Territorio y sentimientos

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¿Qué sentimiento situamos en primer lugar? Dependiendo de dónde nos adscribamos sentimentalmente, primaremos unas u otras opciones. Me inclino a pensar que nos sentimos más españoles que europeos, pero tengo la duda en cuanto españoles y aragoneses, y lo mismo vale para extremeños, catalanes, andaluces, canarios, etc., etc. Mientras la idea España no tenga prioridad sobre el sentimiento regionalista, seremos diecisiete “españas” y no habrá quién gobierne la casa común, siempre dependeremos de alguna de las partes.

Así que más pronto que tarde tendremos que definirnos y a partir de ahí comenzar de nuevo. Tendremos que plantearnos si tiene más valor España, con todas sus luces y sombras, su historia, su cultura, etc., o la región en la que nos ha tocado nacer. Si viajamos por el mundo, los otros nos ven como españoles ¡sin ninguna duda! y el coloso chino aprende español, lo mismo las naciones del futuro, las llamadas emergentes. Y aquí andamos mirándonos el ombligo.

A nivel mundial, andamos reivindicando las bondades del mercado único y a nivel de España lo estamos troceando. No podemos seguir con tratamientos fiscales diferenciados ni legislaciones autonómicas propias, pues aparte del batiburrillo existente, que sería lo de menos, es absolutamente ilegal. Parece mentira que uno de los pilares básicos de nuestra Constitución, cual es el de “todos los españoles somos iguales ante la Ley” se esté conculcando a diario en todos los rincones de España y ningún estamento se dé por enterado, sobre todo el judicial.

Como en todos los aspectos de nuestra convivencia, en un par de generaciones hemos pasado de un extremo a otro, de una concepción y disposición centralista a otra absolutamente descentralizada y centrífuga. Ejemplos de organizaciones nacionales, en el mundo, hay de los dos tipos, pero con absoluta preponderancia de la organización unitaria. Si en el entorno natural, tan de moda, nos fijamos, vemos que la organización de las más variadas formas de vida, exige de un principio, ente o disposición central que las gobierne. Y quizás también en el abiótico, aunque aquí entramos en disquisiciones más profundas.

¿Y porqué no hablar de los costes económicos que tal estructura descentralizada acarrea? Duplicación de entes, organismos, controles, etc. Lo que no sé, es si somos conscientes de que todos esos gastos, todos esos costes, no necesarios, los tenemos que pagar entre todos. Ahora sí, para pagar somos todos españoles. Absolutamente todo lo pagamos con los impuestos, ya sean directos o indirectos, nada viene como el “maná” ni nadie nos regala nada. En todo caso, hasta ahora, nos prestan, pero como sigamos con el despilfarro llegará el día en el que ni eso.

Estamos en un momento crucial en la evolución de nuestra convivencia en común. Si no se devuelven competencias autonómicas y no se reorganiza una administración unitaria, tenemos los días contados. Llegados a este punto, merece la pena reflexionar sobre los que se sienten diferentes y no quieren ser españoles. Allá ellos, no se les puede obligar, que continúen su camino, probablemente, en solitario porque Europa no va a dar mucho de sí. Ahora bien, el seguir juntos o separarse lo tendrá que decidir el conjunto de la población del territorio en cuestión, no se debe admitir lo que desee una parte, en este caso los separadores.

Respecto al otro tema que hoy nos embarga, en ambos sentidos de la palabra, la solución de la decaída situación económica, es más sencilla. No hay duda de que en este punto hay que ser optimistas, pues solo con suprimir los gastos superfluos, solo con gastar lo necesario, solamente con privatizar o cerrar aeropuertos deficitarios, oficinas autonómicas, TV´s regionales y locales, etc., etc. y solo con suprimir estructuras territoriales dobles (o en Aragón triples) pagaríamos lo que debemos y sanearíamos la economía en un corto plazo.

Pero claro ¿quién le pone el cascabel al gato? El que lo consiga, si llega a ello, será un verdadero estadista. A los demás, nos queda votar y, aún con todas las limitaciones, elegir a los más capaces.