A raíz de las informaciones publicadas en diferentes medios de comunicación que apuntan a la opción de rehabilitar el antiguo Hospital Policlínico de Segovia para ampliar la dotación hospitalaria de la ciudad, el Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG) estima que la rehabilitación conservadora integral del edificio con un refuerzo estructural y recalce de cimentaciones, si bien es técnicamente viable, resultaría extremadamente onerosa, tanto desde el punto de vista económico como de plazo de ejecución dada su gran complejidad, frente a otras opciones como puede ser su demolición y reconstrucción total o parcial.

El Colegio de Geólogos considera que cualquier actuación sobre el Hospital Policlínico conllevaría múltiples inconvenientes técnicos que, si bien son subsanables, supondrían costes elevados, plazos de ejecución dilatados y potenciales desviaciones de estos factores, frente a la alternativa de construir un edificio de nueva planta en un terreno franco, de extensión y características geotécnicas adecuadas, con menores condicionantes arqueológicos, más accesible y mejor comunicado con la ciudad y la provincia que ha de atender durante las próximas décadas.

Cualquier decisión en ese sentido que hayan de tomar las Administraciones Públicas debería tener en cuenta los principios básicos de eficacia, eficiencia y economía para la consecución de objetivos y la utilización de recursos públicos. En este caso concreto, la complejidad del terreno sobre el que se asienta el Hospital Policlínico y las condiciones de cimentación presentes en ese emplazamiento son aspectos claves a tener en cuenta.

El antiguo convento de San Agustín fue erigido en el siglo XVI sobre el escarpe norte del relieve tabular sobre el que se asienta el casco antiguo de Segovia, de forma que el terreno irregular y abrupto, con desniveles de hasta diez metros, precisó que la cimentación del convento tuviera que hacerse mediante la construcción de gruesos muros de mampostería, apoyados en roca caliza; mientras que la explanada interior y circundante se consiguió mediante un terraplén con material echadizo de consistencia baja.

El actual edificio, construido a principios de la década de los años 40 del siglo pasado, aprovecha parte de la planta del convento, de manera que las fachadas se apoyan en los muros de carga del antiguo convento, sin presentar patología alguna.

No sucede lo mismo con la estructura interna, donde muchos de sus pilares se apoyan sobre restos de viejos muros de carga, pero también sobre macizos construidos ad-hoc, todos ellos formados por mampostería recibida con cal. Estos pilares presentan una importante degradación en su encuentro con la mampostería que los sustenta, debida aparentemente tanto a la disgregación del propio hormigón, de baja calidad, como a la corrosión de las armaduras, lo que estaría produciendo un progresivo hundimiento de la estructura.

Cualquier actuación futura que modifique estructuralmente el edificio requiere la estricta aplicación del Código Técnico de la Edificación (CTE). En este caso sobre una dotación diseñada y construida con estándares de hace ochenta años, aquejada ya además por importantes patologías y emplazada un terreno calificable como “desfavorable”, dada la presencia de importantes espesores de rellenos, suelos blandos y potencialmente colapsables, y una gran variabilidad lateral.

En este escenario, en primer lugar, sería preceptivo disponer de un completo estudio geotécnico de acuerdo con los requerimientos del CTE, para conocer mejor las condiciones actuales del subsuelo en toda su extensión, lo que a su vez permitiría determinar las soluciones de cimentación más adecuadas. Así mismo, sería necesario desarrollar una prospección arqueológica de acuerdo al grado de protección asignado a este edificio por el PEAHIS, para confirmar la adecuación de la obra prevista al yacimiento.


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