Autora: Andrea Casado | Con el final del invierno y la subida de temperaturas, es de esperar que en los ríos se produzcan aumentos en los caudales por las lluvias y el deshielo. Y éste año no ha sido una excepción. En las últimas horas se han producido inundaciones en Tarragona y alrededores, comparables a las que acontecieron en 2003.

DesbordamientoEbroEl sábado 28 de Febrero, en torno a las 9.00 horas, se registró en Logroño una crecida del Ebro que llegó a los 988 metro cúbicos por segundo y alcanzó los 4,15 metros de altura. Se disparó la alerta roja en varios municipios próximos al Ebro y en las consecuentes horas se fueron registrando aumentos en el caudal y la altura del río a su paso. Como es habitual para éstas situaciones, se evacuaron poblaciones y se desplegaron los dispositivos habituales de emergencia. Durante el domingo, siguió creciendo el caudal, mientras que las previsiones fallaban en dar un momento de caudal máximo, a partir del cual empezaría a descender. Finalmente, a las 4.00 de la madrugada del día 2, se empieza a registrar un descenso del caudal después de un pico de 2.542 metros cúbicos por segundo y más de 6 metros de altura en Zaragoza.

Durante este periodo se han criticado las cifras dadas por la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro), frente a las cuales el presidente, Xavier de Pedro, ha argumentado que las previsiones son variables, y sobre todo respecto a la cifra de la altura del río, que ha superado a la de las inundaciones de 2003 por la sobreelevación del cauce, sobre la cual, De Pedro, ha sostenido que dicha sobreelevación “obedece a motivos no normales ni de la dinámica del río”, y que requiere “una reflexión y ver si la sobreelevación es inducida, incluso, por actuaciones del hombre”. También ha sido criticada la falta de dragados en el río, cuya realización es impedida por la legislación medioambiental, así como una falta de obras para  el control del caudal frente a inundaciones.

En 2013 se realizaron por la CHE mapas de riesgos por inundación en el Ebro, en los cuales, se podía apreciar que existían hasta 122 poblaciones habitadas en zonas con riesgo de inundación, y en este año se terminarán los planes de minimización de riesgos. No obstante, los mapas muestran riesgos por avenidas en períodos de recurrencia de 10, 100 y 500 años, en los cuales se reflejan las zonas que podrían ser inundadas a lo largo de ese período de años, sin olvidar que todas ellas son cifras de probabilidad y por tanto pueden no ser exactas. En éste mismo caso, las últimas inundaciones se produjeron en 2003, dando un período de recurrencia de 12 años. Por tanto, es obvio que existe un margen de error en las predicciones.

Pero los mapas de peligrosidad no solamente sirven para “ver un posible futuro”, sino que son una herramienta para la emisión de informes sobre autorizaciones del Dominio Público Hidráulico, la planificación y ordenación territorial, así como la organización de defensa frente a inundaciones, permitiendo a las autoridades de Protección Civil una mayor facilidad de gestión de áreas inundables.