Al comienzo de la década de 1950 se produce el desdoblamiento de la antigua carrera de Ciencias Naturales, en las licenciaturas de Ciencias Geológicas y Ciencias Biológicas que se impartían únicamente en las Universidades de Madrid y de Barcelona. En pocos años se incrementa notablemente el número de centros universitarios de enseñanza de la Geología, con la implantación de la carrera de Ciencias Geológicas en las Universidades de Oviedo y Granada, y más adelante en Salamanca y Zaragoza. Nuevas reformas legislativas propiciaron el cambio de nombre de la carrera, que pasó a denominarse licenciatura en Geología, elevando al rango de Facultades a las antiguas Secciones encargadas de impartir esta docencia.

Los alumnos que cursaban la carrera de Ciencias Naturales eran en su mayoría curas y monjas, que se dedicaban después a la enseñanza media en los colegios. Los pocos seglares que acompañaban a los religiosos, cuando concluían la licenciatura, se quedaban casi todos en alguna de las cátedras como auxiliares o meritorios “sin sueldo», para hacer lo que hiciera falta además del doctorado. La infraestructura de las cátedras era mínima y la investigación se realizaba básicamente en el Museo de Ciencias Naturales.

La irrupción de los geólogos en el mercado laboral se inicia a finales de los años cincuenta con la incorporación a empresas petrolíferas que iniciaban sus investigaciones en España, y en la recién creada Junta de Energía Nuclear, que promovió la investigación sistemática de minerales de uranio en todo el país.

La ley de creación de nuestro Colegio fue la última actuación legislativa de las Cortes constituyentes

Los Ministerios de Obras Públicas, Industria y Agricultura, ocuparon en pocos años a un número importante de geólogos, bien en los servicios centrales o en organismos y empresas dependientes (IGME, SGOP, Jefaturas de Carreteras, Empresa Nacional Adara, etc.). Simultáneamente comenzaron a crearse empresas privadas de servicios entre las que fueron pioneras Tegasa e lbergesa, donde participaba activamente Luis Peña, militar de profesión.

Me tocó ser uno de los primeros geólogos en incorporarse al recién creado Servicio de Materiales de la Dirección General de Carreteras, y no se me olvida la contestación que me dio un querido profesor con el que jugaba al mus en las salidas al campo. Cuando le pregunté lo que tenía que hacer al incorporarme a mi primer trabajo, la contestación fue contundente: “tú tienes que buscar piedras negras para que gasten poco betún».

Pronto empezaron los problemas de competencias con otros profesionales con los que se compartía el trabajo habitualmente, que gozaban de ciertos privilegios otorgados por la legislación existente. Antonio Acha, que simultaneaba su trabajo en la JEN e impartía docencia en la cátedra del Prof. Alia, se puso al frente de un grupo de compañeros para promover la creación a finales de 1967 de la Asociación de Geólogos Españoles(AGE).

Los estatutos de la AGE fueron aprobados, no sin cierta oposición, por el Ministerio de la Gobernación el 24/02/1968 gracias a los buenos oficios del Director General de Servicios de la Presidencia del Gobierno, con quien el grupo promotor mantenía buenas relaciones. El Prof. D. Bermuda Meléndez fue elegido primer presidente, aunque su mandato duró solo unos meses; le sustituyó Antonio Achaque potenció las actividades de AGE ubicando su sede en el Museo de Ciencias Naturales.

El año 1969 dentro de los planes de desarrollo promovidos por el Gobierno, se aprobó el PENIN (Plan Nacional de Investigación Minera), entre cuyos objetivos figuraba el Plan MAGNA, elaborado por el IGME para difícil de soportar por el cada vez más activo y beligerante «grupo de los geólogos». En 1975, Jaime Assens Presidente de AGE, presentó en el Ministerio de Industria un borrador para la creación del Colegio Oficial de Geólogos, animado por el entonces Director General de Minas Pepe Sierra. Sin embargo, el borrador quedó aparcado y no dio los frutos deseados.

En plena transición democrática fui elegido presidente de AGE, con Felipe Fernández Pompa de Vicepresidente y Pedro Ruiz de secretario, como vocales estaban Ramón Capote; Vicente Crespo, Alberto Garrido, Jorge Batlle y Modesto Escobar. Una de las primeras actuaciones que tuvimos fueron los contactos y posterior integración en la Federación Europea de Geólogos, gracias a la relación que tenía José María Verdejo con el presidente francés Gerad Clement. José Maria también nos puso en contacto con Rafael Orbe Cano, Subsecretario del Ministerio de Industria, a quien le planteamos el tema de la creación del Colegio. Acogió con agrado nuestra petición, y se comprometió a enviar al Consejo de Ministros el Decreto-Ley de creación del Colegio de Geólogos, una vez cumplidos los trámites de consulta que establecía la normativa vigente.

El Consejo Superior del Ministerio de Industria, organismo asesor donde se “refugiaban» en su mayoría altos cargos, modificó el título del Colegio, proponiendo el de Colegio de Licenciados y Doctores en Ciencias Geológicas. Nuestro disgusto fue inenarrable, pero tuvimos que aceptarlo como mal menor, la propuesta recogía la versión difundida por los Ingenieros de Minas, de la existencia de otros profesionales que se consideraban también geólogos.

El Decreto-Ley de creación del Colegio fue aprobado por el Gobierno y enviado a las Cortes. Por aquellos días se había realizado el referéndum de la reforma política que abría las puertas a la etapa constituyente. Ante la demora de su publicación en el boletín de las Cortes, nos entrevistamos con el presidente Torcuato Fernández Miranda, para urgirle la discusión de la Ley antes de que terminase la legislatura, ya que estaban convocadas las primeras elecciones democráticas para el 15-6-1977. El Decreto-Ley se publicó a primeros de junio, pero no quedaba tiempo para realizar ningún trámite.

La euforia que reinaba con la inauguración de la democracia nos dio ánimos renovados para seguir luchando por el Colegio, aunque en honor a la verdad hay que decir que el desconcierto fue bastante grande en los primeros momentos, pues según el diputado con el que hablases te decía una cosa diferente. Nos ayudaron mucho para clarificar la situación e impulsar una salida satisfactoria a nuestros intereses, Aurelio Delgado amigo de la infancia, que era secretario particular y cuñado de Adolfo Suárez, y nuestra compañera Ana Peñalosa casada con el Ministro de Hacienda Juan Antonio García Díez, ambos nos pusieron en contacto con Rafael Arias Salgado Ministro de Relaciones con las Cortes. El grupo parlamentario de UCD presentó de nuevo el proyecto de Ley anterior, que se publicó el 20/4/1978, iniciándose los trámites parlamentarios.

Los meses siguientes fueron de una actividad frenética, tanto de los miembros de la Junta de AGE, como de numerosos compañeros que nos ofrecían ideas y asistencia, tratando de convencer y buscar apoyos suficientes entre los diputados, para conseguir la aprobación de la Ley, dado el reparto de fuerzas parlamentarias y las vicisitudes que acontecieron durante su tramitación.

Aprovechando el periodo de enmiendas, nuestro compañero Clemente Sanz, nos puso en contacto con los diputados de UCD por Segovia Carlos Gila y Modesto Fraile, que presentaron una enmienda parcial, proponiendo cambiar el título del Colegio que figuraba en la Ley por el de Colegio de Geólogos. El diputado Ramón Tamames del Partido Comunista, presentó una enmienda a la totalidad de la Ley, alegando el carácter clasista de los colegios profesionales.

La Comisión de Industria y Energía que tenía que discutir y votar las enmiendas, estaba formada por siete diputados: tres de UCD, dos del PSOE, uno de AP y otro del PC. Uno de los tres representantes de UCD era el diputado por Almerla, Juan Antonio Gómez Angulo, Ingeniero de Minas y presidente de la Comisión de Industria y Energía, que se oponía frontalmente a la enmienda presentada por sus compañeros de partido.

Los primeros contactos con los diputados del PSOE los realizamos a través de Javier Solana, quien nos presentó a José María Triginer diputado por Barcelona y portavoz del grupo parlamentario Socialista en la Comisión de Industria y Energía. Con buenas palabras nos dio a entender el escaso interés de su grupo por los colegios profesionales.

Tuvimos que renovar los esfuerzos para conseguir el apoyo de los diputados del PSOE, para lo cual contamos con la ayuda inestimable de Carmina Virgili, que nos ofreció su casa de Madrid para entrevistarnos de nuevo con Triginer, a quien logramos convencer a lo largo de varias sesiones gracias al poder de convicción entre otros de Pedro Ruiz Reig, Ramón Capote y Salvador Ordóñez.

La enmienda presentada por Ramón Tamames sentó muy mal a los militantes del PCE de las Facultades de Geología de la Universidades Complutense de Madrid y Salamanca, con intervenciones destacadas de Mercedes Muñoz y Florencia Aldaya entre otros muchos. Estos compañeros hicieron llegar su malestar al diputado, que cambió su postura como veremos más adelante.

Carlos Gila, médico de profesión, era el jefe de disciplina dentro del grupo parlamentario de UCD, y aunque no estaba adscrito a la comisión de Industria, tenía derecho a defender la enmienda y emitir uno de los tres votos que correspondían al grupo. Sufrió por ello velados intentos por parte de la presidencia, y presiones de otros diputados y algún alto cargo del Ministerio de Industria para que retirara la enmienda.

La Comisión de Industria discutió la Ley de creación del Colegio en su reunión del 16/11/1978. Ramón Tamames no asistió a la Comisión y decayó en su derecho de defender la enmienda a la totalidad. Carlos Gila argumentó que el título de Colegio de Licenciados y Doctores en Ciencias Geológicas era un título marcadamente académico, y que ya existía otro similar, el Colegio de Doctores y Licenciados en Ciencias y Letras, sin embargo, el título de Colegio de Geólogos tenía un sentido profesional semejante al de Médicos, Químicos o Abogados. Gómez Angulo se opuso a la propuesta haciendo hincapié en la existencia de otros geólogos que no eran licenciados. Sometida a votación la enmienda, ésta fue aprobada con tres votos a favor, dos en contra y una abstención. Posteriormente se votó la Ley en su totalidad con el mismo resultado. Los votos a favor fueron los de Carlos Gila y los dos diputados del PSOE, los votos en contra de Gómez Angulo y de otro diputado de UCD, y la abstención fue de Antonio Carro diputado de AP. Los detalles de este día clave figuran en el Diario de sesiones nº 136, pag. 5431.

La Ley se aprobó en el pleno del Congreso el 14/12/1978. Con anterioridad el 6/12 se había aprobado la Constitución Española y la disolución de las Cortes era inminente. Tuvimos que recurrir a Antonio Fontán presidente del Senado, a través de una sobrina suya, estudiante de Geológicas, para que incluyera la ratificación de la Ley en la última sesión del Senado que tuvo lugar el 26 de diciembre. La disolución de las Cortes se produjo el 29/12, figurando la Ley de creación de nuestro Colegio como la última actuación legislativa de las Cortes constituyentes.

La Ley 73/1978 del Colegio de Geólogos, se publicó en el BOE el 11/1/1979, y en su disposición adicional primera, facultaba al Ministerio de Industria y Energía, para que previa audiencia de la Asociación de Geólogos Españoles, apruebe los estatutos provisionales del mencionado Colegio. La Orden Ministerial de 13/2/1979 que aprueba los estatutos, dispone que en un plazo de dos a cuatro meses se convoquen elecciones para constituir la primera Junta de Gobierno.

Las elecciones se celebraron el 30 de junio, encabezando Juan Antonio Martín-Vivaldi la primera Junta de Gobierno del Colegio. En los meses previos hubo que preparar el censo electoral, invitando a los socios de AGE que se aproximaban a 500, para que adquirieran la condición de colegiados enviando copia del título académico. La adjudicación del número de colegiado generó algunas discrepancias, que resolvimos proponiendo para los primeros lugares a los antiguos presidentes de AGE (Antonio Acha, Fernando Rambaud y Jaime Assens), los siguientes se sortearon entre los miembros de la Junta, y el resto creo que fue por orden de llegada de la documentación.

Texto: Santiago Leguey Jiménez | presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos 1989 a 1992.