En los años 60 del siglo pasado, mi padre tuvo la genial idea de suscribirse a la revista El Correo de la UNESCO. La única revista divulgativa de humanidades, actualidad científica, arte, arqueología, etc., decente que se podía adquirir en la España franquista. Siendo un niño, me la leía, sobre todo los artículos de volcanismo, escritos casi siempre por Haroun Tazieff, vulcanólogo polaco, nacionalizado belga y después francés. Ahí empezó mi afición por la volcanología y la geología.

Haroun Tazieff, era un divulgador de la vulcanología un poco “superhéroe”, bajaba en cráteres en erupción, se metía en el Triángulo de Afar con temperaturas infernales, etc,. pero su tarea de divulgación era mediante documentales filmados y algún artículo en revistas. Durante los 70s del siglo pasado la dificultad de conseguir esos videos hizo que me fijara en libros, aunque los encontré, casi todos estaban escritos por Katia y Maurice Kraft. Estos libros, a todo color, estaban muy bien editados con fotografías espectaculares a doble página y con diagramas e infografías muy bien elaboradas. Algunos traducidos al castellano, otros en original francés.

Con los años, estudié mi licenciatura de Ciencias Geológicas en la Universidad de Barcelona y, logré realizar mi sueño de convertirme en vulcanólogo realizando un doctorado sobre La Caldera de las Cañadas en Tenerife.  Fue así como logré conocer a los principales culpables de mi vocación de vulcanólogo.  A finales de junio principios de julio de 1989, en Santa Fe (New Mexico) tuvo lugar la Asamblea General de la IAVCEI a la que asistimos el grupo de volcanología del Instituto Jaume Almera del CSIC (ahora conocido como GEO3BCN). Allí conocí al matrimonio Kraft.  Tuvimos diversos momentos para comentar aspectos de la volcanología, de la divulgación científica, sobre todo con Maurice, incluso les compré su último libro, que amablemente me lo dedicó. Es sabido que en estos congresos hay además de las charlas y simposios, excursiones pre y post congreso, pero además se hizo una excursión intracongreso más lúdica y cultural que científica para incluso los acompañantes de los congresistas. En el grupo de esa excursión me tocó Maurice Kraft como “pareja”. Hicimos las mismas fotos de la serpiente cascabel que nos encontramos por el desierto de New Mexico, compartimos espacio en la lancha con la que hicimos rafting por “Riogrande river” con lo cual tuvimos tiempo para charlar.  Me comentó que estaban planeando un museo de “souvenirs” volcánicos con los objetos que habían recogido por todo el mundo relacionados con los volcanes. Yo por aquella época había empezado también mi colección de “objetos” relacionados con volcanes: café, sellos, servilletas, jabones con pómez, monedas y billetes, postales, latas de cerveza, camisetas, gorras, etc…

De lo que más hablamos fue de cómo algunos grandes catedráticos y profesores presentes en el congreso ridiculizaban y comentaban que Maurice y Katia no eran auténticos científicos y que no aportaban nada o muy poco a la ciencia. Me comentó que el creía que sí, que ellos no hacían grandes descubrimientos ni nuevas teorías pero que explicaban al público en general lo que eran los volcanes. Trabajo que parece fácil pero que no lo es. Tienes que saber explicar conceptos complicados con palabras “normales” –me comentó- y encontrar la mejor fotografía o gráfico de ese aspecto al que no le haga falta añadir grandes pies de figura para explicarlo. Su trabajo era el de divulgar la ciencia que aunque no fueron ellos sino Tazieff, fue lo que me abrió las puertas a la vulcanologia.

Hablamos también de Tazieff del cual me dijo que era más un aventurero, escalador, conductor temerario, y que él, Maurice, no podia hacerlo porque era un poco obeso, de lo que el mismo se reía, lo dijo al subir en la lancha de goma de rafting “si subo yo se hunde”. El problema fue que aun no siendo tan temerarios como Tazieff, dos años después, un flujo piroclástico del volcán Unzen (Japón) acabó con sus vidas.

Me queda el recuerdo de haber charlado, con Maurice, sus libros, su dedicatoria y alguna diapositiva de Maurice en la lancha de rafting.

Dr. Josep Maria Mitjavila