Se nos ha ido el “Muelle”. El gran Luis Granados. Se desplomó estando con su querida Conchi preparando la cena. Sin un quejido, sin un lamento, estoy seguro que con una sonrisa, como la tuvo siempre, durante toda su vida.
Fue un gran geólogo y eminente micropaleontólogo. Humanamente un dechado de sabiduría, humildad y don de gentes. Nunca, en nuestra larga convivencia de más de veinte años en la Empresa Nacional Adaro de Investigaciones Mineras, le vimos disgustado ni con el ceño fruncido. Ni en los peores tiempos de la reconversión minera española, reflejados en el decaimiento y cierre de Adaro, mediados los 80-principios de los 90.
En el transcurrir diario poseía una fina y sana gracia, combinada con ingeniosas bromas, distribuidas por igual entre jefes y compañeros. Éramos más de trescientos titulados superiores: ingenieros de minas, geólogos, químicos, físicos, matemáticos, etc., amén de auxiliares de laboratorios, sondistas, personal administrativo, etc., etc., allá en el Cerro de los Ángeles ¡nunca mejor ubicación para un centro de investigación! Estábamos encargados de realizar las labores pertinentes en las “Reservas Mineras del Estado” y auxiliar en sus tereas al Instituto Geológico y Minero de España (IGME).
Su especialidad, la micropaleontología, es disciplina de las ahora denominadas “transversales”. Sus dataciones a partir de los microfósiles contenidos en las rocas sedimentarias eran de gran utilidad para todos nosotros. Para el Departamento de Geología en la realización de los mapas geológicos (Plan MAGNA), para los que dedicaban su saber a la propia investigación minera (Planes PEN y PNAMPM), para los hidrogeólogos y sus investigaciones de planes de cuenca, y sobre todo para los especialistas petroleros, cuyas conclusiones estratigráficas sobre las columnas de los sondeos eran básicas para seguir o detener una profunda y costosa perforación.
Las jornadas de campo pasadas con él permanecerán siempre en nuestra memoria. Con frecuencia nos dicen que los geólogos tenemos una profesión privilegiada, viajamos frecuentemente y pasamos numerosas jornadas al aire libre. Contemplando los plegamientos de las rocas o afloramientos únicos de minerales, rocas volcánicas o fósiles. Admirando geomorfologías espectaculares, como grandes montañas, extensas llanuras aluviales, paisajes desérticos, etc. Siempre escudriñando, analizando a partir de observaciones superficiales y topográficas la estructura interna de una región o zona determinada. Igualmente la geometría interior de las grandes cordilleras, de las tierras emergidas y de los fondos marinos, de los continentes, islas, penínsulas, etc. Ideando los procesos origen de las rocas y la dinámica que ha conducido a Gea a la situación actual.
Añadir, que si las jornadas eran en compañía de Luis Granados y su simpatía no se podía pedir más ¡Como estará sonriendo mientras escribo, rememorando los años ochenta en Asturias! Recorriendo todo el oriente asturiano: Cangas de Onís, Covadonga, lago Enol, Ribadesella y el hotel “La Marina” ¿te recuerdas interpretando Albéniz al piano una tarde después de un día de campo?; los bufones de Llames, Gulpiyuri, Posada de Llanera, Llanes, senda del Cares, Caín, Valdeón. También realizando los cortes estratigráficos de la Cuenca Carbonífera asturiana, básicos en las publicaciones del “X Congreso Internacional del Carbonífero”, celebrado en España en 1983, etc., etc.
Con posteridad a la Empresa Nacional Adaro, volvió al Instituto Geológico (había estado un corto periodo al inicio de su carrera profesional) como investigador en la Dirección de Geología y Geofísica, función que desempeñó durante cuatro años y medio hasta su jubilación, en junio de 2002. Años muy fructíferos, en los que se ocupó del apoyo micropaleontológico a las últimas cartografías del MAGNA (autor de la paleontología de 196 hojas geológicas, lo que le convierte en el especialista con mayor número de colaboraciones). También fue editor del Boletín Geológico y Minero y ordenó las colecciones micropaleontológicas del Instituto.
Ya jubilado, dedicado con gran pasión y humanidad a toda su querida y numerosa familia, siguió encontrando ratos para los amigos, para echar una partida de mus o de dominó, para tomar alguna cerveza, para celebrar cualquier conmemoración. …. Siempre estaba dispuesto.
¡Te vamos a añorar Luis, pero siempre estarás con nosotros!
Un fuerte abrazo de todos tus amigos