TIERRA Y TECNOLOGÍA Nº 60 | Autores: W. Martínez del Olmo y C. García Royo.


El BOE del 20 de mayo del 2021, publicó la Ley de Transición Energética y Cambio Climático, que fue aprobada por una abrumadora mayoría parlamentaria, a la que no estamos acostumbrados. La ley, prácticamente, impide la realización de líneas sísmicas y sondeos exploratorios con objetivo en gas natural o petróleo, ya que advierte, de que si, por casualidad, llegase a descubrirse algún nuevo yacimiento, no otorgaría la necesaria Concesión de Explotación.

Aunque la Ley no define si se prohíben, para otros objetivos, la realización de líneas sísmicas y sondeos, no hay duda que plantea mucha incertidumbre en que fuese fácil conseguir autorizaciones para obtenerlas, en un tiempo razonable. El Ministerio que ha de autorizarlas, puede pensar que dar permisos de investigación con líneas sísmicas y sondeos, va en contra la Ley. Aunque deseamos que esto no sea así, lo que está claro es que el necesario conocimiento del subsuelo para, entre otras cosas, aprender y ultimar sus posibilidades, en temas tan clave, para un futuro inmediato, como: los almacenamiento de hidrógeno, del pernicioso CO2, de la exploración geotérmica de alta y baja entalpía, de la  exploración para minerales, ahora estratégicos por su creciente uso en los semiconductores, de los residuos radiactivos de las centrales nucleares y del potencial aprovechamiento de los acuíferos profundos, salados y salobres.


El subsuelo del territorio español, tanto marino como terrestre, puede proporcionar datos de Geología (afloramientos y subsuelo) y especialmente líneas sísmicas y sondeos. Este territorio se considera dividido en nueve cuencas sedimentarias: Cantábrica, Mediterráneo, Guadalquivir-Golfo de Cádiz, Pirineos, Valle del Ebro, Duero, Tajo, Ibérica y Bética. En estas cuencas, la mayor parte de las líneas sísmicas, fueron adquiridas hace 30-40 años, con anterioridad al enorme progreso experimentado por las nuevas técnicas de adquisición y procesado, y ya sean en 2D o 3D, no se ha intentado su mejora mediante los modernos programas de reprocesados. Si a ello añadimos que tan solo existen 710 sondeos y no los 9.200 de Francia, los 8.500 de Italia o los 26.000 de UK, se entiende que nuestra base de datos no es la idónea para la definición de las necesitadas trampas geológicas donde almacenar hidrógeno, CO2 o iniciar la exploración de recursos geotérmicos y acuíferos profundos. 

El esfuerzo en investigación del subsuelo realizado en los últimos 50 años (Ayoluengo en Burgos a Viura en La Rioja) condujo a numerosos descubrimientos de petróleo y gas en las cuencas del Golfo de Valencia, Guadalquivir-Golfo de Cádiz, Pirenaica, y Mar Cantábrico, conocidos como Casablanca, Marismas-Poseidón, Serrablo y Gaviota; que aunque no nos sacaron de pobres (42.000 BBE/día) porque sus reservas y producciones, nunca alcanzaron a satisfacer nuestro consumo de (1 millón BBE/día) significaron un estímulo o soplo de esperanza, que siempre estuvo lejos de satisfacer las necesidades del País.

Figura 1: Cuadro histórico y resultados de la exploración en España.
Figura 2: Localización de los yacimientos comerciales y no comerciales sobre el Mapa Geológico de España y Portugal (modificado de Rodriguez Fernández, L. R. (editor) Mapa geológico de España a escala 1: 2.000.000. En: Geología de España (J.A. Vera, Ed.), SGE-IGME, Madrid).

Desde el histórico exploratorio y la revisión geológica del territorio español, puede agregarse que las productivas cuencas de los golfos de Valencia y Cádiz, en las que se han realizado numerosas líneas sísmicas, relativamente modernas (2D y 3D), pueden considerarse bien exploradas, y por ello carentes de un evidente potencial exploratorio remanente. Por el contrario, las cuencas terrestres, Cantábrica y del Guadalquivir, albergan dos posibilidades bien distintas: la primera con un elevado potencial (decenas a cientos de millones de m3 de gas) mediante fracturación hidráulica en el intervalo del Cretácico Superior, conocido como Formación Valmaseda; la segunda, mucho más modesta (100-120 BCF) en los numerosos prospectos que quedan sin explorar en las arenas turbidíticas de la Formación Arenas del Guadalquivir. Si a estas sustanciales diferencias unimos, que adquirir nuevas líneas sísmicas, se antoja complicado en el poblado y cultivado Guadalquivir, para ultimar sus posibilidades solo nos quedaría procesar los viejos datos en Amplitud Versus Offset (AVO) cosa evidentemente muy fácil de llevar a cabo, ya que, si este resulta positivo, el éxito exploratorio se aproxima al 95 % en los sondeos perforados con esta técnica.

El conocimiento preciso de nuestro subsuelo es necesario para el almacenamiento del hidrógeno verde o gris y del CO2, porque sin saber dónde almacenarlo, estaríamos prohibiendo o simplemente retrasando, su desarrollo como fuente de energía futura y no contaminante

En resumen, es notorio que la Formación Valmaseda debe constituirse en un objetivo principal de investigación, aunque para ello haya que olvidar las falacias que nos contaron las campañas mediáticas que llevaron a la prohibición del fracking; campañas que la experiencia en EEUU han demostrado ser un invento promovido por otros intereses; por ello se propone que las autoridades competentes se replanteen esa prohibición.

De otra parte, no podemos negar que el conocimiento preciso de nuestro subsuelo es absolutamente necesario para el almacenamiento del hidrógeno verde o gris y del CO2, porque sin saber dónde almacenarlo, estaríamos prohibiendo o simplemente retrasando, su desarrollo como fuente de energía futura y no contaminante. Este problema es relativamente fácil de resolver, ya que se conocen un limitado número de almacenes geológicos absolutamente seguros, dónde almacenarlo y un mayor número de posibilidades, que, mediante nuevas líneas sísmicas y sondeos, podrían ampliarlo muy considerablemente, en un tiempo no mayor de 2-3 años.

Figura 3: Red de gasoductos que permitiría el transporte en fase mixta (gas natural e hidrógeno) y localización de los 8 almacenes con alta y baja probabilidad de existencia, para el almacenamiento del hidrógeno. Nótese que los de mayor capacidad coinciden con aquellos necesitados de nuevos trabajos de Geología y Geofísica. (desde Martínez del Olmo, 2021).

La figura precedente, viene a indicar que aunque ello sea posible, para no hacer el almacenamiento en dos fases (hidrógeno y gas natural) nuestro esfuerzo debería centrarse en acabar de asegurar las capacidades y existencia del listado que incluye nueve posibles trampas, más aún cuando ellas también serían útiles para el secuestro del CO2. Y dado que las trampas de Serrablo (1.100 Mm3) y Gaviota (1.600 Mm3) son almacenes operativos para el gas natural, y pueden ser consideradas estratégicos, nuestra atención debe centrarse en Yela, tanto por su capacidad (2.000 Mm3)   como por su localización geográfica y conexión a la red de gasoductos.

Además, conviene advertir que en la cuenca del Guadalquivir, conocemos la existencia de otras 23 trampas fiables (Asperillo-2, Saladillo-1, Marismas-2, 4, 5, Tarajales-1, Melo-1, Arrayan-1, Vico-1, Azul-1, Palacares-1, San Juan R-1, R-2, R-4, V-6, Z-1, Sevilla 1, 3, Santa Clara-1, Río Corbones-1, Córdoba B-2, C-1, C-1A) que añadir a Rincón-1 y Marismas-3 (120 Mm3) que aunque de mucha menor capacidad, pues todas juntas pueden evaluarse en 570-580 Mm3; lo que no implica que cada una de ellas signifique la posibilidad de realizar pirólisis para H2 gris o verde, individuales y convenientemente distribuidas, por lo que no necesitarían transporte de larga distancia hasta los centros de consumo.

Por otra parte, si nos centramos en nuestros conocimientos de los recursos geotérmicos del área España de baja y alta temperatura, tenemos que adelantar, que ellos son muy inferiores a las cifras, mostrados previamente. A pesar de ello, revisando la información provista por los informes finales de los sondeos realizados en España, la baja entalpía nos lleva a ver posibilidades en la cuenca de Madrid, pues los sondeos de El Pradillo, San Sebastián de los reyes y Tres Cantos, enseñan la existencia de un fabuloso almacén arenoso (porosidad del 18-22 %, espesor neto de 150-200 m y sello de 1.100-1.300 m de arcilla-anhidrita) definido como trampa estratigráfica con más de  280 kmde área de existencia, controlada por líneas sísmicas de notable calidad. El almacén contiene agua salada que varía de 19.000 a 31.000 Cl y a una temperatura del orden de los 67-70 ºC, que a falta de información de sondeos ha sido estimada sumando a la temperatura media anual la de un gradiente geotérmico de 3,2ºC/100 m. Este recurso de baja temperatura podría ser utilizada en miles de viviendas y decenas de industrias de la región de Madrid.

Figura 4: Correlación de sondeos e imagen sísmica del almacén en baja temperatura y agua salada (trama de puntos)

Finalmente, en nuestra opinión, no se debe prescindir de la exploración del subsuelo, pues esta es imprescindible para definir los almacenamientos de hidrógeno, gas natural, CO2 y las posibilidades de utilización de los acuíferos salados y salobres.  

Referencias

  • Martínez del Olmo, W. y Motis, K. 2012. Lo aprendido de la pasada exploración y un vistazo a su futuro. VIII Congeso Geológico de España. Oviedo.4p.
  • Martínez del Olmo, W.2019. Cambio climático, acuerdos de Paris y trampas geológicas donde secuestrar el CO2 en España. Revista de la Sociedad Geológica de España.32 (2):87-106.
  • Martínez del Olmo.W.2021. Almacenamiento de hidrógeno en España. Revista de la Sociedad Geológica de España RSG de España.34(2): 53-59.
  • Rodriguez Fernández, L. R. (editor) Mapa geológico de España a escala 1: 2.000.000. En: Geología de España (J.A. Vera, Ed.), SGE-IGME, Madrid

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