En 1859, se registraron auroras boreales en el Caribe. Aquel fenómeno de tormenta solar se denominó “evento Carrington”, y fue una supertormenta solar que quedó registrada. Aquel desastre no fue para tanto: fallaron los sistemas de telegrafía, y poco más.

Los científicos llevan prediciendo la llegada de una tormenta solar severa desde hace años, debido al período cíclico de estos eventos.

Las tormentas solares son fenómenos en los que se produce una violenta explosión en el sol, que se produce en tres fases. En primer lugar, se emite una erupción solar, que tarda apenas 8 minutos en alcanzar la tierra y que interfiere con las comunicaciones, pues deforma el campo magnético terrestre. Después se produce una tormenta de radiación que puede dañar circuitos, y al final se emite lo que se denomina como “eyección de masa coronal”, que es la onda más peligrosa, puesto que dependiendo de hacia donde se oriente, puede afectar a todo el sistema eléctrico y satelital terrestre.

La pregunta es ¿qué ocurriría si se produjera un evento de este calibre a día de hoy?

No es muy difícil imaginar, sabiendo que las redes eléctricas pueden sufrir daños, que un evento de tal magnitud puede causar un verdadero desastre en todo el planeta, sobre todo en las zonas más dependientes de la tecnología.

En la actualidad, los satélites están preparados y se envían al espacio para soportar llamaradas solares, pero si se produjera alguna de mayor tamaño, podrían quedar severamente dañados. Esto afectaría a las comunicaciones de todo el mundo: internet, móviles, incluso pagar con tarjeta sería imposible. Los sistemas eléctricos registrarían una subida de tensión por las partículas solares y podría afectar al sistema entero, siendo costoso y difícil de reparar en poco tiempo. Eso significa, en pocas palabras, que podríamos estar meses sin electricidad.

Es imposible prevenir un evento cósmico de éstas dimensiones, pero se pueden aplicar medidas paliativas y predecir la llevada del evento para estar lo más preparados posible. Una opción sería modernizar la red eléctrica para que aguante mejor, o apagar los dispositivos eléctricos temporalmente para evitar daños.

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