Tierra y Tecnología nº 44 | Texto | Ignacio Feduchi Benlliure, arquitecto | Fotografías | VV. AA. | El edificio Carrión es todo un icono de la arquitectura de la Gran Vía de Madrid. Desde su origen, es más conocido como edificio Capitol por el cine del mismo nombre y por el hotel que en su día también se llamaba igual. En el artículo se describen, por una parte, la cimentación de una obra singular con un programa diverso, y, por otra, la estructura, el uso de la piedra, sus tipos en sus diferentes formas de colocación, por su situación (exterior-interior), tratamiento decorativo y acabados.
El edificio Carrión es el resultado de un concurso promovido por Enrique Carrión y Vecín (1877-1950), marqués de Melín, en el año 1930, quien había adquirido uno de los mejores solares en el inicio del tercer tramo de la Gran Vía. Carrión convocó un concurso entre varios arquitectos conocidos en el ambiente arquitectónico del Madrid de la época (Cárdenas, Muguruza, Gutiérrez Soto, Garay y Zavala y Paramés con Rodríguez Cano, además de Eced y Feduchi) con el propósito de adjudicar la obra al mejor proyecto. Carrión tras examinar los distintos trabajos desestimó su idea inicial y lo adjudicó al presentado por unos jovencísimos Luis Martínez-Feduchi Ruiz y Vicente Eced Eced.
Se trataba de resolver la esquina que se producía entre la calle Jacometrezo y la nueva Gran Vía en el quiebro que realizaba a partir de la plaza de Callao. Era un solar de forma irregular, con dos fachadas importantes a las dos vías citadas y dos medianerías a dos edificios, uno ya construido con fachada a la calle Jacometrezo y otro por construir con fachada a la Gran Vía. Se puede decir que era el resultado del trazado de la nueva calle, con el reparto de las parcelas de forma más o menos regular que tuvieran sus fachadas a la calle principal, y el encuentro con el trazado viario existente (figuras 1 y 2). Sin embargo, su situación respecto al eje del segundo tramo de la Gran Vía proporcionaba una visión muy importante de fondo de perspectiva desde la Red de San Luis que procuraba una singularidad entre el resto de los solares regularmente alineados y parecía ser una de las razones que resultaron atractivas a Carrión para actuar sobre este solar, de complicada geometría.
El programa del edificio
El concurso proponía un programa complejo del edificio que albergaba un cine, un hotel, apartamentos, restaurante, cafeterías, sala de fiesta y tiendas; un programa amplio y diverso que requería una solución singular que expresara exteriormente una personalidad reconocible, acentuada por la su situación particular en la red urbana, como ya se ha descrito (figuras 3, 4 y 5).
El terreno y la cimentación
En principio, de los planos que disponemos podemos deducir que la cimentación, como reflejo de la estructura portante del edificio, se plantea como una solución inmediata, a pesar de que el edificio tiene varias aportaciones novedosas a la estructura, que sin embargo parece que no necesitan aportarse en la propia cimentación.
De la documentación histórica del proyecto no existe ningún documento que formule un estudio particular sobre la naturaleza del terreno sobre el que había que construir. Por un lado, se trabajaba con la experiencia que suministraban los terrenos circundantes sobre los que ya se había edificado y proporcionaban datos del comportamiento del terreno. Por otra parte, parece que se aplicó la práctica de la construcción en la época, es decir, la apertura de pozos o catas hasta llegar a un firme que se considerara suficiente y homogéneo para una presión determinada que evite diferentes asientos, justificado mediante sistemas tradicionales para confirmar que el terreno no cediera al aplicarles una carga progresiva sobre una superficie determinada, o como dureza en la hinca de pilotes y comprobación del rechazo. Así, en la memoria del proyecto los arquitectos dicen:
Por tanto, el estudio geotécnico que hoy día se realiza no era lo habitual. En cuanto a la calidad de los terrenos, se sigue igualmente el criterio de apoyarse en la experiencia de los edificios vecinos, así como posiblemente el conocimiento generalizado del tipo de tierras en esa parte alta de la nueva Gran Vía. Hay que tener en cuenta que cuando se construye el Capitol ya están edificados el Palacio de la Prensa, Telefónica (en este caso, la cimentación se realiza con pozos y zapatas aisladas llegando a bastante profundidad en razón de la construcción del metro), el cine Callao y bastantes edificios de la primera y segunda parte de la Gran Vía, varios de mayor altura y otros de dimensiones bastante importantes. En los datos que se tienen de la construcción de la plaza de Callao, se puede observar que las excavaciones están realizadas con cortes limpios verticales y las tierras permanecen sin desprendimientos. Es de suponer que, como para Telefónica, se hicieron las pruebas oportunas para la cimentación de un “rascacielos”, y sirvieron de experiencia para los demás. Por otro lado, la construcción del metro también aportaría datos sobre vías de agua, niveles freáticos o calidades de tierras que no se han trasladado a los proyectos (figuras 6, 7, 8 y 9).
Sin embargo, el proyecto incluye una solución que, aunque su justificación es un procedimiento para la defensa de la humedades, en definitiva beneficia al sistema de cimentación y estructural. Así, la memoria continúa:
En la planta sótano se aprecia claramente la construcción de un muro perimetral de hormigón (figura 10) como muro de contención de los dos sótanos, a unos dos metros por fuera de la línea de edificación del solar (como era habitual hacerlo para procurar luz y ventilación a los sótanos), que cada tres metros tienen un contrafuerte también de hormigón (que en la memoria denominan muretes) y paralelamente la estructura propiamente dicha del apoyo del edificio, ya en la línea de cerramiento. Con ello, se crea una zapata corrida en todo el perímetro de la edificación, atada a la estructura del edificio y a sus zapatas con lo que se que constituye un elemento monolítico.
Este sistema se empleó para la cimentación de las fachadas a las calles. El resto está realizado con zapatas aisladas, como dice la memoria, de las dimensiones deducidas del cálculo. En cuanto a las dos medianerías con las fincas colindantes es de suponer, a través de las fotos que disponemos, que se realiza una especie muro-pantalla semejante al citado para el perímetro exterior. Durante la obra, solamente estaba construido el edificio de la medianería de menor dimensión, que correspondía a la zona de la pantalla del cine, y que se puede ver apeado en las fotografías, pero suponemos que la solución del muro de contención se llevaría también al solar contiguo, todavía sin edificar (figura 11).
La estructura
La estructura del edificio estuvo calculada por Agustín Arnáiz, ingeniero militar que, según dice Luis Moya (arquitecto de la contrata), estuvo relacionado con Flórez y Muguruza para realizar la ampliación del anfiteatro y la caja escénica del Teatro Real, obra realizada en hormigón armado. Calcula por tanto las vigas Vierendeel (una viga con forma de celosía ortogonal inventada y patentada por Jules Arthur Vierendeel al que le debe su nombre) que cubren el cine y que, en su fecha, suponen una referencia tecnológica importante. Además, se realizan otras vigas de este tipo pero metálicas para la entrada del cine, del hotel y la cafetería. Se puede deducir que la cimentación del edificio fue también realizada por Arnáiz en función a las cargas derivadas del cálculo de la estructura y, por tanto, el muro de contención, dimensionamiento de las zapatas y cadenas de atado y refuerzos (figura 12).
La ejecución de un segundo sótano, casi dedicado a las instalaciones (especialmente el aire acondicionado), obliga a una excavación profunda (como puede verse en las fotografías) y permite llegar a un firme bastante homogéneo. Aunque en la memoria se indica que se continuará excavando en los puntos que sea necesario para conseguir la resistencia del terreno deseada, no se cita ninguna situación especial concreta, ni existe ningún documento que los exprese.
También a través de las fotografías se aprecia alguna galería interrumpida que queda a un nivel bastante superior del plano de cimentación y se puede intuir que los contrafuertes adquieren una dimensión mayor a la que está dibujada en los planos (figura 13).
Podemos concretar que la cimentación general del edificio está proyectada y realizada mediante zapatas individuales aisladas o atadas, con la particularidad de la ejecución de una zapata corrida perimetral donde se apoya excéntricamente un muro de contención reforzado con contrafuertes también de hormigón. De esta zapata corrida externa arrancan también los soportes de la estructura de la fachada de tal forma que constituyen un cuerpo de base en todo el perímetro del edificio proporcionando una solidez al conjunto estructural. La unión del muro de contención y los contrafuertes con la zapata se refuerza con unos cartabones también de hormigón, que no podemos distinguir en las fotografías.
En el plano de sección del proyecto, puede apreciarse la intención de hacer el encuentro del soporte con la zapata con plano inclinado, en forma de pirámide (figura 14) con la idea de los cartabones que se citan, y construir una zapata más rígida. También se puede ver en la planta del primer sótano, el aprovechamiento del espacio ente la línea de fachada y el muro de contención para uso del local. Como ya se dice al principio, este espacio servía también como cámara de ventilación e iluminación de los sótanos, y es frecuente ver en los edificios de la época que el pavimento de la acera está formado por hormigón traslúcido o trampillas que lo comunican con el exterior, lo que era de uso común en los edificios también para alojamiento de escaleras de evacuación directas a la calle o de plataformas elevadoras para suministro de mercancías a los sótanos. En nuestro caso se ve en los planos (figura 15) el aprovechamiento de esta cámara en parte de la sala de fiestas, la colocación de una escalera de comunicación y una plataforma elevadora (figura 12).
Conocemos los sistemas constructivos del momento, que eran bastante básicos, con vaciados a mano y movimiento de materiales con carretillas sobre vías, poleas y grúas muy sencillas. También se puede deducir que la excavación se hizo escalonada para evitar desprendimientos y, por tanto, la cimentación por tramos.
En la figura 16 se puede distinguir que la estructura del hotel se realizó en acero y la del cine en hormigón por seguridad en caso de incendio.
Uso de la piedra en el edificio Capitol
Desde la presentación del proyecto al concurso ya se advertía, en la maqueta que se adjuntaba a los planos, la intención de que el edificio estuviera revestido de piedra (figuras 17 y 18). Sin embargo, el resto de los participantes presentaban soluciones de fachadas en ladrillo con más o menos impostas o molduras que aparentaban estar proyectadas para realizar en piedra. Observando la evolución de los edificios de la nueva Gran Vía se comprueba que la piedra se suele utilizar en el zócalo del edificio, ocupando la planta baja (normalmente comercial), o en algún detalle de la portada del acceso y, en pocos casos, se llevaba la piedra hasta la primera planta. La arquitectura del primer tramo de la Gran Vía está constituida por edificios con un tratamiento de fachada con aspecto significativo, con columnas, molduras, frontones, ménsulas, balaústres, impostas, etc., elementos característicos de la arquitectura de la época, que proporcionaban al edificio la importancia que se le otorgaba. Todo el tratamiento de los paramentos están realizados con un tipo de revoco, recubrimiento o pintura sobre las superficies lisas de fachada o sobre las molduraciones, capiteles, estatuas, balaustres y otras piezas decorativas, muchos realizados en piedra artificial o con moldes para facilitar su repetición, sin la intención de hacer grandes contrastes de color o textura entre los diversos tipos de piezas que se tratan, solamente algún cambio de color dentro de la tonalidad para favorecer la distinción de planos, vuelos o tipo de pieza. Este criterio se ha continuado y generalizado en las diferentes restauraciones que se han llevado a cabo en muchos de los edificios, pintando la totalidad de la fachada con el mismo tipo de acabado y color, haciendo perder la personalidad de su fachada.
Sin embargo, ya en el segundo tramo comienzan a aparecer edificios realizados en ladrillo visto en los paramentos lisos, utilizando la piedra natural o artificial para columnas, recercados, embocaduras, etc. Precisamente, en la propia plaza de Callao estaba recién terminado el Palacio de la Prensa, construido de esta manera por Muguruza, y cercano se halla el Palacio de la Música, de Zuazo, también con ladrillo en las fachadas. El uso de este material se empieza a extender en la arquitectura madrileña en este momento como lienzos, acentuando la planeidad del muro. Son varios los arquitectos más modernos del momento los que lo utilizan de forma generalizada, como es la Casa de las Flores en el barrio de Argüelles (Zuazo) o muchos de los edificios de Ciudad Universitaria (Facultad de Ciencias, Hospital Clínico, Medicina, Farmacia, Filosofía, etc.), valiéndose entonces de las piedras como piezas para remarcar huecos, jambas, impostas, albardillas, remates o portadas. También el chapado de piedra liso se introduce como parte del idioma arquitectónico de la modernidad europea y americana, como se puede ver en la cercana Telefónica, de Cárdenas, o ya en el Círculo de Bellas Artes, de Palacios.
En esta situación, cuando los arquitectos empiezan a desarrollar el proyecto definitivo del Capitol, se plantean la duda de cambiar las fachadas originales de piedra por ladrillo, valorando también que la ejecución en piedra suponía un precio mucho mayor. Sin embargo, aunque desconocemos las conversaciones con Carrión, se decidió mantener la idea original de la piedra como material principal del chapado de las fachadas y no abaratar el proyecto.
La medida requiere por tanto un planteamiento del trato del material en la fachada, su calidad, color y textura, que procuraran proporcionar la dignidad e imagen que se pretendía prestar al edificio y habría que determinar su colocación, sujeción, uniones, dibujo de los despieces, etc., que siempre requiere un trabajo en piedra, mientras que el ladrillo, aparejado de forma uniforme, siempre daría el resultado de telón de fondo sobre el que se destacarían los elementos arquitectónicos que se desearan (huecos, impostas, jambas, etc.) con otro resultado expresivo.
Esta decisión del uso de la piedra para identificar lugares o partes se introduce también en el interior del edificio, como recurso para personalizar los diversos locales, utilizando revestimientos pétreos que consiguieron unos acabados de gran calidad constructiva y espacial.
La empresa adjudicataria de la obra fue Construcciones Macazaga, de origen vasco, y ésta contrató a Luis Moya como arquitecto de la empresa en la dirección de la obra. El propio Luis Moya dice, en una entrevista, que la contratación de canteros vascos colaboró en la buena ejecución del trabajo de cantería.
En el proyecto se indican ya los tipos de piedra que se utilizarán en las fachadas hasta el punto que los propios arquitectos se acercaron a las canteras para seleccionar el tipo de piedra, del que vamos a ir describiendo y comentando su uso y colocación (figuras 19, 20 y 21).
En las bandas horizontales de los antepechos de las ventanas de la fachada curva se colocó granito de Segovia (el proyecto dice granito “Mars”; no se ha podido conocer a qué tipo de granito se refiere). Es un granito muy uniforme en color, seleccionado sin manchas, de grano fino, que permite hacer unas molduras muy ligeras, rectas, escalonadas, con aristas muy limpias y vivas. Según se indica en los documentos del proyecto, las piezas venían labradas de la cantera y en la obra se ajustaban los encuentros y se pulían, una vez terminada la banda (figuras 22 y 23). Hay que tener en cuenta que las curvas de la fachada tienen diferentes radios, de manera que habría que tener plantillas en la cantera para que llegaran lo más exactas posible. También las piezas del remate de la torre en forma de dientes están realizadas con granito (figura 24).
Para las molduras de ventanas, jambas e impostas se utilizó piedra caliza de Colmenar de Oreja, piedra que admite un buen trabajo de labra fina, es impermeable, limpia y de color blanco uniforme con lo que se consigue un aspecto de continuidad sin cortes en las juntas, como si fuera una pieza. Esta piedra ha sido utilizada en Madrid en múltiples monumentos, en capiteles, estatuas, frontones, etc., precisamente por las buenas cualidades de su trabajo y poca absorción de agua, con respecto a heladas y filtraciones de agua en los edificios, además de la uniformidad general del color.
Para el cerramiento de fachada se utilizó arenisca de Salamanca, la conocida arenisca de Villamayor, con un despiece regular, colocada con la junta encontrada, formando las hiladas, bandas y entrecalles, que con la ligera variación de color se aprecia en la fachada la intención de manifestar el tipo de piedra; en los antepechos de las ventanas se coloca caliza en un plano un poco remetido de las pilastras, más uniforme de color, que acentúa algo la verticalidad de dichas pilastras pero con la incorporación de unas pequeñas molduras rectas formando parte de las ventanas. El chapado de los antepechos y molduras tiene un grueso de piedra bastante significativo, teniendo en cuenta que debe absorber el labrado en curvo y el tallado de ciertas molduras dentro del espesor. En el caso del chapado liso la dimensión del grueso es la normal para cada tipo de piedra (figuras 25, 26 y 27).
Según se dice en el pliego de condiciones, las piedras se deberán sujetar con ganchos de bronce para asegurar su fijación y evitar oxidaciones. En algunos casos se colocó piedra artificial del color de la caliza (vierteaguas, impostas de la torre).
La entrada del hotel está realizada con travertino (figura 28) también labrado en las formas curvas que formaban el hueco de acceso, dejando unas amplias juntas horizontales, en color negro, que ayudaban a acentuar la dirección del acceso y aligeraban la forma más pesada. Dicho material está tratado apomazado en la zona plana del frente de la portada del acceso y pulido en las formas curvas y paredes de paso del portal.
El gran hueco de acceso al cine, está formado por un zócalo de la altura de las puertas (donde se incluyen los cuerpos de las taquillas como dos piezas semicilíndricas), todo ello chapado de un caliza pulida colocada en bandas horizontales con entrecalles de unos 5 cm de mármol negro. El resto del ámbito contiene los grandes paneles de la cartelería de las películas, enmarcadas por unas pilastras estriadas en negro, y rematadas en los finales con dos paños de piedra colocada con el veteado horizontal pareado, de tal forma que, entre dos piezas, las vetas formaran un dibujo simétrico y no diera un resultado repetitivo del paramento, sino acentuando la horizontalidad que pretende.
Asimismo, la puerta de acceso a la cafetería (hoy desaparecida), situada en el centro del chaflán de la fachada, estaba recercada con piedra arenisca, probablemente la que se denomina “caramelo”, de Burgos (figura 29). Se seleccionaron las piezas para que el veteado fuese bastante uniforme y paralelo, con un labrado cóncavo que acentuaba su jaspeado horizontal, ingletando las jambas con el dintel, también con la misma labra y el veteado vertical. Parece que se intenta establecer una relación con parte del mobiliario interior (especialmente el carrito de té) realizado con madera de zebrano, que tiene estas características de veteado en rayas oscuras paralelas sobre el fondo más claro. Con las diversas reformas que ha sufrido el edificio se ha perdido esta puerta y solamente conservamos la fotografía.
En el interior, se puede destacar el chapado de las paredes del vestíbulo del cine en serpentina cortada en piezas de proporción rectangular (figura 30), colocadas horizontalmente y labradas en forma curva cóncava, sin junta vertical, de tal manera que forma un dibujo estriado de aristas o líneas horizontales muy marcadas. Al llegar a la escalera se pierde esta forma de chapado y continúa el mismo material en liso con un despiece regular. Esta nueva situación nos permite apreciar que el labrado con las aristas produce un efecto muy interesante que posibilita valorar mejor la calidad y singularidad de esta piedra, se distingue de otra forma el veteado y proporciona al espacio una expresividad diferente, que se comprueba que pierde al estar colocada como un revestimiento simple, plano, como en las escaleras.
En el capítulo de pavimentos, podemos citar el pavimento de acceso al cine en mármol blanco Macael en piezas cuadradas con un remate perimetral contra los muros de una cinta de mármol de color crema. El peldañeado de las escaleras es también de mármol blanco Macael (Almería) y las tabicas de mármol negro Marquina (Vizcaya). Este mismo mármol se empleó en otros pavimentos y cenefas de remate.
También en algunos paramentos se utilizó marmolina, concretamente en los vestíbulos, con el fin de dar un aspecto de cierta calidad que superara al de una pintura pero perdiendo la dureza y el espesor que exigía una piedra natural.
Además de las piedras aquí citadas, el edificio estuvo revestido en sus diversos locales con diferentes materiales que proporcionaran la calidez ambiental de pisada, sonido, color y aspecto, en fin, condiciones de confort ambiental de cada espacio relacionado con su destino y uso. En este sentido se emplearon varios tipos de maderas, pavimentos de goma, linóleum, moquetas y naturalmente cerámicos.
El edificio Capitol en la sociedad madrileña
La ciudad siempre se ha apoyado de manera constante en elementos singulares que sirvan de imagen para el recuerdo y especialmente su referente más directo ha sido su arquitectura, por su ocupación espacial en la ciudad, situación en la red urbana, formación de la ciudad y ser una disciplina que poseía diversas posibilidades de contener piezas que podían ser representativos o simbólicos de su imagen. Las construcciones históricas (catedrales, iglesias, castillos, palacios, etc.) y sus entornos urbanos han prestado sus fachadas, perfiles, estatuas y ambientes para conformar la idea de ciudad en el recuerdo colectivo, convirtiéndose en los símbolos que la representaban en cada caso. Con el tiempo, se han ido incorporando otras piezas que no fueron exclusivas por participar en hechos históricos (edificios, puentes, plazas, fuentes, estatuas, monumentos) pero que se han incorporado al conjunto de objetos relativos y representativos que forman la imagen de cada ciudad y son los símbolos o iconos que se asocian indudablemente a la misma.
Desde el comienzo de la construcción del Capitol, se produjo una respuesta inmediata en la imagen de la ciudad, por sus condiciones de construcción, singularidad de aspecto y sus características del concepto urbano que incorporaba, y se convirtió en poco tiempo en uno de los edificios simbólicos que representaban la “modernidad”, la adaptación al “nuevo lenguaje arquitectónico”, el nuevo concepto de “edificio complejo”, etc., de forma que se nombraba intentando describirlo con sustantivos singulares, como “faro”, ”hito”, ”proa”, “trasatlántico”, etc., con lo que la simple cita de una de estas palabras ya sintonizaban con el Capitol.
En este sentido, la imagen del Capitol se ha utilizado en multitud de artículos, dibujos, carteles, portadas de libros, películas, al constituir ese símbolo que reuniera tanto la imagen de la ciudad como los aspectos antes descritos.
Su imagen ha sido utilizada en todo tipo de medios siempre con el significado de ser símbolo o edificio representativo de Madrid, como han sido carteles, dibujos, cine, anuncios, portadas de libros, periódicos y revistas, etc.
[styled_box title=»Luis M. Feduchi (1901-1975)» color=»black»]Luis M. Feduchi nace en Madrid el 11 de mayo de 1901. Desde muy joven vive con su tío y padrino Luis Cabello Lapiedra, arquitecto, que influyó en su formación y orientó en la elección de su futuro profesional. Estudia en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Compagina la carrera con el diseño de muebles y trabaja en los estudios de Gutiérrez Soto e Ignacio Cárdenas, con el que colabora en la decoración del vestíbulo de Telefónica. En 1927, se casa con Matilde Benlliure, hija del pintor Blas Benlliure. En los primeros años participa en concursos (parador de carretera de la Secretaría de Turismo, con su compañero Eced, y en el monumento a Pablo Iglesias, en el que gana un accésit) y exposiciones. En 1929 comienza como arquitecto con los proyectos del Parador de Oropesa y, sobre todo, el edificio Carrión de Madrid (Capitol), este con Vicente Eced. El Parador de Oropesa fue uno de los primeros proyectos de rehabilitación y cambio de uso en una construcción histórica que se realizaron en España. El Capitol, edificio con múltiples actividades, resulta la imagen del Madrid moderno de entonces y de todas las épocas. En ambos edificios se encarga de la decoración y del diseño del mobiliario, como hará a partir de entonces en numerosas ocasiones. Une sus dos apellidos en uno sólo, Martínez-Feduchi. Con la Guerra Civil el trabajo se paraliza y empieza a realizar decorados para películas y para teatro. También, en esa época, comienza a escribir La historia del mueble. Durante la Guerra desempeña el trabajo de experto en muebles en la Junta Delegada de Incautación, Protección y Conservación del Tesoro Artístico Nacional. Cuando termina la Guerra, como experto en artesanía popular y mobiliario, realiza la restauración del Castillo de la Mota de Medina del Campo y de las Navas del Marqués (Ávila).
El Ministerio de Asuntos Exteriores le encarga la remodelación del Palacio de España en Roma y, hasta el final de su vida, será arquitecto asesor de este Ministerio realizando proyectos fuera de España, remodelaciones de edificios ya existentes e informes acerca de las embajadas o edificios españoles en el extranjero, además de diversos trabajos museísticos. En 1946 publica La historia del mueble y La casa por dentro. A la vez, empieza a dirigir una colección “El mueble en España”, sobre los muebles de los museos de Madrid, y siguió participando en proyectos cinematográficos. Compagina el ejercicio libre de la profesión con trabajos para diferentes organismos oficiales. En 1950, su actividad se concentra en el proyecto y desarrollo de la obra del Hotel Castellana Hilton de Madrid, un edificio de programa complejo, con usos y sistemas de organización completamente desconocidos en España. Diseña y controla todos los aspectos ligados a los diversos servicios: comerciales, decoración, diseño de cuberterías, etc. Por desgracia, nada de ello se conserva.
Crea, junto a los arquitectos Javier Carvajal y Carlos de Miguel, una nueva iniciativa en España, a través de SEDI (Sociedad para Estudios de Diseño Industrial), dedicada a la promoción del diseño industrial, que tuvo un eco bastante notable en el desarrollo del diseño. En su faceta de relación con la Administración, siguió trabajando para el Ministerio de Asuntos Exteriores, en Roma, Lisboa, Budapest, Praga y Madrid (especialmente en el proyecto no ejecutado de restauración de la iglesia de San Francisco el Grande). Su interés por la arquitectura popular le llevó a formar unos grupos de trabajo con los que realizó una colección de cinco volúmenes sobre la arquitectura popular española.
Luis M. Feduchi murió en Madrid el 30 de septiembre de 1975.[/styled_box]
[styled_box title=»Vicente Eced y Eced (1902-1978)» color=»black»]Natural de Valencia, Eced se tituló en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1927, donde fue compañero de Luis Martínez-Feduchi (1901-1975), además de amigo y vecino. Sus inicios profesionales fueron junto a Martínez-Feduchi, y ambos se hicieron populares por haber diseñado el conocido y emblemático Edificio Carrión (1931-34) (también llamado edificio Capitol), en la Gran Vía de Madrid. La gran calidad constructiva del edificio, les hace ganar la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes del año 1934, tras quedar desierto el primer premio, después de obtener el mobiliario diseñado por Feduchi el premio del Ayuntamiento de Madrid en 1933. El estilo arquitectónico de Vicent era de una visión moderna expresionista y próxima al art decó, propio de la época.
Durante la Guerra Civil española, Eced fue capitán en el bando republicano. Tras la finalización de la contienda, su adscripción al bando republicano le supuso la inhabilitación, hasta que, en 1945, pudo trabajar en el estudio del arquitecto Secundino Zuazo.
Dedicó parte de los esfuerzos creativos a diversos proyectos de cines como el cine Vergara, en la calle de Goya, nº 67 (Madrid) (1948-1949), o los cines Roxy A y B, en la calle de Fuencarral, nº 123 (Madrid) (1950-1952).
Además construyó un edificio de viviendas en el Paseo de la Habana, 84 (1956), varios establecimientos para la Editorial Aguilar, y numerosas viviendas en Alicante, Alcalá de Henares y Meco.[/styled_box]
[accordion title=»Bibliografía» close=»1″]La relación bibliográfica, ordenada en orden cronológico, se reduce a los libros y revistas donde se cita expresamente el edificio Capitol, puesto que se cita en todas las guías de la ciudad de Madrid.
1931 (junio). Arquitectura, nº 146. Concurso privado. Solar Carrión en la plaza de Callao. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
1933 (noviembre). Nuevo Mundo.
1933. El Heraldo de Madrid. Autor: J. Bachiller.
1933 (14 octubre). ABC. El edificio Carrión.
1933 (25 octubre). Crónica. Una obra maestra de la arquitectura moderna: El Edificio Carrión, con su grandiosidad y vario contenido, elemento remarcable. Autor: Emilio Fernández.
1935. Nuevas formas, nº 1. Establecimientos Tradicionales Madrileños (Cuaderno IV). Cámara de Comercio e Industria de Madrid.
1935. Arquitectura, nº 1. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Número dedicado.
1953. Cortijos y rascacielos, nº 75 y 76. Número especial dedicado a la Gran Vía madrileña.
1971. Nueva forma. El Capitol. Expresionismo y Comunicación. Autor: Juan Danial Fullaondo.
1975 (noviembre). Arquitecturas BIS. En la muerte de Luis Feduchi.
1980 (abril). Villa de Madrid, nº 69. En torno a la Gran Vía. Autor: José Ramón Alonso Pereira.
1980 (mayo). La cara oculta del Capitol y Catálogo de muebles. En: Los muebles del Capitol, B.D. Ediciones de Diseño, Madrid. Autor: Juan Daniel Fullaondo.
1982 (junio). Arquitectura, nº 236. El Capitol en el cincuentenario de su construcción. Memorias del arquitecto de la contrata. Autor: Luis Moya.
1984. Los cinematógrafos de la Gran Vía. En: Establecimientos tradicionales madrileños a ambos lados de la Gran Vía (T. IV). Cámara de Comercio e Industria de Madrid. Autor: Ángel Urrutia Núñez.
1986. El cinematógrafo en Madrid 1896-1960. Museo Municipal: Ayuntamiento de Madrid, Concejalía de Cultura.
1988. Arquitectura teatral en Madrid: del corral de comedias al cinematógrafo. Ed. El Avapies. Autor: Ángel Luis Fernández Muñoz y Pedro Navascués Palacio. 472 pp.
1992. El racionalismo madrileño. Comisión de Cultura. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, Madrid, 1992. Autor. Juan Antonio Cortés Vázquez de Parga. 256 pp.
1993. Arquitectura, nº 296. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
1995 (mayo). Luis Martínez-Feduchi, arquitecto y diseñador. Una investigación sobre el edificio Carrión. Autor: Alfredo Fernández Sinde. Tesis doctoral.
1997. Arquitectura española: siglo XX. Ed. Cátedra. Autor: Ángel Urrutia Núñez. 878 pp.
1999. 20 años de arquitectura en Madrid: la edad de plata, 1918-1936. Comunidad de Madrid. Autor: Carlos de San Antonio Gómez. 580 pp.
2001 (abril). Arquitectura (1918-1936). Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. 228 pp.
2001 (24 marzo). EL MUNDO. Emblema de la vanguardia madrileña. Autor: Enrique Domínguez Uceta.
2001. Madrid y el cine: panorama filmográfico de cien años de historia. Autores: Pascual Cebollada y Mary G. Santa Eulalia.
2001. La Gran Vía de Madrid: Noventa años de la historia de Madrid. Comunidad de Madrid. Autores: Pedro Navascués Palacio y José Ramón Alonso Pereira. 199 pp.
2001. La Gran Vía: historia de una calle. Ed. Silex. Autor: José del Corral. 218 pp.
2003. Arquitectura de Madrid. T1: Casco Histórico. AA. VV. Guías. Fundación Cultural COAM.
2009. Madrid cosmoplita. La Gran Vía 1910-1936. Ed. Villaverde Edifores – Marcial Pons – Historia. Autor: Edward Baker.
2010. Biografía de la Gran Vía. Ediciones B. Autor: Ignacio Merino. 352 pp.[/accordion]