Autor: PACO VIVO
Epí ta meta ta physiká
(Ese eterno
Deshacerse
Y recomponerse)
En una revista especializada de Geología, un lego debería renunciar a decir algo acerca de ella, más aún si se trata de conceptos básicos. Sin embargo, en cualquier caso, debe de ser posible que el lego dialogue con la Geología, pues en ella como en el resto de las ciencias no todo es physis: otros intereses humanos no tan fácticos se adivinan en sus extensas ramificaciones, como vetas de precioso metal incrustado en la solidez de la roca. Desde la consciencia de esa presencia muda, más allá de lo físico, por una de las fisuras de la ciencia de la tierra, para dar voz a ese silencio, pretendió Mabel Martínez introducirse haciendo uso de un lenguaje en el que combinó ciencia, arte y vida.
Ya en sus primeras piezas de los años 90 del siglo pasado se muestra su conciencia geológica. El horno de cocción cerámica, crisol de nuestra conciencia temporal, es, para ella, un acelerador del tiempo, una técnica capaz de fosilizar los objetos mediante procesos químicos propiciados por las altas temperaturas, como en la misma tierra.
Diferentes momentos de restauración del fósil original.
Años más tarde, desarrollaría ampliamente este concepto, entre otros, en el proyecto “Donde Anida la Espiral”, que arrancó con la restauración de un gran ammonite del periodo Cretácico. Los fragmentos de roca sedimentaria que le fueron confiados para su recomposición, fueron para ella el comienzo de un proceso de investigación exhaustiva de este animal extinto, con la intención de explorar e interpretar tanto su antiguo ecosistema, como el territorio actual del cual procedía aquel fósil.
Tal estudio le permitió, por otra parte, ahondar en ese viaje en el tiempo que supone la paleontología, desde la mirada de un propósito artístico centrado en el tiempo humano, en el que se funden lo geológico y lo metafórico, avivando en ella, más y más, la necesidad de expresar aquellas sensaciones y emociones sugeridas por el fósil – propósito para cuya realización se propuso conjugar conceptos e ideas provenientes de campos muy especializados y aparentemente inconexos como son los códigos científicos, el lenguaje artístico y la experiencia vital personal.
Para acabar de ponernos en contexto, permítanme, antes que nada, dibujar un breve esbozo de las líneas maestras que explican el conjunto de la obra de la artista. Nacida en Calasparra (Murcia), su adolescente interés por el arte cristalizó pronto en sus estudios de filosofía y estética, caldo de cultivo que propiciará la vertiente teórica de su trabajo artístico. De su pronta formación cerámica provendrá su apego por los procesos artesanales y la instalación artística, y de su juvenil participación en grupos de teatro, la deriva hacia la performance y la búsqueda de modos activos de relación con el espectador.
Mabel tenía gran habilidad para transformar objetos y situaciones cotidianas en elementos poéticos dotados de valor simbólico, emocional y transcendente, y, aunque gran parte de las problemáticas que abordan sus investigaciones giran en torno a la Naturaleza y el Paisaje, también se interesó por asuntos de Género, Socio-Política y Tecnología.
Vista general de la exposición de Mabel Martínez en la sala de exposiciones de La Merced de la Universidad de Murcia, con la pieza “Amonites, procesos y múltiples copias” en primer término.
La Geología está presente en su obra de forma directa, no sólo porque en ocasiones fuese desarrollada en los propios yacimientos paleontológicos o porque supiera leer en los estratos, reconociendo el mensaje escondido en tierras y minerales, sino, también, por su profundo conocimiento de los materiales, especialmente los cerámicos, que fueron la herramienta principal con la que dio forma a sus esculturas e instalaciones.
En “Donde Anida la Espiral”, trabajo desarrollado durante catorce años y que llegó a alcanzar la treintena de subproyectos (muchos de las cuales no nombraré, centrándome en los que mejor ejemplifican temas significativos), cada obra está realizada haciendo uso de materiales, específicamente escogidos según sus características, con objeto de conferir a cada pieza un determinado aspecto formal y un sentido simbólico. Después de la cocción, del fraguado o de otros procedimientos técnicos, conociendo e intuyendo los resultados que podía obtener, utilizaba elementos ostensiblemente geológicos – texturas, colores, plasticidad y consistencia, resistencia, capacidad de aguante para sostener estructuras, etc.- para provocar sensaciones y sugerir relaciones de pensamiento.
Mezclaba las pastas y utilizaba los materiales como un alquimista para descubrir un proceso técnico adecuado a sus ideas, intuiciones y sentimientos. No siempre utilizaba los materiales de forma ortodoxa, los combinaba por sus diferentes tipologías para experimentar, para encontrar nuevas formas, sin temor a potenciales resultados ruinosos. Es decir, le interesaba principalmente el proceso, observar la interacción entre materiales, ver su comportamiento y utilizarlo artísticamente.
Instalación de “Fractal en la tierra: Construcción – Desintegración” en la Capilla del Rectorado de la Universidad de Murcia.
Si bien la presencia de la Geología es evidente en los materiales que utiliza, no es menos importante su sentido simbólico, su manifestación en los significados.
El simple hecho de realizar un molde del ammonite original ya nos está hablando de Geología, pues los fósiles no son los restos de aquellos animales, sino su huella, la suplantación geológica de materiales sedimentarios que ocuparon su lugar. En la obra de Mabel la reproducción tanto del fósil, como del molde, es la rememoración del hecho paleontológico en su sentido artístico, en el cual el concepto de lo original y la copia, del molde y la seriación de objetos, adquiere una enorme importancia simbólica. Extrapolando el concepto a nuestra propia biología ¿qué es el ADN humano sino la horma modelo, el registro identitario de nuestra especie?
De la idea de molde a la noción de memoria, huella a su vez de las cosas que un día fueron, sólo hay un paso. Igual que los ammonites ya no están, salvo en su fósil, nosotros tampoco estaremos: sólo quedará nuestra estela, nuestro molde como memoria.
Vista de la instalación “Volver a la tierra-humano fósil” en la sala de La Merced de la Universidad de Murcia.
Condensan expresamente estos parámetros de molde, memoria, consciencia del tiempo, etc., las obras pertenecientes a la serie titulada “Volver a la tierra. Humano fósil”, en las que Mabel se desviste de Cultura para cubrirse de barro, de Naturaleza. Vivencia primigenia de la que nace un acendrado sentido de pertenencia al medio natural y la consciencia de que nunca hemos dejado de estar conectados a él, a ese algo ancestral que nos compone y que tan sólo hemos olvidado.
Fotograma del vídeo “Volver a la tierra-humano fósil”
En una de las piezas, formada por placas de porcelana, Mabel, cubierta de barro rojo, dejó las formas de su cuerpo, marcas de sus pies, manos, cadera, como un fósil del porvenir. Esas huellas, una vez sometidas al recurso tecnológico del horno cerámico dejarían constancia de los factores geológicos más importantes, el tiempo y el cambio en la materia.
Condensado el tiempo geológico en tiempo antropológico, se anticipa un posible futuro en el aquí-ahora que manifiesta nuestra fragilidad como especie.
Pero la huella en la porcelana o en el papel, en la performance o en el vídeo, no eran el final de la obra. La última etapa que esbozó Mabel para concluir esta pieza habría de ser la organización de una acción-ofertorio en el yacimiento en el que trabajó tantos años, emulando a las antiguas culturas con sus ofrendas a la Tierra. La acción consistía de hecho en una intervención en el paisaje en el que se enterraría esta escultura, incorporándola, reintegrándola al territorio, como una etapa más de la historia geológica de la vida y como restitución simbólica a una de las zonas más deterioradas por los expoliadores.
Acción vandálica de los expoliadores. Proceso de deterioro de los yacimientos paleontológicos donde trabajó Mabel.
Este territorio original, este espacio de intervención artística, ha sufrido un cambio pavoroso. Desde el comienzo del proyecto, la transformación del territorio ha sido radical: las espléndidas playas fosilizadas, los ripples que engarzaban ammonites han desaparecido. Ya sólo quedan fragmentos de rocas desintegradas por la incultura. Huellas del martillo en busca de lucro. Este escándalo empujó a Mabel a dar testimonio de ello, porque pensaba que el arte debe ser un motor para la toma de conciencia, de denuncia ante este deterioro progresivo del patrimonio geológico y paleontológico. Es aceptable la intervención en el estudio científico, pero es inadmisible la extracción incontrolada por expoliadores en busca de fósiles para la compraventa. En nuestra sociedad, hace falta más cultura, este saqueo es como si se destruyeran las páginas de un libro que nunca podremos volver a leer. Testimonios destruidos que ya no podrán ayudarnos a conocer la dinámica e historia de nuestro planeta, a interpretar eventos que nos auxilien para comprender, por ejemplo, la situación climática actual.
Mabel trabajando en la pieza “Toperos”.
Vista de la instalación “Toperos” en la sala de La Merced de la Universidad de Murcia.
ntes de su destrucción, Mabel había realizado moldes de escayola de aquel suelo marino y con la arcilla del lugar, copió los relieves, ondulaciones y pendientes de los estratos. A partir de ellos efectuó una escultura que simulaba dicho entorno, evocando su vulnerabilidad y desprotección, y por extensión la de todos nuestros yacimientos. Como evento definitivo de esta instalación pensó dar un martillo a los espectadores para que rompieran la pieza, y con su acción representaran y sintieran en carne propia el hecho vandálico. Con este acto destruirían la inicial forma, pero sus cascotes y restos estructurales darían el sentido definitivo y apropiado a la obra. De nuevo, el hecho cíclico de la materia en el tiempo que vuelve a la tierra.
En esta espiral de concienciación, la performance “Flujo Perpetuo” nos transporta más allá del tiempo geológico, a un tiempo metafórico, incluso psíquico, convirtiéndolo en tiempo vital mediante la encarnación en el cuerpo orgánico del animal. Retrocediendo, dando pasos de involución, de fósil a animal vivo, formando parte de su ecosistema, nadando en el elemento esencial para la existencia: el agua.
Fotogramas del vídeo realizado durante la performance “Flujo perpetuo”.
Al sumergirse en el mar, encarnada en ammonite, retrocede en el camino que lleva al origen de la vida, un momento sin tiempo en el que diluirse a través de la percepción y la ficción artística. Emocionantes momentos de simbiosis con este ser primigenio, percibidos en la sutura-fractal dibujada en el traje, tatuada en su piel con plena naturalidad.
Tiempo cíclico una y otra vez, que hace pensar en la espiral que Mabel utiliza como metáfora, que está en la hélice del ammonites y es símbolo humano atávico, que no responde a un orden estático sino a una permanente hibridación-mutación-extinción en equilibrio, un proceso sin principio y sin fin en el que todo está conectado por el hilo sutil de la energía, de la experiencia emocional directa con la cadena evolutiva de la vida. Vuelta una y otra vez al origen.
Otro aspecto importante de este proyecto, interesante obviamente para un museo de geología, trata los principios tradicionales de la musealización. En la obra “Paisaje Estratigráfico” se abordan los modelos expositivos y las funciones del museo contemporáneo. Si bien el museo tiene el deber de conservar y documentar, también ha ejercido su poder para establecer modelos hegemónicos poniéndolos al servicio de determinados intereses, por lo que, sería deseable que el museo actual se convirtiese en un mediador social que valorase y comprendiese la relación entre el individuo y su contexto, un ente que crease un espacio dinámico y comprometido, capaz de implicar a un espectador convertido en agente.
En la obra que plasma el análisis de la artista a este respecto, unos estantes de metacrilato, que simulan la disposición inclinada y la ruptura de los estratos geológicos, sostienen piezas que el espectador puede coger y tocar, sumándose a un proceso de conocimiento directo, en un espacio catalizador de diálogos que representa un lugar de encuentro para la convivencia social y el aprendizaje a través de una mirada poética y emocional.
Maqueta de la obra “Paisaje estratigráfico de Historia Natural”.
Mural “Fragmentos de Historia Natural”. Elementos desechados por los expoliadores.
En definitiva, el proyecto “Donde Anida la Espiral” representa una sentida invitación a experimentar, en un plano en el que se fusionan Ciencia, Emoción y Pensamiento, el recorrido evolutivo de la energía universal desde un nivel galáctico a un nivel subatómico. Un camino que nos permite comprender y simbolizar la evolución humana como proceso integrado en la evolución del universo. Una experiencia que nos conecta con la Naturaleza de la que nunca hemos dejado de ser parte.
Fotografía de la Performance “Antropoamonites”.
Fotografía de la Performance “Interrogando las practicas extractivas” sobre el suelo marino fosilizado antes de su destrucción.
Grabado “Anidando la Espiral”
Fotogramas del vídeo realizado durante la performance “Espiral en la Rambla”.