Bicentenario de la batalla de Waterloo | El verdadero enemigo de Napoleón, el volcán Tambora

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TIERRA Y TECNOLOGÍA Nº 46 | Texto: Carla Delgado. Geóloga. vicesecretaria@icog.esDe todos es conocida la genialidad táctica y militar de Napoleón Bonaparte (1769-1821). Tras su derrota en Leipzig, y la ocupación de París por parte de la Coalición, es exiliado a la isla de Elba. Estuvo un año hasta que escapó de la isla y se adentró en el corazón de Europa para alcanzar París y destronar a Luis XVIII, obteniendo el apoyo de las tropas francesas para volver a construir su imperio. Aquí comienza la Guerra de los cien días, y a miles de kilómetros, un volcán estaba a punto de estallar.

Este año de 2015, se cumplen 200 años de la famosa e histórica batalla de Waterloo (municipio belga a unos veinte kilómetros de Bruselas), que enfrentó por un lado al ejército francés comandado por Napoleón y, por la otra, al conjunto de las tropas británicas, holandesas y alemanas dirigidas por el duque de Wellington y el ejército prusiano del mariscal de campo Gebhard Leberecht von Blücher. La batalla tuvo lugar el 18 de junio de 1815, sobre un terreno margoso y arcilloso fácilmente inundable. La derrota del ejército francés supuso el final de la Guerra de los cien días y, con ella, el final de Napoleón, que fue obligado al exilio en la isla atlántica de Santa Elena, donde murió seis años después.

Dos meses antes de tan conocida batalla, a más de 10.000 kilómetros de Waterloo, el estratovolcán Tambora, en la isla de Sumbawa, actual Indonesia, tuvo una colosal erupción, una de las mayores en la historia de la humanidad. El Tambora expulsó hasta 150 km3 de tefra (fragmentos sólidos de material volcánico expulsado, en este caso, traquiandesitas) a través de la columna eruptiva arrojada al aire durante la erupción, y unos 200 millones de toneladas de dióxido de azufre. La erupción produjo unas 71.000 víctimas mortales, causadas en su mayor parte por la posterior hambruna que padecieron los habitantes, ya que los gases y cenizas ardientes destruyeron por completo todos los cultivos, así como las enfermedades epidémicas posteriores. Además, provocó varios tsunamis en el archipiélago indonesio, pudiéndose afirmar que fue una de las erupciones más catastróficas que conocemos en toda la historia.

¿Qué relación tienen ambos acontecimientos históricos? La gran densidad de gases y la cantidad de cenizas expulsados por el Tambora se desplazaron por todo el hemisferio norte durante los días siguientes. Un apreciable cambio climático afectó a gran parte del planeta. La temperatura media ese verano descendió, y las nubes generadas en la atmósfera aceleraron las probabilidades de precipitación. Como resultado hubo intensas y persistentes precipitaciones por toda Europa, incluida la zona del campo de batalla de Waterloo, así como una espesa niebla. El año siguiente fue bautizado por la historia como el año sin verano, ya que la temperatura descendió varios grados a escala mundial debido a la reducción de la luz del sol y la oscuridad persistió por un prolongado periodo de tiempo.

tamboraUnas praderas húmedas cuya composición geológica es fundamentalmente margo-arcillosa fue el terreno en el que se decidiría esta batalla, que las lluvias embarraron y encharcaron durante días. La noche anterior a la batalla, llovió mucho y el terreno se quedó totalmente embarrado. Ciertamente, ni Napoleón, ni sus adversarios, pensaron en algún momento en el Tambora, ni en ningún volcán, sólo observaban la lluvia, sintieron el frío y el impedimento de marchar cómodamente por los campos de batalla totalmente embarrados. La artillería francesa tenía una gran fama y era su mejor baza, pero las pesadas piezas no podían maniobrar en el fango y las balas de cañón que rebotaban contra el suelo, en este caso, no resultaban tan efectivas. Sumado a ello, otra fortaleza del ejército francés residía en la caballería pesada, que se encontró con la incomodidad de mantener la posición y hacer avanzar a los caballos de manera ordenada. En vez de un ataque temprano y demoledor con el que acostumbraba Napoleón a sus adversarios, tuvo que posponerlo hasta media mañana para que el campo se secara. El tardío ataque otorgó al ejército prusiano, que marchaba hacia Waterloo, el tiempo suficiente para reunirse con Wellington y sumar sus fuerzas, que, claramente estaban en desventaja numérica con respecto al ejército francés. Cuando llegaron al campo, Napoleón tuvo que dividir sus fuerzas ya que le amenazaban por varios flancos. La batalla se prolongó hasta las ocho y media de la tarde, hasta que Napoleón fue capturado y enviado al exilio.

El Tambora, hoy en día sigue activo, y la actividad sísmica de la zona está continuamente controlada y supervisada por la Dirección de Vulcanología y Mitigación de Riesgos Geológicos de Indonesia. Su monitoreo se realiza en el interior de la caldera, alrededor del cono de Doro Api Toi y, desde 2011, los niveles de alerta han aumentado, debido a un aumento de la actividad volcánica. Las zonas declaradas en peligro incluyen la caldera y los alrededores del volcán, hasta un área de 58,7 km, mientras que el área de cautela recoge los 185 km².

[styled_box title=»Así fue la erupción del Tambora. Algunas consecuencias» color=»black»]El 10 y 11 de abril de 1815, después de varios meses de exhalaciones gaseosas y crisis sísmica, el volcán Tambora entró en erupción. La erupción decapitó la mitad del volcán; antes de la erupción, el edificio volcánico tenía una altura de 4.330 m, al final, después de la gran explosión, se quedó en 2.850 m de altura.

Los geólogos han estimado que el volumen de los piroclastos fue de 150 a 175 km³. En el mar aparecieron grandes superficies de material piroclástico, piedra, lo que afectó gravemente a la navegación durante los siguientes años.

Los piroclastos, las nubes de ceniza y gases y los tsunamis, mataron a 12.000 personas de manera directa. Aparte, en las islas de Sumbawe y Lombok murieron 49.000 personas por hambre, pues las nubes de gases y ceniza destruyeron las cosechas.

La erupción afectó gravemente el clima del mundo, que cambió de manera muy apreciable.

En ese verano de 1815, se registraron bajadas de temperatura, intensas tormentas de nieve en lugares de latitudes altas y lluvias torrenciales en los trópicos y el ecuador. Los primeros registros que existen de tal fenómeno se dieron en Europa, principalmente en Londres; donde las puestas y salidas del sol se observaban muy naranjas, llevando las tonalidades naranjas, rojas, e incluso rosas.

El año de 1816, el año después de la erupción, recibe en climatología el nombre de “El año sin verano”. Se contemplaba con asombro el comportamiento del extraño verano que había retrasado las vendimias del sur de Francia hasta los últimos días de octubre y las de la cuenca del Rhin hasta principios de noviembre. En París, se registraban en el mes de julio temperaturas medias inferiores en 3,5 ºC a las normales de aquel mes y, en agosto, estos valores eran casi 3 ºC más bajos.

En el libro de José Luis Comellas Historia de los cambios climáticos se relata una curiosa anécdota consecuencia de este fenómeno:

“Las bajas temperaturas inutilizaron el órgano de la iglesia de san Nicolás en Oberndorf, Austria. Cuando llegó la Navidad, nadie había querido ir a las montañas del este de Salzburgo para reparar el instrumento, de modo que el párroco, Josef Mohr, escribió un villancico y recurrió a su amigo Franz Xaver Gruber para que le pusiera música, capaz de ser cantada sin acompañamiento por un coro. Así nació ‘Stille Nacht’ (que nosotros conocemos como ‘Noche de Paz‘), sin duda la canción de Navidad más conocida en el mundo entero. Lo que casi nadie sabe es que también fue hija de aquel frío extraordinario”.[/styled_box]