La propuesta de ampliación de la plataforma continental en el mar céltico y el Golfo de Vizcaya está ya en manos de Naciones Unidas para su estudio y posterior discusión junto con las propuestas que otros países como Rusia, Australia o Brasil han presentado. En el caso de España, el modelo de ampliación surge de un estudio conjunto con Irlanda, Francia y Reino Unido para la ampliación de la plataforma continental y los territorios submarinos con derechos de soberanía en aproximadamente 200 millas en cada país.
Los geólogos, Roberto Rodríguez, director de Geología y Geofísica del IGME, y Luis Somoza, jefe del Proyecto de Ampliación de la Plataforma Continental española, así como el especialista en asesoría jurídica internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores Sergio Carranza ofrecieron ayer en el Colegio Oficial de Geólogos de Madrid (ICOG) un balance del proyecto y, sobre todo, la explicación desde el punto de vista jurídico y geológico de las dificultades que surgen a la hora de estudiar las zonas marinas adyacentes a un país. José Luis Barrera, vicepresidente del ICOG, fue el encargado de moderar la conferencia.
Han concluido el trabajo iniciado en septiembre del año pasado y que pretende ampliar la zona submarina sobre la que España poseerá derechos de explotación y exploración. Estas zonas serán, sobre todo, las del norte del Golfo de Vizcaya hasta el oceáno Atlántico por el litoral gallego.
Este proyecto, cuya tramitación ha pasado ya por el Consejo de Ministros y está pendiente ahora del análisis en la ONU, supondrá el reconocimiento de un nuevo derecho a favor de España sobre la utilización de los territorios marinos. Galicia, País Vasco y Cantabria serán, desde el punto de vista autonómico, las regiones más beneficiadas de esta ampliación, si bien la explotación del mar es competencia del Estado. La parte del litoral mediterráneo y de la costa sur de España no puede ampliarse ya que invadiría territorios de otros países como Marruecos, Italia o Francia.
CLAVES
Como una aguja en medio del mar
Somoza destaca la complejidad del estudio de la corteza continental de un país, pues «precisa de alta tecnología y un elevado presupuesto». El buque Hesperia fue equipado con sondas de alta definición para analizar el suelo marítimo a unas 200 millas de la costa. «Es como buscar una piedra de granito desde un avión a 4.000 metros de altura».
Conflictos y red de textos jurídicos
La insistencia de los Estados en poseer derechos de soberanía sobre los territorios marinos contiguos a sus costas ha generado un entramado jurídico. Los Estados tienen derechos de soberanía sobre esos territorios marítimos, pero no soberanía propiamente dicha. Es decir, gozan de privilegios frente a otros pero no tienen propiedad sobre esas zonas.
Compensación a los Estados del interior
En 1958 el límite exterior se amplía hasta las 200 millas o el límite de explotación. Pero la ambigüedad de esta definición obliga a crear la última conferencia, en 1982, en la que la ONU crea la conocida «Constitución de los mares». Establece que los Estados con derechos de explotación de territorio marítimo indemnizan a los del interior en compensación .
EL DATO
Dos mediciones
Según Carranza, el marco jurídico vigente permite dos fórmulas para marcar el límite exterior: 60 millas desde el pie del talud -el punto de máximo cambio de gradiente en la costa- o desde el lugar donde haya al menos un 1% de sedimento» .