La inestabilidad de las laderas rocosas en las altas montañas de nuestro planeta es un fenómeno cada vez más frecuente e intenso y es posible predecir sus efectos.

Así lo manifiesta Joan Manuel Vilaplana, experto en Riesgos Naturales del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG) tras la tragedia producida el pasado domingo 9 de febrero al norte del estado indio de Uttarakhand, donde una enorme y súbita gran riada cargada de fangos y detritos (sedimento de rocas) asoló el alto valle del río Dhauliganga en el Himalaya de India.

La retirada rápida de los glaciares que dejan al descubierto la roca en vertientes de elevadas pendientes, así como la fusión del permafrost (capa de suelo permanentemente congelada) en las laderas rocosas “condicionan estos escenarios de desprendimientos y deslizamientos”, señala Vilaplana.

La retirada rápida de los glaciares deja al descubierto rocas en vertientes elevadas que condicionan los desprendimientos y deslizamientos

El experto explica que la tragedia de la India tiene su origen en el flujo de detritos y su desencadenamiento se puede atribuir a un enorme deslizamiento que se produjo en una ladera del Trisul peak (7.120m). “Una gran avalancha de rocas se precipitó ladera abajo arrastró hielo, nieve y derrubios hasta el fondo del valle dónde inició la gran riada” añade.

Riesgos de desprendimientos y glaciares en España

En relación a estos georiesgos en España, Vilaplana admite que un episodio como el de la India es “poco probable” ya que “las zonas de alta montaña y los pequeños glaciares —todos en proceso de desaparición— no presentan la misma problemática que el Himalaya o los Alpes”.

No obstante, en glaciares como el de Monte Perdido (Pirineos) “sí se podrían producir roturas y desprendimientos de bloques de hielo”, asegura.

La rotura de una gran bolsa de agua asociada al frente de un glaciar es un “fenómeno geológico relativamente frecuente” en los frentes de glaciares en retroceso, dónde actualmente, debido al calentamiento global, “ha aumentado la fusión y la inestabilidad del hielo glaciar” precisa.

A ese respecto, el geólogo alerta de que lo más frecuente en nuestras montañas son los desprendimientos y deslizamientos en las laderas de los valles altos, así como la formación de flujos de detritos en cabeceras de torrentes y ríos.

“Los episodios de lluvias intensas, cada vez más frecuentes, que erosionan y arrastran derrubios han sido, y lo seguirán siendo en el futuro, los responsables de daños en las zonas expuestas al riesgo de riada”, expone.

Prevención y la enseñanza de Biescas

El portavoz de Riesgos Naturales del Colegio de Geólogos recuerda la tragedia de Biescas en 1996, donde una avenida torrencial súbita de alta energía arrasó el Camping de Las Nieves con el trágico balance de 87 muertos y 187 heridos.

La avenida torrencial que arrasó el Camping de Las Nieves en Biescas (1996) que provocó 87 muertos

“¿Cómo se pudo autorizar un camping en un cono de deyección de un torrente dónde la probabilidad de inundación es tan elevada?”, se pregunta el experto.

Por ello, para evitar tragedias futuras, desde el Colegio de Geólogos consideran que es imprescindible acciones de prevención.

“Es necesario la realización y aplicación efectiva y vinculante de mapas de peligrosidad y riesgo de estos fenómenos naturales a la escala adecuada para ordenar nuestro territorio, nuestras infraestructuras y nuestro urbanismo con criterios de seguridad”, detalla Vilaplana.

A su vez es de obligado cumplimiento hacer caso a esas cartografías para mejorar la gestión del riesgo. La solución está en el conocimiento científico-técnico: “cada vez tenemos más herramientas tecnológicamente avanzadas para predecir la ocurrencia de estos fenómenos” finaliza Joan Manuel Vilaplana.


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