Petróleo español

Ni un uno por ciento de las decenas y decenas de permisos de exploración y/o investigación solicitados derivan en explotaciones.

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Texto: David Navarro Vázquez. Colegiado nº 67

El resultado de las investigaciones mineras es harto problemático. Ni un uno por ciento de las decenas y decenas de permisos de exploración y/o investigación solicitados derivan en explotaciones. Las causas son diversas: menor tonelaje del previsto, contenidos minerales aminorados, bajada de precios, etc., etc. Un dato, el registro histórico de la provincia de Teruel, provincia minera por excelencia, sobrepasa los seis mil asientos, calculen las minas y canteras, actuales e históricas, y rápidamente obtendrán el porcentaje.

Viene a cuento, lo anterior, por la avalancha de noticias que sobre el denominado “petróleo de Canarias” se están publicando en los medios de comunicación. Estamos ante unos indicios y en el comienzo de una investigación, que, como tantas otras, se está llevando a cabo en el subsuelo español. Dios quiera que alguna culmine con éxito y se extraiga la riqueza que nuestro subsuelo atesora, ya que ciertas zonas de España son potencialmente importantes, no es casualidad que la mayor compañía minera mundial procede y sigue llevando por nombre “Río Tinto”.

La prospección minera, como otras investigaciones, posee su propia metodología. Básicamente es aquella que a partir de estudios y análisis de datos e indicios superficiales, establece modelos tridimensionales y traslada al subsuelo determinadas conclusiones. Para entenderlo de forma sencilla y familiarizada, podemos decir que se asemeja a una investigación médica, a partir de indicios externos se extraen conclusiones acerca del interior de nuestro organismo.

Tanto la Ley de Minas como la de Hidrocarburos establecen que todos los minerales e hidrocarburos existentes en los territorios del Estado y en los fondos marinos que están bajo la soberanía del Reino de España poseen la consideración de bienes de dominio público estatal y que tanto Permisos de Investigación como Concesiones de Explotación solo podrán ser otorgadas a entidades que acrediten suficiente capacidad técnica y financiera para llevar a cabo las operaciones de investigación y/o explotación en las áreas solicitadas.

En Canarias, la situación es la siguiente: se han solicitado unos Permisos de Investigación en los fondos marinos, de soberanía española, cercanos a Lanzarote-Fuerteventura; la solicitud ha sido efectuada por Repsol, compañía petrolífera española de máximo prestigio internacional; los yacimientos no conocen fronteras, con toda seguridad, parte de éste, se encuentra bajo jurisdicción marroquí, lo que en su momento habrá que delimitar; las campañas de investigación y viabilidad del yacimiento van a durar varios años; investigaciones y explotaciones marinas se están llevando a cabo en países tan dispares como Noruega o Brasil, sin problemas irresolubles; la existencia de un descubrimiento petrolífero en cualquier país del mundo es recibida con muestras de inmenso júbilo.

Entonces, ¿a qué viene semejante ruido mediático y tanta oposición, si todavía hay que efectuar una difícil y costosa investigación, y luego demostrar la viabilidad del yacimiento? ¿Cuánto papel malgastado y sustancia gris desaprovechada en debates, tertulias, etc.? ¿Qué nos está pasando en España? ¿Será que los canarios no se sienten españoles y prefieren que el yacimiento quede ahí sin valorar, a ver si otras multinacionales acuden al reclamo? ¿O prefieren que lo investigue y lo explote Marruecos antes que Repsol? ¿En Canarias no se consume petróleo? ¿No nos hace falta para compensar deuda externa, en buena parte debida a la importación de crudos procedentes de otros países?

Tenemos el futuro complicado si no nos convencemos de que los recursos naturales, bien por su escasez, por su irregular distribución o por cualquier otra razón estratégica, no pueden ser dejados en manos de gobernantes regionalistas, que solo por ir a la contra pondrán todas las pegas inimaginables al gobierno central. Ya se nos debían de haber pasado las fiebres autonomistas de los años ochenta y razonar que las diecisiete “españas” no conducen a sitio alguno. Que en los tiempos de la información, la telemática y la globalización carece de sentido y es carísima tanta administración intermedia. Que Europa va hacia la unión fiscal y económica, y en España parece que nos gusta ir en sentido contrario.

En definitiva, disponemos de recursos naturales primarios importantes, y no solamente mineros. Ahí está esa agricultura de primor de todo el este y sur peninsular, exportando en pleno invierno a la Europa nórdica. Productos mediterráneos, como los vinos y aceites de excelente calidad. Poseemos una pequeña y mediana industria muy eficaz y que ha sido la base del desarrollo de los últimos cincuenta años, aunque atravesando muy malos tiempos. En el mundo, somos envidiados por nuestro estilo de vida. Nuestra lengua es la segunda, después del inglés, a nivel comercial. Etc., etc. Solamente nos falta creérnoslo, convencernos de que somos capaces de salir de la depresión económica y psicológica en que nos encontramos. Pero para promocionar España, para vender en el mundo nuestros productos, lo que tan pomposamente denominamos I+D+i, por cierto ¿porqué la segunda i minúscula?, tenemos que invertir en ello y como ya no podemos endeudarnos más, pues tendremos que recortar gastos ¿De dónde? Para empezar, de tanta administración intermedia ineficaz y que encima pone trabas al desarrollo de la nación. Así que, objetivamente, podemos y debemos volver a recuperar nuestro décimo puesto mundial. Recursos tenemos, hasta petróleo en Canarias, explotémoslos con racionalidad y dejémonos de zarandajas.