sea el propio sujeto.

Para terminar de atacar la búsqueda de la verdad por constituir un esfuerzo vano, basta un ejemplo cercano: ni siquiera el movimiento de los planetas alrededor del Sol responde a la forma de una elipse, como nos enseñan para simplificar. En realidad son espirales dentro de espirales. Los planetas son como perritos que dan vueltas sin cesar alrededor de su amo, mientras caminan juntos dando vueltas con la Tierra que gira sobre su eje, se tambalea y acompaña al sol en su caminar por nuestra galaxia…

[quote]Para terminar de atacar la búsqueda de la verdad por constituir un esfuerzo vano, basta un ejemplo cercano: ni siquiera el movimiento de los planetas alrededor del Sol responde a la forma de una elipse, como nos enseñan para simplificar[/quote]

Y, por último, un simple deseo: ¡que la “energía misteriosa” del gran meteorito os acompañe, si eso es posible!