Mas información en: http://geologia.uniovi.es/facultad/difusion/conferencias/-/asset_publisher/he8U/content/conferencia-2018-02-26-renau?redirect=%2Ffacultad%2Fdifusion%2Fconferencias#conferencia

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Tierra y Tecnología nº 44 | Texto | Cor. F. Winkler Prins Dr. C. C. Geológicas. NCB Naturalis, Postbus 9517, 2300 RA LEIDEN, Holanda; Cor.Winkler@naturalis.nl | Desde el año 1950 hasta su traslado a la Universidad de Utrecht, en 1979, los profesores y estudiantes del Instituto Geológico de Leiden realizaron investigaciones de campo en el flanco sur de la cordillera Cantábrica, cartografiando, tomando muestras del terreno y llevando a cabo investigaciones en el laboratorio en Leiden. Se pretende exponer el comienzo, las condiciones del trabajo y la importancia de estos resultados en el marco internacional.
El Instituto Geológico de la Universidad de Leiden
Como han sido descritos con más detalle por Floor & Arps (2003), los estudios geológicos en Leiden, como en todas las universidades de los Países Bajos, se basaban en trabajos de campo (normalmente en el extranjero) relacionados con proyectos de los departamentos. Para terminar la carrera, los estudiantes de geología debían hacer primeramente un oefenkartering (curso de cartografía) realizado por dos estudiantes, en el que se preparaba un informe con mapa sobre un pequeño terreno, supervisado por el catedrático de geología estructural (Prof. Dr. L. U. de Sitter) y sus ayudantes (como, por ejemplo, Boschma, Rupke, Savage, Breimer y van Ginkel). Después, para el doctoraalexamen con título doctorandus (drs), se debían especializar y hacer dos tesinas: una mayor y una menor. Finalmente, podían realizar una tesis doctoral que normalmente se publicaba en la revista Leidse Geologische Mededelingen.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, las investigaciones geológicas de Leiden se concentraban en los Alpes bergamascos en Italia, pero después de la guerra se buscaron nuevos terrenos. En un primer momento, se decidió trabajar en los Pirineos (la investigación concluía con la publicación de una síntesis de la geología y un juego de mapas ya publicados como tesis doctorales; Zwart, 1979), pero poco después se extendió la investigación a dos terrenos más: Galicia (Floor & Arps, 2003) y la cordillera Cantábrica. El catedrático L. U. de Sitter (figura 1) tenía interés en la cordillera Cantábrica (De Sitter, 1949) e inició un proyecto de cartografía de su flanco sur en el año 1950, y el estudiante R. H. Wagner (Wagner & Wagner-Gentis, 1952) obtuvo permiso para trabajar en una área de investigación próxima a Barruelo de Santullán, un pueblo minero en el norte de Palencia. El catedrático W. J. Jongmans (director del Geologisch Bureau voor het Mijngebied [Oficina Geológica de la Cuenca Minera] en Heerlen; figura 2), había obtenido este permiso por cooperación con el catedrático de Paleontología B. Meléndez, de Madrid, pues tenía interés en las plantas del Carbonífero de esta región. De Sitter continuaba los estudios al oeste en la provincia de León.
Después del traslado del Instituto a Utrecht (menos el Departamento de Paleontología y Estratigrafía), en 1979, la investigación del borde sur de la cordillera Cantábrica concluyó con la publicación, en 1980, por J. F. Savage y D. Boschma, de un sumario y un juego de mapas ya publicados anteriormente en tesis doctorales. En los años ochenta se preparó una revisión del área palentina, pero finalmente se abandonaría dicho intento y, en 1986, la investigación en la cordillera Cantábrica por las universidades de Holanda se terminó definitivamente. Las colecciones del Instituto se donaron en su mayor parte al Museo Nacional de Geología y Mineralogía, que hoy día forma parte del National Centre for Biodiversity (Centro Nacional de Biodiversidad) Naturalis, donde todavía sirven de base de investigación para especialistas extranjeros, como por ejemplo el alemán Ernst para el estudio de briozoarios.
La falta de cooperación entre los departamentos del Instituto Geológico de Leiden, principalmente entre los catedráticos de geología estructural (L. U. de Sitter, una personalidad dominante) y de estratigrafía y paleontología (A. Brouwer), constituyó un gran problema e influyó de forma negativa en los resultados. Oficialmente, la comunicación entre los estudiantes de los dos departamentos, que estudiaban las mismas rocas, estuvo prohibida. Sin embargo, los datos estratigráficos fueron esenciales para entender las estructuras, así como el conocimiento de las estructuras fue de gran importancia para entender la estratigrafía. La solución de este problema resultó fundamental para entender la zona palentina de la cordillera Cantábrica.
Estudios precedentes en la cordillera Cantábrica
La geología de la cordillera Cantábrica era poco conocida en detalle en los años cincuenta del siglo XX, especialmente el flanco sur. La zona asturiana se conocía por las obras fundamentales del alemán Wilhelm Schulz (1858/1988a, b; figura 3) y del francés Charles Barrois (1882). Importantes estudios de los Picos de Europa realizados por otro alemán, Gustav Schulze, a comienzos del siglo XX, quedaron desgraciadamente sin publicar (Villa Otero et al., 2006). El francés Pierre Comte preparó un mapa del flanco sur de la cordillera durante la Guerra Civil. El mapa (figura 4) con la monografía tardó mucho en publicarse como Memoria del Instituto Geológico y Minero de España. La memoria era del año 1959 pero no salió a la luz hasta 1963. A parte de estas buenas sinopsis, hubo solamente trabajos de pequeñas zonas aisladas.
Geología estructural
De Sitter, teniendo interés en la cordillera Cantábrica, hizo un convenio con el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) para preparar mapas geológicos del flanco sur de la cordillera, más tarde incorporados en los mapas a
escala 1:50.000 del Plan Magna. El flanco norte de la cordillera estuvo reservado a la Universidad de Oviedo. De Sitter seleccionaba doctorandos para hacer los mapas como disertaciones. En la explicación de los mapas se indicaba qué estudiantes habían estudiado las diferentes partes. Había dividido el flanco sur de la cordillera Cantábrica en varios sectores del este al oeste, correspondientes aproximadamente con los mapas del IGME. Inicialmente, se publicaron también partes de un sector oriental, pues era el más complicado de la cordillera Cantábrica, como mostraron los estudios detallados por R. H. Wagner y el presente autor (figura 5). Una parte de los resultados provisionales se publicaron por Nemyrovska et al. (2008, 2011) y Wagner (2009), pero se está preparando una revisión más completa para su publicación (figura 6; Wagner et al., en prep.).
Los primeros resultados del área oriental de la cordillera Cantábrica se publicaron en 1955 por de Sitter, Kanis y Wagner. La parte oriental de la provincia de Palencia (Nederlof, 1959; Koopmans, 1962) resultó tan complicada que De Sitter quiso terminar el proyecto, pero afortunadamente un ayudante suyo le informó de que en el oeste las estructuras eran mucho menos complicadas y se distinguen solamente en detalles del mapa de Comte (1959; figura 4); véase Wagner (1963). Por eso continuó en la provincia de León, en el valle del río Esla (Rupke, 1965) hasta el río Luna (van den Bosch, 1969), incluyendo partes del borde asturiano (Sjerp, 1967) y de la Liébana (Maas, 1974), (figura 7).
Maas & van Ginkel (1983) han introducido una interesante teoría de sedimentación sinorogénica continua durante el Pensilvaniense resultando en naipes y olistolitos. Pero Wagner, en 1966, ya había demostrado que hay tres fases orogénicas con naipes, separados por tiempos relativamente tranquilos con solamente movimientos verticales con olistolitos.
La cartografía concluyó con los mapas de la zona nororiental de la provincia de Palencia (Savage, 1983). Con todo ello, se sentó una base firme y detallada para trabajar en la cordillera Cantábrica (Savage & Boschma, 1980), aunque no todas las interpretaciones fueran siempre correctas. La denominación León Line, por ejemplo, se usó para varias fallas distintas.
Paleontología y estratigrafía
Los estudios paleontológicos de Leiden en la cordillera Cantábrica comenzaron con los trabajos del catedrático Jongmans y su ayudante Roberto Wagner en Asturias a comienzos de los años cincuenta con el objetivo de estudiar plantas del Carbonífero. Sin embargo, al principio, el interés se concentró en la investigación de las estructuras tectónicas. Primeramente, De Sitter mandaba los fósiles coleccionados a especialistas alemanes (principalmente a J. Kullmann, de Tübingen, aunque había también una estudiante de Leiden, Thea Gentis, que trabajaba en goniatítidos del Cantábrico), y a una especialista rusa (Butusova, 1965) que describió gasterópodos carboníferos de Palencia como procedentes de los Pirineos (!). Estaba claro que se necesitaba la ayuda del Departamento de Paleontología. Los estudios se concentraron primeramente en la datación de las rocas carboníferas con la ayuda de microfósiles: fusulínidos (van Ginkel, 1965) y conodontos (van Adrichem Boogaert, 1967; Raven, 1983). Cramer (1964) usó el laboratorio palinológico para estudiar los acritarchos de sedimentos del Paleozoico inferior. Los ostrácodos de la Cuenca Central Asturiana fueron estudiados por Bless (1965).
La especialidad del catedrático I. M. van der Vlerk (1892-1974) fue el estudio de foraminíferos grandes del Terciario de Indonesia (véase den Tex, 1975), pero la cordillera Cantábrica se trataba de un núcleo Paleozoico. Por eso, parece lógico que las investigaciones del Departamento de Paleontología y Estratigrafía comenzaran con el estudio por van Ginkel de las fusulínidas del Pensilvaniense (= Carbonífero superior) que son de gran uso para determinar la edad de las calizas que en la cordillera se alternan con pizarras con capas de carbón con floras estudiadas por Jongmans y Wagner (1957). Así, se podría comparar las escalas estratigráficas de Europa del noroeste y de la URSS (van Ginkel, 1965). En las láminas delgadas con fusulínidos también hay algas que estudió L. Rácz (1964, 1965), un húngaro del Departamento de Leiden. Una gran parte de las calizas carboníferas no tienen fusulínidos y otros pequeños foraminíferos y, para estas calizas, los conodontos han resultado microfósiles útiles para correlaciones globales, especialmente en el Misisipiense (= Carbonífero inferior).
También se estudió la macrofauna, principalmente los braquiópodos del Devónico (Westbroek, 1964; Binnekamp, 1965), continuando los estudios de Comte, para datar los estratos. La cooperación de De Sitter se fue deteriorando rápidamente con el sucesor de Van der Vlerk, Aart Brouwer, quien dejó de interesarse en la datación de los estratos, enfocándose en la investigación sobre cómo los braquiópodos funcionaban como animales, estudiando su interior por cortes delgados (Krans, 1965; Westbroek, 1968) como de Groot (1963) había hecho con los corales del Carbonífero.
Además de los braquiópodos, Breimer (1962) estudió los crinoideos (especialmente del Devónico), Sleumer (1969) los estromatoporos y Smeenk (1983) los trilobites del Devónico. El Devónico, con su riqueza en macrofósiles fue tan importante que Brouwer (figura 8) hizo un proyecto especial para su estudio que, desgraciadamente, no pudo terminar y que se concretó solamente en unas pocas tesis doctorales (de Coo, 1974; Mohanti, 1972).
Después del traslado de los departamentos del Instituto Geológico de Leiden a Utrecht, el departamento de Brouwer se quedó solo en Leiden, donde continuó durante unos pocos años, hasta la promoción de van Loevezijn, en 1986. Así concluyó la investigación de la cordillera Cantábrica por universidades holandesas. En el Museo Nacional de Geología y Mineralogía de Leiden, el autor continuó la investigación del Carbonífero de la cordillera en cooperación con Wagner (inicialmente en la Universidad de Sheffield, Inglaterra).
Geología General
El Departamento de Geología General estuvo especializado en depósitos del Cuaternario de los Países Bajos y, por eso, fue lógico que en el Cantábrico también se empezara con depósitos superficiales del Cenozoico (Mabesone, 1959). Poco después se inició el estudio del Carbonífero superior con sus estructuras complicadas (véase, por ejemplo, Henkes, 1961; de Meijer, 1971; van Loon, 1970, 1972) y así se dio una estrecha conexión con el Departamento de Estratigrafía y Paleontología (de Meijer, 1971; van de Graaff, 1971). Se continuó con el estudio del Paleozoico inferior (Oele, 1964; van der Meer Mohr, 1969; y Gietelink, 1973, describieron especialmente el Cámbrico y Ordovícico) y del Cretácico (Jonker, 1972).
Petrología
El Departamento de Petrología y Mineralogía de la Universidad no tuvo interés en las rocas volcánicas de la cordillera Cantábrica debido a que ya tenía grandes proyectos en Galicia (Floor & Arps, 2003) con una petrología más variada e interesante. Solamente se realizó una tesina menor (sin publicar) sobre las rocas volcánicas (doleritas) ordovícicas (Winkler Prins, 1964) y un trabajo sobre el metamorfismo (Raven & van der Pluijm, 1986).
Cooperación internacional
Como se ha mencionado antes, De Sitter cedió goniatitidos a J. Kullmann (Universidad de Tübingen, Alemania), mientras los trilobites carboníferos se mandaron a J. Gandl (Universidad de Würzburg, Alemania) para su clasificación y datación de capas.
La falta de cooperación formal con la Facultad de Geología de Oviedo fue una lástima. En 1968, el profesor Jaime Truyols, de dicha universidad, contactó con el profesor Brouwer para ver si quería firmar un convenio con la intención de no duplicar las investigaciones, pero éste no quiso. Después, Truyols contactó con Martin Bless y el autor, para que le ayudaran con las investigaciones de sus doctorandos L. C. Sánchez de Posada y M. L. Martínez Chacón (figura 9); así comenzó una cooperación que continúa hasta hoy día.
Museo Nacional de Geología y Mineralogía a Leiden
Hubo un contacto estrecho entre el Museo y el Instituto pues, hasta el año 1961, el director del Museo fue uno de los catedráticos del Instituto. Esto cambió radicalmente cuando fue nombrado un director externo en 1963, el Dr. C. Beets, que convirtió el museo en un museo nacional totalmente independiente del Instituto. Gerda de Groot ya trabajaba en el museo y, en 1968, el autor fue incorporado para continuar con sus estudios de los braquiópodos del Carbonífero. El buen contacto de Wagner con el museo todavía se mejoró y se extendió a la investigación estratigráfica del Carbonífero de la cordillera Cantábrica, continuándose hasta hoy día. Cuando llegó al museo un especialista de conodontos, M. van den Boogaard, se consiguió que se interesara por la investigación del Carbonífero de la cordillera Cantábrica. Los macroinvertebrados marinos del Carbonífero coleccionados se han dado a especialistas extranjeros siempre que ha sido posible.
Wagner logró interesar a estudiantes de la Universidad de Sheffield para hacer tesis doctorales en la cordillera Cantábrica (Ambrose, 1972), especialmente en conexión con el Pensilvaniense superior (Heward & Reading, 1980).
Conclusión
Las investigaciones del Instituto Geológico de la Universidad de Leiden dieron lugar a la realización de una cartografía detallada del flanco sur de la cordillera Cantábrica no muy precisa para la zona palentina y, en general, para el Carbonífero superior (= Pensilvaniense). El estudio de la estratigrafía y de los fósiles aumentó nuestro conocimiento, siendo una parte fundamental de la investigación. La falta de estudios detallados del Pensilvaniense fue una oportunidad perdida, pues era evidente su interés mundial. En la cordillera Cantábrica hay estratos del Estefaniense inferior que faltan en la región tipo del Estefaniense (Wagner & Winkler Prins, 1985). Eso resultaba de gran importancia para correlacionar correctamente la escala estratigráfica norte-europea para el Carbonífero con las de otras partes del mundo, esencial para llegar a una escala estratigráfica mundial para el Carbonífero. En cierto modo, se puede decir que las investigaciones por Wagner fueron una continuación de sus trabajos en Leiden.
El traslado de la mayoría de los geólogos del Instituto Geológico de Leiden a la Universidad de Utrecht, y el cierre, algo después, del Departamento de Paleontología y Estratigrafía, acabaron prematuramente con los trabajos en la cordillera Cantábrica. En Holanda, solamente el Museo continuaba las investigaciones en cooperación con Wagner y sus colaboradores (Wagner et al., 2014). No se puede decir con exactitud, cómo se hubiese desarrollado el proyecto sobre el Devónico, cuánto tiempo se hubiera necesitado para terminarlo, sobre todo si se hubiera llevado a cabo en colaboración con Oviedo. La Facultad Geológica de la Universidad de Oviedo continúa las investigaciones concentrándose en el flanco norte de la cordillera.
Agradecimientos
En primer lugar, quiero comenzar con el agradecimiento a los habitantes de la cordillera Cantábrica que con su amable hospitalidad han logrado que mis estancias en aquel rincón en el noroeste de España fueran muy gratas e inolvidables. La colaboración con los colegas de la Facultad de Geología de la Universidad de Oviedo fue igualmente muy entrañable, sobre todo porque en el Departamento de Paleontología he dejado buenos amigos.
El autor debe mucho al Dr. Roberto Wagner por la información general aportada sobre el comienzo de los estudios de Leiden en la cordillera Cantábrica y le agradece su colaboración tan amable y fértil. También agradece a Peter Floor y José Luis Barrera que han ayudado a mejorar el texto y a la corrección del castellano.
Bibliografía
NOTA: Una bibliografía extensa de las publicaciones sobre la cordillera Cantábrica del Instituto Geológico de la Universidad de Leiden y sus alumnos está disponible por el autor.
Leer el artículo en : http://www.icog.es/TyT/index.php/2014/07/el-instituto-de-geologia-de-la-universidad-de-leiden-y-la-cordillera-cantabrica-una-oportunidad-perdida/
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Publicado por Jesús Cabrera el 9/2/2018 a las 12:57
El profesor Robert H. Wagner, conocido en Córdoba como Roberto Wagner, ha fallecido en la ciudad a los 90 años de edad. Desde el gobierno municipal se ha lamentado esta pérdida y se ha valorado “su gran contribución a la Paleobotánica, porque la ciencia nunca está debidamente reconocida”. A su generosa donación se le debe la existencia en el Molino de la Alegría del Jardín Botánico de uno de los museos de Paleobotánica más importantes del mundo.

Como reconocimiento a sus aportaciones en esta ciencia, la Universidad de Córdoba, que también lamenta su pérdida, le reconoció con el doctorado Honoris Causa el 11 de diciembre de 1985 a solicitud de la Facultad de Ciencias. Como padrino actuó el catedrático de Botánica, Eugenio Domínguez Vilches.
Especialista en flora y estratigrafía del Carbonífero/Pérmico, el profesor Wagner nació en el año 1927 en las colonias holandesas del sudeste asiático. Se licenció en Geología en la Universidad de Leiden (Holanda) en el año 1953, obtuvo el grado de Doctor por la Universidad de Amsterdam en 1968, y fue profesor titular en la Universidad de Sheffield (Inglaterra) durante los años 1960-1983. Considerado una autoridad mundial en Paleobotánica del Carbonífero, fue autor de más de un centenar de trabajos en revistas científicas internacionales, artículos en libros y cuenta con dies especies y un género (Wagnerispina) que llevan su nombre.
Afincado en Córdoba desde hace más de 30 años, en 1985 donó al Jardín Botánico de Córdoba todo el material que había recolectado y consistente en más de cien mil ejemplares de fósiles, siendo el fundador del Centro Paleobotánico, del que era director honorífico.

El pasado día 23 de Noviembre de 2017 el Presidente del Colegio de Geologos de Asturias, D. Jose Antonio Sáenz de Santa María, junto con la Directora del Archivo Histórico del Principado, Dª Maria Concepción Paredes, procedieron a la firma de un protocolo por el cual el Colegio deposita en el Archivo todos sus fondos propios correspondientes a los últimos 30 años.
Se trata de un conjunto de informes técnicos visados por los geólogos asturianos desde 1984. Se estima que lo componen unos 10.000 informes y estudios. Su importancia es grande no solo desde un punto de vista cultural o social sino también desde el punto de técnico.
El Colegio pretende ahora colaborar con el Archivo en el fichado de los textos y en la formación de bases de datos geológicos, a partir de los mismos, que pueden tener un gran interés en el futuro para el desarrollo de numerosos campos (ordenación del territorio, minería, edificación, medio ambiente, etc.). El siguiente paso es conseguir la colaboración de la Facultad de Geología para construir esas bases de datos. El Colegio seguirá trabajando en este objetivo.