Texto: Ruben Marcos. Europa Press | Fotos: Yolanda García. ICOG

El miércoles 19 de noviembre, que no había fútbol europeo, se celebró en la sede del ICOG una tertulia del Geoforo que, bajo el título, ¡Atención al tsunami!, analizó el desarrollo de la Red Nacional de Alerta de Tsunami instalada hace pocos meses por el Instituto Geográfico Nacional (IGN). En la tertulia, presentada por José Luis Barrera, intervinieron Emilio Carreño, director de la Red Sísmica Nacional, y Juan Vicente Cantavella, jefe de Servicio de Sismología del IGN (figura 1).tsunami_tt_01

Carreño (figura 2) destacó en su intervención la poca concienciación que existe en España respecto al riesgo que representan los tsunamis (maremotos) y recordó que la mayor catástrofe natural registrada por nuestro país fue precisamente un maremoto consecuencia del llamado terremoto de Lisboa del año 1755. Aquel tsunami provocó más de 1.200 muertos en la bahía de Cádiz, y los estudios paleosísmicos realizados por los geólogos en los últimos años han demostrado que esa zona ha padecido, al menos, cuatro grandes tsunamis a lo largo de la historia. En el Mediterráneo también se han registrado tsunamis de menor intensidad en 1790, 1804, 1954, 1980 y 2003 (hundió más de 100 embarcaciones en Mallorca y Menorca), generalmente provocados por terremotos en la costa de Argelia. Globalmente, según estos expertos, las regiones españolas más expuestas al riesgo de un tsunami son la costa del Atlántico, especialmente Huelva y la bahía de Cádiz, la costa del Mediterráneo y las islas Baleares, si bien la recurrencia de maremotos de gran intensidad es de entre 1.200 y 1.500 años.

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Como explicó el director de la Red Sísmica Nacional, en 1994 se acordó que varios ministerios, entre ellos, los de Interior, Medio Ambiente, Obras Públicas y Defensa, iniciaran los trabajos para la elaboración de un plan de prevención de tsunamis en el golfo de Cádiz. Sin embargo, dicho plan nunca se concluyó y, tras varias vicisitudes, a pesar de este historial de tsunamis padecidos por las costas españolas, no fue hasta el año pasado, 2013, cuando el Gobierno, a instancias del Congreso de los Diputados, encargó al Instituto Geográfico Nacional la creación de una red de alerta de tsunamis. Carreño, encargado de la supervisión de dicha red, destacó el enorme esfuerzo que ha supuesto para el IGN la creación del sistema de alerta de tsunamis. Dicha labor tuvo que desarrollarla el IGN en un plazo récord de seis meses y con sus propios recursos; no se habilitó ningún presupuesto especial para ello.

“Hemos tratado de crear una red sencilla, eficaz y de rápida respuesta”, precisó Carreño. Para ello, el IGN ha llevado a cabo una amplia labor de catalogación de las fallas sísmicas cercanas a la costa española para determinar cuáles son susceptibles de causar tsunamis. También se han elaborado mapas simulados con posibles efectos de los tsunamis para diferentes escenarios: falla afectada, estado de la marea, magnitud del terremoto, etc. Por último, la Red Nacional de Alerta de Tsunami aprovecha los recursos existentes de la Red Sísmica Nacional y ha incorporado la extensa y excelente red de mareógrafos del organismo público Puertos del Estado. Este sistema de alerta está ya listo para entrar en funcionamiento, pendiente únicamente de acordar con Protección Civil un protocolo de actuación para la transmisión de las alertas a la población.

Por su parte, Juan Vicente Cantavella (figura 3) señaló que los terremotos generados en los mares cercanos a España pueden ocasionar tsunamis que tardarían en llegar a la costa entre una hora y veinte minutos. El sistema de alerta, según precisó Cantavella, detecta los sismos producidos en el mar gracias a la red de sismógrafos del IGN y a los datos proporcionados por países cercanos como Francia, Marruecos y Argelia. Cuando se detecta un terremoto en el mar, el sistema pone en marcha automáticamente un proceso de simulación que genera, si la magnitud del terremoto lo aconseja, una primera alerta de tsunami. Al mismo tiempo, el sistema de alerta sigue recopilando información en tiempo real sobre el terremoto y genera simulaciones más precisas que ayudan a confirmar o descartar la alerta. Este sistema, que funciona de forma automática, tiene que ser revisado y analizado por el personal de la Red Nacional de Alerta de Tsunami antes de enviar una alerta a Protección Civil. Posteriormente se incorporan los datos registrados por los mareógrafos de Puertos del Estado, lo que permite confirmar o cancelar la alerta de tsunami.

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No obstante, Cantavella admitió que la red de estaciones sísmicas con la que cuenta el sistema de alerta no es todo lo amplia que sería deseable, especialmente en Marruecos y Argelia, precisamente una zona muy sensible porque es en la costa de este último país donde se producen gran cantidad de terremotos capaces de provocar pequeños tsunamis.

Cantavella también explicó que la red española se enmarca dentro del Sistema de Alerta Temprana de Tsunami en el Atlántico Noreste y el Mediterráneo (NEAMTWS), que se puso en marcha, tras el tsunami de Sumatra de 2004. Este sistema de alerta, a diferencia de otros como el que lleva funcionando varias décadas en el Pacífico, no es un sistema integrado, sino un conjunto de redes locales que atienden cada una de ella a las características geográficas y al riesgo sísmico particular de cada país.

Finalizada la exposición de los ponentes se pasó al debate entre las 20 personas que asistieron al evento (figura 4).