Muy probablemente los habitantes de la ciudad de Koynanagar en India se levantaron el 11 de diciembre de 1967 para ir, como todos los días, a estudiar, a trabajar o a sus quehaceres cotidianos. Lo que no podían imaginar es que la presa del embalse de Koyna, muy cerca de la ciudad,  iba a sufrir los efectos de un terremoto de magnitud 6.6 (intensidad VIII Mercalli) ese mismo día.

El desastre de Koyna nos debería hacer pensar en el efecto de la sismicidad inducida como algo probable a tener en cuenta en nuestras presas y embalses

Foto 1: Efectos del terremoto de 1967 en la presa de Koyna

Hacía sólo 5 años que el embalse había llegado a su capacidad plena y la zona no tenía histórico de sismicidad. Se entendía que era un área tranquila, segura e inamovible.

El temblor afectó directamente a la cerrada de la presa y generó daños en el cuerpo de la misma y en un área importante alrededor que acabó con la vida de 180 personas y destruyó el 80% de la ciudad (Foto 1 y 2).

Aunque se ha escrito mucho sobre el caso (1) y algunos científicos niegan la relación causa-efecto entre la construcción y llenado de un embalse y la sismicidad inducida por el mismo (2), lo cierto es que ha habido desde que se tienen registros 100 terremotos directamente relacionados con el llenado de embalses (3).

Foto 2: Presa de Koyna

Presas como la de Aswan, Kariba u Oroville han sufrido terremotos de magnitud 5,3, 5,8 y 5,7 respectivamente (4) y aunque el primer caso conocido fue el de la presa Hoover en Estados Unidos en 1935 (5), no fue hasta el suceso de Koyna cuando la sismicidad inducida por embalses, también denominada SIE (RIS por sus siglas en inglés), ha sido tenida en cuenta por los gobernantes y estudiada por geólogos y otros científicos.

El desastre de Koyna nos debería hacer pensar en el efecto de la sismicidad inducida como algo probable a tener en cuenta en nuestras presas y embalses y claramente a valorar y a estudiar con detalle antes, durante y después del desarrollo del proyecto.

La sismicidad inducida es algo real, más habitual de lo que parece y que no solo se produce en los embalses, sino que también sucede en las extracciones de petróleo, inyecciones de gas y en la minería (6).

En España, hay 1.623  presas, de las cuales 727 son de titularidad estatal y 896 están gestionadas por concesionarias (7). Este gran volumen de embalses, de acuerdo con el Reglamento Técnico de seguridad de presas y embalses, se clasifican según su peligrosidad en 3 categorías en función de su riesgo potencial (8).

La Categoría A se corresponde con las presas cuya rotura o funcionamiento incorrecto puede afectar gravemente a núcleos urbanos o servicios esenciales, o producir daños materiales o medioambientales muy importantes.

La categoría B incluyen las presas cuya rotura o funcionamiento incorrecto puede producir daños materiales o medioambientales importantes o afectar a un número reducido de viviendas.

Por último, las de categoría C son las presas cuya rotura o funcionamiento incorrecto puede producir daños materiales o medioambientales de moderada importancia y solo incidentalmente pérdida de vidas humanas. En todo caso, a esta categoría pertenecerán todas las presas no incluidas en las Categorías A y B.

Esta clasificación también está recogida en la Directriz Básica de Protección Civil (9) y tenemos que tener en cuenta que la mayoría de las presas catalogadas pertenecen a la categoría A (más del 50% del total).

Durante la fase de llenado de un nuevo embalse y/o durante su vida útil, el gestor de la infraestructura pone en marcha un Plan de Emergencias (10). En este Plan se tienen en cuenta, dentro de sus indicadores, la geología de la cerrada y los factores geológicos del propio embalse en lo referente a posibles agrietamientos en las laderas, deslizamientos de las mismas, el balance con pérdidas de volumen embalsado y en la zona aguas abajo, los factores geológicos debido a posibles filtraciones.

Sin embargo, la sismicidad está contemplada en dicho documento de una forma muy somera, mientras que los otros  indicadores señalados se tienen en cuenta incluso al estudiar el área de emplazamiento en fase de proyecto. Así el mismo texto indica en su Anexo 2 de Análisis de seguridad de la presa que “la presentación de fenómenos sísmicos, en general, no puede ser anticipada en el tiempo, por lo que únicamente se evaluará qué sismo podría comprometer la seguridad de la presa”. Más adelante, en su punto 2.3.2 el texto recoge los umbrales de definición de posibles escenarios relativos a fenómenos sísmicos,  a modo de orientación, en “ausencia de mejores datos y análisis”. Igualmente, la Tabla 3 del texto nos indica que se utilizarán sismógrafos para medir la concurrencia de sismos en el área de la presa y por último, en el Anexo 4 de Normas de actuación, indica de forma genérica la serie de actuaciones inmediatas e inspecciones para el control y “detección de un fenómeno sísmico intenso, por ejemplo”.

los estudios geocientíficos son una prioridad para la conservación de los embalses y para la seguridad de las personas que viven en su área de influencia

Por lo tanto y a la vista de lo anterior, esta Guía para la realización de planes de emergencia en presas es muy concisa en cuanto a la casuística de posibles patologías de origen geológico en presas y embalses y abarca casi todo lo referente a problemas de tipo geológico, es muy imprecisa respecto a la sismicidad, cuando es evidente que esta actividad puede afectar gravemente la puesta en marcha y vida útil de estas importantes infraestructuras.

De todas las presas anteriormente indicadas, el Ministerio de Medio Ambiente indica que actualmente hay 1200 presas en funcionamiento en España (11). Unas 450 son anteriores a 1960 y más de 100 ya existían en el año 1915 (Foto 3). También comenta que “una parte importante de nuestros esfuerzos habrá que dedicarlos a la conservación y rehabilitación de este inmovilizado de capital social fijo, manteniéndolo en unas condiciones de explotación y seguridad acordes con las exigencias modernas”.

Foto 3: Presa de Talarn (1916) acabada de construir.

Por lo tanto, podemos entender que los estudios geocientíficos son una prioridad para la conservación de los embalses y para la seguridad de las personas que viven en su área de influencia.

En el mismo sentido, la red sísmica gestionada por el Instituto Geográfico Nacional es muy completa y cubre todo el territorio nacional. Recientemente, se ha perforado un sondeo para conocer el comportamiento sísmico de la falla del Alhama (Murcia) (11) (12), que provocó el terremoto de Lorca en 2011. Consideramos que sería interesante realizar estudios de este tipo en los 25 embalses que actualmente están en construcción en España allí donde haya fallas susceptibles de producir movimientos sísmicos y en todos los embalses con categoría de peligrosidad A.

Finalmente, y como conclusión sugerimos que las administraciones competentes creen oficinas informativas sobre peligrosidad sísmica en las zonas afectadas por la construcción o explotación de grandes presas o de presas con categoría de peligrosidad A.

No olvidemos que los estudios de tipo geológico, morfoestructural, de riesgos naturales y sísmicos son una competencia sino exclusiva de derecho, casi exclusiva de hecho de los profesionales de la geología. Son parte de su nicho de trabajo y de su patrimonio inmaterial donde estos profesionales son expertos.

Es por esto que su fomento y su visibilidad es muy necesaria para garantizar el estado del bienestar y la convicción de que las infraestructuras son seguras y no generan rechazo por parte de la Sociedad simplemente por desconocimiento de las labores que se desarrollan para su construcción y mantenimiento siguiendo estándares de seguridad elevados.

Bibliografía

  1. Gupta H. Narain H. Rastogi B. K. Mohan I., 1969. A study of the Koyna earthquake of December 10, 1967, Bull. seism. Soc. Am. , 59, 1149–1162.
  2. Foulger, G.R. et al., 2017. Global review of human-induced earthquakes. Earth-Science Reviews.
  3. Gupta H., 2002. A review of recent studies of triggered earthquakes by artificial water reservoirs with special emphasis on earthquakes in Koyna, India. Earth-Science Reviews. Elsevier. Volume 58, Issues 3–4, October 2002, Pages 279-310.
  4. Rajendran, K., Gupta, H. , 1986. Was the earthquake sequence of August 1975 in the vicinity of Lake Oroville, California, reservoir induced? Physics of the Earth and Planetary Interiors, 44, 142-148.
  5. Simpson, D.W., 1976. Seismicity changes associated with reservoir loading. Engineering Geology. Volume 10, Issues 2–4, December 1976, Pages 123-150.
  6. Redmayne, D.W., 1998. Mining induced seismicity in UK coalfields identified on the BGS National Seismograph Network. Geological Society London Engineering Geology Special Publications 5(1):405-413.
  7. Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, 2018. Inventario de Presas y Embalses.
  8. Orden de 12 de marzo de 1996 por la que se aprueba el Reglamento Técnico sobre Seguridad de Presas y Embalses. «BOE» núm. 78, de 30 de marzo de 1996, páginas 12244 a 12254 (11 págs.)Sección: I. Disposiciones generales. Departamento: Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente. Referencia: BOE-A-1996-7319
  9. Resolución de 29 de marzo de 2010, de la Subsecretaría, por la que se publica el Acuerdo de Consejo de Ministros de 26 de marzo de 2010, por el que se aprueba el Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo Sísmico. BOE» núm. 86, de 9 de abril de 2010, páginas 32062 a 32099 (38 págs.) Sección: I. Disposiciones generales. Departamento: Ministerio del Interior. Referencia: BOE-A-2010-5661
  10. Guía para la implantación del Plan de Emergencias de Presas, 2017. Secretaría General Técnica. Ministerio del Interior. Catálogo General de Publicaciones de la Administración General del Estado. DEPOSITO LEGAL: M 18056-2017.
  11. Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, 2018.
  12. Gascón, R et al, 2009. Caracterización sísmica de la falla de Alhama de Murcia. Geo-Temas, 16 (1) Pp. 515-517.
  13. Geólogos instalan la primera estación sísmica permanente en el interior de un falla activa

Tierra y Tecnología nº 51 | http://dx.doi.org/10.21028/rep.2018.04.03 | Autor: Rubén Esteban Pérez